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Una parte muy importante de la ebullición del concepto de la recuperación se fundamenta tanto en el repunte del  PIB como en el repunte del  dato de la variable consumo dentro del PIB. Erróneamente se considera que el dato del consumo en el PIB refleja el consumo real de los hogares  y entonces se supone que el consumo privado de las familias está repuntando, lo que muestra una mejor situación económica.  Es más, los análisis del consumo de las familias vendrían a justificar en el pasado aquello de “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”.

Sin embargo, todos los análisis que relacionan un incremento del consumo del PIB con una recuperación económica (o incluso con una recuperación del consumo) pecan de una clara impericia (como mínimo).  Es decir, parece que alguna gente (supuestamente expertos) no se entera de lo que están hablando.

Vamos a ir por partes.

Buscando la información sobre el PIB trimestral en la página del INE obtenemos los siguientes datos para los trimestres de los años 1995 a 2014; referidos al Gasto en consumo final (dato del PIB) y al gasto en consumo final de los hogares, (la partida más relevante de la partida Gasto en Consumo final), ambas medidas en millones de euros:

La primera curiosidad quizás sorprenda un poco; las líneas suponen un incremento más o menos constante hasta el año 2006; a partir del año 2006 se observa una estabilización muy clara en el valor del consumo. Para que se vea más claro pongo el gráfico de este período (siempre en millones de euros):

Por tanto, una primera conclusión parece más que clara. ¿Alguien es capaz de identificar en la gráfica del consumo la gran expansión de los años 2006 y 2007, el derrumbe a partir del último trimestre de 2008 o las medidas de 2010 o 2012?

A la vista de esta gráfica nos quedan dos opciones; Podemos asumir que una variable que se llama “Gasto en consumo final de los hogares” (del PIB)  recoge el “Gasto en consumo final de los hogares” (de la realidad), y entender que se ha mantenido estable a lo largo de todos estos años. Siendo atractiva esta teoría nos dejaría alguna laguna a explicar: si los hogares consumen lo mismo y por lo tanto compran lo mismo, ¿Cómo sería posible que las empresas vendan menos? ¿Ha existido crisis? ¿Cómo se va a mantener el consumo con la caída de empleo, salarios y endeudamiento?  Si vivíamos por encima de nuestras posibilidades antes de la crisis, ¿cómo es posible que sigamos viviendo exactamente igual? En fin, toda una serie de cuestiones difícilmente explicables.

En base a todas estas incoherencias nos queda la segunda opción. Esta segunda opción, a priori disparatada, parte de suponer que el dato del “Gasto en consumo final de los hogares” (del PIB) no es el “Gasto en consumo final de los hogares” (de la realidad). Afirmar que esta es la opción real es tan triste como necesario.

Debemos entonces entender las razones por las que el Gasto en consumo final de los hogares que aparece en el PIB no se corresponde con el gasto real en consumo de los hogares. Para esto, el propio INE nos da una clave en varias estadísticas. En 2006 se reforma la encuesta de presupuestos familiares con el objetivo (según la metodología que consta en el INE) de:

La EPF fruto de la reforma es una encuesta anual que por tanto proporciona información sobre el gasto anual de los hogares y además permite medir su evolución”.

En el mismo documento metodológico aparecen los objetivos buscados en dicha encuesta que se redactan de la siguiente forma:

En esta categoría se incluye la obtención de cualquier variable relacionada con el gasto, total o medio, sus correspondientes tasas de variación y las estructuras de consumo procedentes del mismo, es decir:

·         Obtención de estimaciones del agregado gasto de consumo anual de los hogares para el conjunto nacional y para las comunidades autónomas, así como su clasificación según diversas variables del hogar.

·         Estimación del cambio interanual del agregado gasto de consumo para el conjunto nacional y para las comunidades autónomas.

·         Estimación del consumo en cantidades físicas de determinados bienes alimenticios y fuentes de energía para el conjunto nacional.

Además, dentro de los objetivos prioritarios destacan por su importancia otros dos relacionados con necesidades concretas de los principales usuarios de la encuesta: la estimación del gasto como instrumento para la obtención del consumo privado en la Contabilidad Nacional y la estimación de la estructura de ponderaciones a partir del gasto necesaria para el cálculo del IPC.”

Pues la diferencia entre el gasto de las familias en la encuesta de presupuestos familiares y el PIB asciende en 2013 a un record de 106.024 millones de euros; no hace falta más que ver esta gráfica relacionando los dos conceptos (también todos los valores en millones de euros):

En definitiva, en el año 2013, el consumo de las familias según el PIB elaborado por el INE ascendió a 599.537 millones de euros (un 1,39% menos que el dato correspondiente a 2012); sin embargo, en la encuesta de presupuestos familiares nos dice que las familias han consumido bienes y servicios por importe de 493.513 millones de euros (lo que además es un 3,07% menos que el consumo de 2012).

Pero si le parecen pocos los 106.024 millones de euros consumidos por las familias, pero no consumidos por las familias, deberán tener en cuenta lo siguiente;

Si se analiza un poco más profundamente la encuesta de presupuestos familiares, (concretamente han de buscar la desagregación en 4 dígitos) verán que dentro de los 493.000 millones que se supone que han consumido las familias constan dos partidas realmente importantes que suman 107.779 millones y 5.933 millones respectivamente que están en las partidas 0421 y 0422 que representan: “Alquileres imputados a la vivienda en propiedad” y “Otros alquileres imputados”.  Es decir, el INE imputa un gasto a toda persona que viva en un inmueble de su propiedad o que disfrute de cualquier otro bien.  Este gasto no es más que estadístico y no responde a ninguna transacción monetaria.

La consecuencia es simple. Según la encuesta de presupuestos familiares, el consumo de las familias se compone de unos pagos por bienes y servicios de 385.800 millones de euros en 2013 (lo que representa un 3,58% menos que en 2012). A estos 385.800 millones les sumamos algo más de 113.000 millones de euros (un 30%) hasta llegar a los 493.513 millones que se  supone que consumimos las familias. A continuación se añaden las imputaciones correspondientes al PIB (otros 106.000 millones de euros de nada) y se convierte el consumo de las familias en los 599.537 millones que constan en el PIB.

Estos matices son importantes, ya que el comportamiento del consumo es una variable importante para determinar la situación económica de un país. Pero claro, quizás si queremos entender la realidad, debemos tener en cuenta si el incremento del consumo viene de un incremento de la compra de ropa, de que tenemos que pagar más por el agua corriente o incluso si se trata de un incremento derivado de una imputación estadística que no refleja ni corresponde a  reflejar la situación, las decisiones ni la evolución de las condiciones en las que están los hogares.

Y ya fuera de los hogares quizás debería recordar que un incremento en el consumo derivado de imputaciones estadísticas no ayuda tampoco a mejorar la sostenibilidad de las finanzas públicas; ¿Acaso es más sencillo que España pague la deuda pública si los alquileres imputados a la vivienda habitual son 200.000 millones en lugar de 100.000 millones?

 

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  1. #2
    17/04/15 22:40

    Estimado Tomas:

    Enhorabuena por este estupendo anlisis, para dar con la madre del cordero.

    Si aumenta el consumo por que sube el IBI, la luz, el Agua y las comisiones bancarias.
    Si ademas bajan los salarios, que nos queda para consumir y para reactivar la economia.

    Como va a funcionar la economia y va a reactivarse el credito si no hay demanda interna.

    Aqui vemos el efecto, de los lobbis sobre la economia.

    Un saludo

  2. Top 100
    #1
    17/04/15 22:27

    Mentiras estadísticas, aquello que solía imputarse a países tercermundistas.
    Cuando es necesario mentir es porque las verdades no son agradables.

    Lo interesante es que todo el mundo dice querer honestidad, pero a la mayoría de la gente no le gusta que le digan la verdad.

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