En 1880, el periodista Charles Dow dejó la ciudad de Providence y su trabajo de reportero en el Providence Evening Press para marcharse a Nueva York. Su sueño era trabajar allí donde se generaban las noticias económicas y ese lugar era, y lo sigue siendo, Nueva York. El joven de 29 años encontró trabajo en el Kiernan Wall Street Financial News Bureau, una empresa que proveía un servicio de noticias financieras a sus clientes, principalmente bancos y brokers de bolsa, las cuales entregaba en mano con la ayuda de un servicio de mensajería. Pasado un tiempo, el propietario de la compañía, John Kiernan, le pidió que buscara a otro reportero para la empresa y Dow llamó a Edward Davis Jones, un antiguo compañero del Providence Evening Press. Jones había abandonado la Universidad de Brown, pero era un tipo talentoso que podía interpretar con facilidad un informe financiero. Además, Dow y Jones estaban unidos por una idea que atraía a ambos: informar sobre Wall Street sin sesgo y con independencia. Ciertamente, en aquellos días no faltaban los casos en los que alguna compañía sobornaba a algún periodista para que escribiera alguna información favorable. No obstante, Dow y Jones se mantuvieron firmes.
Posteriormente, en 1882 los dos jóvenes y Charles Bergstresser, otro compañero de la redacción de Kiernan, decidieron comenzar con su propia agencia, la Dow, Jones & Company. La sede de la empresa se situó en un bajo al lado del edificio de la Bolsa de Nueva York y su resumen de la tarde de 2 páginas de noticias financieras consiguió rápidamente 1.000 suscriptores. De hecho, una de las claves del éxito estuvo en la creación en 1887 del índice Dow Jones industrial average (DJIA), formado por las mayores 12 empresas industriales de EEUU, una herramienta que permitía conocer rápidamente la evolución del sentimiento del mercado bursátil.
En 1889, y con 50 empleados, los socios convirtieron su boletín de la tarde de 2 páginas en un verdadero diario. Así, el primer ejemplar del Wall Street Journal apareció el 8 de julio de 1889, con un precio de 2 centavos por número ó 5$ de suscripción anual. En ese inicio, Dow era el editor y Jones el jefe de redacción, manteniéndose ambos comprometidos con el planteamiento de informar honestamente. Por ello, el periódico se obligaba con sus lectores a través de la siguiente declaración: “(Nuestro) objetivo es dar plena y ecuánimemente las noticias del día atendiendo a las fluctuaciones de los precios de las acciones, bonos, y algunas clases de mercaderías. (Nuestro) principio constante consistirá en ser un diario de noticias y no un diario de opiniones." De hecho, el lema del diario fue "The truth in its proper use“(“La verdad como debe usarse”).
En un tiempo en el que compañías como General Electric y Westinghouse ya contrataban a publicistas para promocionar sus negocios y marcas, Dow y Jones organizaron su particular cruzada por la integridad periodística, advirtiendo a sus reporteros sobre no intercambiar historias por “regalos”. Igualmente, Dow y Jones lucharon por la decencia de la profesión y por mantener bien informados a sus suscriptores, por lo que publicaban los nombres de las compañías que no revelan su cuenta de pérdidas y ganancias.
Aunque han pasado más de 120 años desde los días en que los emprendedores Dow y Jones decidieron poner en marcha su diario, la necesidad que ellos pretendían satisfacer, es decir, el proveer a los inversores y al público en general de noticias financieras e información económica, sigue tan vigente como entonces. Dougall y otros (2012) afirman que una democracia que funcione depende en la manera en que fluye la información en el “mercado de las ideas”, creando una ciudadanía informada que puede participar en los debates públicos. Efectivamente, la perspectiva que transmiten los medios es de suma importancia, ya que el gran público se forma sus opiniones principalmente a partir de lo que se ofrece en los canales de comunicación (Hammermesh, 2004), especialmente en la televisión y los periódicos, tal y como documentan Blinde y Krueger (2004). Con esa información los ciudadanos tomarán decisiones sobre las compras de casa, la suscripción de hipotecas o la toma de créditos, aunque, también, los inversores decidirán la compra de activos financieros de todo tipo, como acciones, bonos corporativos y gubernamentales, mercaderías, etc.
Inevitablemente, tanto en los tiempos de Dow y Jones como hoy la pregunta que surge es la de si las grandes y medianas corporaciones de noticias podrán conseguir ser lucrativas a la vez que socialmente responsables para proveer al público con información independiente; o, si bien, optarán por primar los intereses económicos de las empresas, en definitiva, sus anunciantes, en perjuicio de informar independientemente a la ciudadanía. Ello conduciría a garantizar la sostenibilidad y viabilidad de la empresa de noticias, pero podría terminar por sesgar sus informaciones.
En la actualidad, el periodismo financiero está bajo una fuerte presión por esta razón, pero, al mismo tiempo, por la inmediatez que se exige a la hora de informar. Una premura que choca en ocasiones con la complejidad de los mercados financieros y con la imposibilidad de profundizar en la investigación de los hechos. Igualmente, se ha de destacar el poderoso papel que han asumido los directores de comunicación de grandes empresas cotizadas (Tambini, 2010), los cuales dirigen equipos de trabajo que siguen la estrategia de presentar siempre a sus empleadores bajo el mejor prisma posible.
Como ejemplo de lo mencionado anteriormente, vale la pena visionar el documental “Sombras de Libertad” (“Shadows of Liberty”) de Jean-Philippe Tremblay, emitido en Documentos TVE el 2 de junio de este año. En él se denuncia que 5 grandes cadenas de noticias privadas controlan en EEUU el 90% de los medios de comunicación y se describe cómo deciden, a partir de sus intereses empresariales, lo que es noticiable y lo que no. Por ello, como se expone en el documental: “El espectador estadounidense recibe más información sobre escándalos sexuales y famosos de Hollywood, que sobre economía y medio ambiente”.
Sombras de Libertad - Documentos TV from El Oro de los Dioses on Vimeo.
Para terminar, tal vez consideren que aún en el caso de que el 90% de los medios esté controlado en EEUU por grandes corporaciones, a los verdaderos periodistas de raza siempre les quedarán sus blogs para defender sus ideas, cuestionar las noticias gubernamentales y corporativas y presentar alternativas. Si es así, cuestiónense lo siguiente, ¿Conseguirían difusión para llegar a presentar perspectivas alternativas a la visión “oficial” de las empresas y de los gobiernos? El papel de la prensa libre e independiente es esencial, no sólo para descubrir fraudes empresariales o manipulaciones de precios en los mercados, sino también poner en tela de juicio determinados marcos de opinión a través de artículos y comentarios que pueden ayudar a deshinchar burbujas y evitar la irracionalidad de los mercados (Tabiani, 2011). Por todo ello, vale la pena recordar la frase de la periodista Amy Goodman: “El periodismo es la única profesión protegida explícitamente por nuestra constitución, porque con nuestras preguntas podemos mantener en vereda a los que ostentan el poder”.