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El primer jueves de junio el BCE aprobó unas medidas que el propio jueves anticipé que no van a funcionar, por lo menos referido a la explicación y objetivos oficiales que tenían. En definitiva, el dinero no va a llegar a la economía. Además no van a provocar inflación y van a provocar deflación, (lo cual también lo había justificado antes).

El domingo coloqué un post en el que explicaba (en formato crítica a un artículo periodístico) que en primer lugar y en único lugar tendríamos una variación del poder de negociación. Pero más allá de lo que no va a pasar me gustaría reflexionar sobre lo que va a pasar. Sobre todo, porque parece que no hay efectos negativos por ningún lado, y por ciertas tendencias referidas al “algo había que intentar”. En este sentido podría llegar a entender, (no sin esfuerzo), la defensa de unas acciones que no tengan efectos negativos en base a probar, pero debemos tener que entender que este no es el caso, y trasciende con mucho la pérdida de poder de negociación que es un efecto secundario sobre las empresas y ciudadanos, pero ni mucho menos el más relevante.

Comencemos con una idea fundamental que ha sido expresada de múltiples formas; por un lado tenemos una intervención del BCE que puede ser calificada, (y lo será) como ayuda. De forma totalmente incorrecta, tendremos en breve las peticiones de contrapartida. Si queremos podemos leer exactamente el mismo mensaje, (en la medida de que se busca lo mismo) en los argumentos tipo: “los gobiernos tienen que seguir”, “no pueden acomodarse en base al dinero inyectado” o similares. Por tanto, bien sea como premio, bien sea como presión, lo que tenemos es que ahora le toca el turno a los gobiernos y tendremos el diagnóstico de consenso de que habrá que hacer reformas para que mejore la economía y apoyar a los bancos centrales. Y por supuesto aquel famoso: “que los bancos se recapitalicen”.

Sin embargo, este discurso esconde algo inquietante. ¿Qué ha hecho el Banco Central Europeo?. Pues ha inyectado liquidez a los mercados financieros y a las entidades financieras. Esto es importante, pero no es la clave. Ahora toca modificar las condiciones de todo lo que sea un activo financiero para justificar la subida de precios. Es decir, hay dinero para invertir gratis, lo cual es algo imprescindible para la existencia de una subida de los distintos activos, pero a su vez es necesaria una justificación de los precios más elevada de los distintos activos financieros, lo cual en ocasiones es más que la cantidad de dinero existente en la economía. Una cosa es que haya dinero para invertir y otra muy distinta es que ahora se busquen crear las condiciones para que los mercados financieros suban.

Y aquí en este punto es donde encontramos la trampa y los peligros del “algo había que intentar”. Aquí en este punto es donde encontramos también todo lo que ha ocurrido en el pasado. Toda esa liquidez se pondrá a disposición de los mercados financieros para generar mayores beneficios, y todas las disposiciones normativas se pondrán a disposición de lo mismo; por lo que es fácil pensar que se aprobarán todas aquellas medidas para que cualquiera que tenga que aproximarse a un mercado financiero lleve las de perder, tanto por las normativas como por la cantidad de dinero inflado.

Esto puede parecer que nos queda un poco lejos, pero en realidad tiene un reflejo cotidiano; por ejemplo; si pensamos en la gasolinera, ¿no debemos acordarnos que tanto el petróleo en bruto como las gasolinas y los gasóleos cotizan en mercados financieros?. ¿Qué pasará con el mercado de la electricidad?, ¿Qué pasa con todos los mercados de materias primas?. Pues en todos y cada uno de estos mercados, lo que se busca es que suban los activos; el dinero los hará subir, pero también las reformas para que suban.

¿Qué ocurre con los sueldos?. Pues está más o menos claro; los sueldos son un coste para las empresas, que si pueden bajar sus costes, tendrán un incremento de los beneficios, (usando para ello el famoso ceteris paribus y asumiendo que los ingresos se mantienen por unas expectativas de recuperación del consumo imposibles en un contexto de precios crecientes y sueldos bajando).

¿Qué ocurre con los gastos públicos?. Pues habrá gastos públicos que son buenos, (se dicen productivos aquellos que acaban en las grandes empresas), los habrá que no debemos tener en cuenta, (literalmente, ya que algunos gastos no computan a efectos de déficit, como si no los tuviésemos que pagar) y luego el resto que tendrá que dejar sitio para esto.

¿Qué ocurre con la competencia a todo aquello que sea inversión natural de un fondo?. Pues ha de desaparecer para que se permita generar mayor beneficio para el fondo. ¿Qué ocurrirá con los impuestos?. Pues eso; Adivine que va a pasar con los impuestos de todo aquel que toca los mercados financieros; y tras esto, teniendo en cuenta el párrafo anterior: ¿Qué ocurrirá con el resto de los impuestos cuando haya que equilibrar las cosas?; ¿no nos suena la frase “subir el IVA para bajar las cotizaciones”?.

Es cierto que llevamos muchos tiempos sin demasiados “golpes visibles”, porque las elecciones europeas pesan mucho y por tanto nos hemos encontrado con ciertos golpes tontos que no hemos notado porque se han ido a endeudamiento, (y ni tan siquiera a déficit). Se ha perpetrado el atraco de los activos fiscales de la banca, se está con lo de las concesionarias de autopistas, con lo de las sucesivas reformas de ley concursales y el otro fondo malo, la SAREB, la reforma eléctrica y resulta que todo ello no genera ni generará déficit computable que oficialmente está controlado, mientras que se está incrementando la deuda a niveles extremos, y se está profundizando en la caída del poder adquisitivo de los ciudadanos, mientras cada día tenemos más fuentes de preocupación al estar en mano de todos los mercados financieros, que lo que buscan es dinero, ¿de donde?. Pues del resto de agentes económicos. Y eso es lo realmente grave, y es algo que nos va a costar mucho, aunque fuese por el “algo había que probar”, que no es un argumento con mucho sentido después de todo lo que llevamos.

Porque se trata de mejorar el poder adquisitivo de la gente y revertir las causas que nos llevaron a esta situación.

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  1. #1
    17/06/14 23:09

    Normalmente nos alegramos por los beneficios de las empresas, sobretodo sin son españolas, porque eso significa que la cosa va bien, que se relanza la actividad, que se va a crear empleos... Como si de un campeonato mundial se tratara, sus éxitos son nuestros éxitos.

    Esto debería ser lo normal... pero bajemos de la nube, algo no cuadra. ¿Por qué las grandes empresas siguen teniendo beneficios, sus acciones suben y sus directivos ganan sueldos millonarios... sin que ello tenga reflejo en la creación de empleo o en el aumento de los sueldos de los trabajadores?

    Porque una cosa son los mensajes que se lanzan repetitivamente (y se fijan en la mente de la población) sobre cómo se relacionan las causas-efectos en la economía; y otra, cómo funcionan realmente esas relaciones económicas.

    Todo depende de cuáles son las condiciones base sobre las que se producen esas relaciones.

    En una economía sana, equilibrada y de libre competencia, los beneficios empresariales salen de la utilidad que sus bienes y servicios reportan a sus clientes.

    Actualmente esta no es la realidad, pero los que tienen el poder para decidir siguen decidiendo continuamente sobre lo que es bueno o malo en política económica en función de unos parámetros incorrectos e irreales, en función de una libertad de mercado y de competencia y de unos organismos reguladores basados en lo que sería un modelo ideal y no en lo que realmente es.

    Porque en una economía de grandes desequilibrios entre la oferta y demanda de trabajo, de grandes empresas oligopolísticas que cuentan con rescates y ayudas legislativas, de crecimiento de los beneficios basados en la falta de competencia, en recorte de costes laborales y empleo... esos beneficios salen del pago de unos precios artificialmente altos por sus clientes, del pago de los impuestos de todos los ciudadanos y del recorte de sueldos de los trabajadores.

    En una economía sana sus grandes empresas crecen con el crecimientos de los demás agentes como son los trabajadores, clientes y la sociedad en general. En una economía desequilibrada en la que domina el abuso de poder y de mercado, las grandes empresas crecen a costa de todos los demás.

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