Viernes 7 de octubre de 2011. 22.30h.
Haciendo zapping encuentro una curiosa contraprogramación de periodismo de investigación. Cuatro y Antena3 se complementan perfectamente.
Tras la fusión (absorción) de Tele5 y Cuatro (Mediaset), y la anunciada entre Antena3 y La Sexta (Mediapro), ¿para cuándo (otra) fusión? Así volvemos al principio.
Sísifo, cuánto aprendimos de ti...
Pocos oferentes y competencia imperfecta: la concentración era esto. Mientras, nos contaron una bonita milonga, con un Tribunal de Defensa de la ¿qué era...?, ah sí, Competencia.
Mientras ando distraído con estas disertaciones de economista ocioso, compruebo cómo Cuatro finaliza un programa en torno a las subastas inmobiliarias y sus desahucios. Antena3 toma el relevo, pero con más fuerza, como nos viene acostumbrando.
Me decido por invertir una hora de mi vida en el visionado de este programa. Aunque no viene al caso, en cosas peores he perdido el tiempo. Y de esta, como mínimo, sale un artículo.
Obnubilado
A simple vista uno diría que la cosa tiene cierto pedigree. Apunta maneras. Tiene esas hechuras del auto-denominado periodismo de investigación.
Es el mismo espacio que la semana anterior ponía en entredicho a la SGAE.
Hoy tocan desahucios y lo que les rodea.
Comienzo a prepararme para lo peor. Asumo que si, como suele decir Prof. Rodríguez-Braun, el mejor amigo del hombre no es el perro, sino el chivo expiatorio, en dos horas nos habrán presentado como chivos a todos los que ocupan el lado de la ejecución hipotecaria. Bancos, subasteros y otros personajes propios del "otro lado".
El programa desentraña una línea editorial tendenciosa
Mi curiosidad inicial transita por la ladera del descrédito vergonzante, hasta llegar al valle del insulto a la inteligencia.
El documento se emite en Prime Time. Entre los millones de espectadores que a buen seguro aglutina el programa, intuyo que más de uno sentirá también mancillada su capacidad intelectual, como ciudadano libre y de espíritu crítico.
Se trata de este periodismo de concentración mediática de grandes grupos empresariales. Salvando honrosas excepciones (Jon Sistiaga, mediante, por mentar uno imparcial), es una corriente que se viene desarrollando desde la Guerra del Fútbol, en los tiempos de Asensio. Pero que se ha visto sofisticada con la aglutinación de medios acaecida en el último lustro.
En el capítulo anterior (SGAE de Teddy Bautista) desde el primer minuto se intentaba poner al espectador en una línea ideológica sobre la cuestión a tratar. Y se lograba con notable éxito.
En este capítulo, los bancos son los malos (inmisericordes y despiadados, que dejan en la calle a familias enteras), aunque en justicia cabe mencionar que no ayudan mucho a clarificar la naturaleza económica y jurídica del crédito hipotecario unas desafortunadas declaraciones del responsable de la asociación hipotecaria, en las que niega la mayor: "fueron casos puntuales esos en los que se sobre-tasó, y sobre-prestó".
Estoy convencido de la capacidad que tiene un técnico en comunicación audiovisual para editar contenidos (léase, cortar a placer), pero no menos obvio es que ese responsable sectorial pronunció esas palabras, y no se trataba de un doblaje.
Los minutos pasan, y el documental se puebla de influencias populistas y de Robin Hood.
La secuencia de un ejemplo
Crédito impagado. Una familia desahuciada en ejecución hipotecaria. Lanzamiento realizado por la fuerza. Posterior búsqueda del adquiriente en subasta, señalización (mostrando su rostro) y criminalización (es un especulador, se dice sin ambajes). Demandable por parte del implicado, a mi modo de entender.
A menor propiedad privada, menor libertad
La postura ideológica es clara: la familia desahuciada, unos amigos y familiares, ocupan la casa. El programa se muestra cinco puntos por encima de permisivo y sólo uno por debajo de partidario.
Ética y estética. Grandes desconocidos de cierto periodismo. Ahora bien, ese tipo profesionales proporcionan ingentes índices de audiencia; público alienado y complaciente, dúctil; medible con el Share.
Codicia implícita
El ser humano es vago por naturaleza, vino a decirnos J. J. Rousseau. Y codicioso, deberíamos añadir a renglón seguido. Puede que por lo segundo vaya progresando y no degenere, sumido en lo primero.
No existe injusticia alguna en todo lo mostrado por el Equipo de Investigación de Antena3 en su reportaje especial sobre desahucios.
Se cumple escrupulosamente la legalidad vigente, y se está a lo dispuesto en los contratos libremente firmados (hipotecas) por los diferentes implicados.
En todos los casos relatados subyace la codicia.
De un modo u otro, la codicia está presente:
- Un empresario que hipoteca su vivienda (ya prácticamente libre de cargas) para adquirir una nave industrial. Con el impago pierde ambas.
- Otro empresario, con mujer e hijo, que se ve obligado a volver a vivir con su madre y hermana, al haber visto cómo perdía vivienda y nave industrial, por la llegada de la crisis, se dice en el reportaje; por las decisiones tomadas (en completa libertad) antes de la llegada de la crisis, debemos puntualizar en virtud del rigor económico.
- Una ex-empresaria, que cuenta con un patrimonio de más de un millón de euros en propiedades inmobiliarias. En verdad, deberíamos decir que posee propiedades que valían más de un millón de euros, sobre las que pesan cargas hipotecarias que no puede afrontar, y que, a su vez, es incapaz de vender esas propiedades para aligerar la carga. Resultado: embargo de todo su patrimonio y deuda pendiente con el banco.
- Una profesional (aparejadora en paro) que firmó una hipoteca-puente, siendo incapaz de vender la vivienda antigua y perdiendo ahora ambas, la nueva y la antigua. Con el desgarrador dato de tener la vivienda antigua libre de cargas con anterioridad a la suscripción de la hipoteca-puente. Efectos: ahora trabaja en B, "porque no puede tener nada a su nombre, ni en el banco".
Si todos ellos no hubiesen suscrito sus respectivas hipotecas, nadie los hubiese desahuciado. Unos no habrían podido contar con las viviendas y otros con el prestigio social de ser un pisero.
Porque en este país se pensó durante mucho tiempo que la vivienda nunca bajaría de precio, y que sería una inversión segura. Y ser pisero estaba de moda. Y quienes no se lanzaban a la loca aventura de la formación de una cartera inmobiliaria propia, poco más o menos, eran idiotas.
Simplismo reduccionista para dummies
En el reportaje se ilustra -nuevamente, de forma un tanto pretenciosa- el proceso de inflación experimentado en un mismo bloque con el transcurso de los años, empleando para ello 4 propietarios que adquirieron sus pisos en diferentes momentos.
El proceso de incremento de precio señalado en el reportaje insulta la inteligencia del espectador cuando muestra una adquisición de hace 60 años e intenta compararla con una de hace 5 sin tener en cuenta la inflación agregada (calculada en capitalización compuesta) para realizar los cálculos, o al menos la mención expresa a su no-utilización.
Aquí ya no sabemos con certeza si se trata de un sesgo intencional o de ignorancia por parte del Equipo de Investigación. Es cierto que existen periodistas económicos que pueden conocer ámbitos básicos de economía, pero a buen seguro en ese Equipo de Investigación no había ninguno. Y si había alguno, no le diero voz ni voto.
No hay que ser un illuminati para comprobar la espiral ascendente (y ahora descendente, aún poco descendente) que ha sufrido el sector inmobiliario en los últimos años. Pero obviar cuestiones como la inflación agregada de 6 décadas es insultante hasta para un estudiante de educación secundaria con la asignatura de economía ya aprobada.
El riesgo moral
En última instancia el documental viene a pedir clemencia (a los bancos), apelando a la malvada esencia del sistema y, poco más o menos, al derecho a una vivienda digna.
Sólo uno de los casos presentados supone el embargo per se de la vivienda habitual sobre la que se solicitó un crédito, que más tarde resultó impagado, y contra la que, por ende, se realizó el lanzamiento hipotecario.
Aun en ese caso, ninguna institución financiera obligó al firmante. Se suscribió la hipoteca libre y voluntariamente. Tan libre y voluntariamente como luego se dejó de pagar. En caso contrario, si se hubiese obligado a alguien -pongamos por caso, a punta de pistola- a firmar un crédito hipotecario, se trataría de un hecho delictivo denunciable, por la coacción que representaría.
Ironías al margen, en el programa se viene a vindicar una suerte de New deal hipotecario nacional (dación en pago, por ley). Con carácter retroactivo; si bien no se emplea esa expresión, sí se da a entender de una forma bastante clara, a tenor del conjunto de ejemplos mostrados y de la "tendencia" sobre la que se narran. Y no caen en la cuenta (o no desean caer, porque restaría sensacionalismo a la emisión y, por tanto, audiencia) que es inviable de facto: Una ley no puede ser retroactiva por imperativo constitucional.
Expresado de una forma más clara: se podría llegar a aprobar una nueva ley hipotecaria, en la que -como en USA- se vindicara la dación en pago como método para saldar un default hipotecario, pero en ningún caso podrían evitarse los embargos dimanantes de créditos hipotecarios suscritos con anterioridad a la aprobación de dicha ley. De ahí la demagogia de fondo que representa el programa.
En caso contrario, se produciría un elemento de inseguridad jurídica que nuestra Constitución evita.
No era un reportaje, era una acción de publicity
En este contexto, el Equipo de Investigación, lleva a cabo una encomiable labor de publicity, recogiendo unas declaraciones (entrevista propia de un publi-reportaje, más bien) por parte del responsable de una entidad financiera, justo después de criminalizar con mayor o menor crudeza a otros tres bancos de nuestro país, todos ellos debidamente identificados con rostro del directivo y logotipo de marca.
En la breve entrevista a este banquero se presenta a esa entidad financiera como al Robin Hood de los bancos, porque es la única que (ahora) asume la dación en pago, de forma contractual-privada, como fórmula para la resolución de un eventual default hipotecario.
Aquí la cuestión de fondo es: ¿cuál ha sido el impacto económico de esa publicity en la entidad financiera? Porque puede llegar a explicar muchos minutos anteriores del reportaje. No en vano, estas declaraciones del responsable bancario aparecen en el colofón del reportaje. Espectadores: Redención y esperanza.
Si este documental "de investigación" (como los otros emitidos en la misma serie) es una muestra del periodismo de investigación del futuro, con una (gruesa) línea editorial predefinida, prefiero dedicar mi tiempo a informarme en Twitter.