EL GIN TONIC Y SALVADOR SOSTRES I
05-07-11
El pasado sábado el columnista (o columnero) Salvador Sostres publicó en el diario El Mundo una memorable columna sobre el gin tonic y sus efectos.
Este hombre, Sostres, nos tiene desconcertados, la verdad.
Por un lado, le repudiamos, cuando dice cosas tan estúpidas como que en Cataluña, los catalanes de verdad, sólo hablamos en castellano para dirigirnos a las chachas. Será merluzo.
Encima escribió en el Avui, que creemos es un diario radical nacionalista. Y encima, off the record en un programa de Telemadrid y como tertuliano, y para cabrear a la directora del programa que era una mujer con hijas, confesaba, al lado de un sonriente Alfonso Ussía que le reía la gracia, que a él le gustaban las jovencitas, rayando la minoría de edad. Será pederasta encubierto.
Sostres: no eres Oscar Wilde. Ni de coña. No te empeñes.
Pensamos que tan sólo es un pobre sujeto con muchos complejos y carencias, y que se quiere hacer el provocador profesional, el niño terrible. Pero escribe antológicas columnas, las cosas como son.
Vamos a copiar (en cursiva) algunas frases escritas en la citada columna, y las vamos glosando.
Creemos que vamos a necesitar dos columnas. Advertidos quedan, lectores.
Nuestras esposas no entienden este afán y nos reprochan la cantidad de gin tonics. Con el primero no dicen nada, farfullan cuando el segundo llega y al tercero se levantan y se van.
Genial y real como la vida misma. Nuestras mujeres no nos dejan beber lo que queramos. Consecuencia? Que al final y con la edad uno termina bebiendo sin ellas, y con otros y con otras, con las que sueles acabar en la cama, por cierto. Lo bueno de esto último es que no te acuerdas de nada al día siguiente debido al probado síndrome de Korsakoff, es decir, una amnesia pasajera de la memoria inmediata.
Dicen que se preocupan por nuestra salud, pero lo que les preocupa es que no entienden qué hacemos…. Se trata de la amistad a lo largo de tantas noches longitudinales, la amistad sin ningún otro propósito que la amistad. Sin ningún cargo.
Algunos hombres (casi todos) somos unos frígidos, unos impotentes sentimentales. Sólo con la ayuda de un gin tonic abandonamos nuestra protectora distancia para con otras personas, y entonces nos fundimos con ellos como el hermano varón que no tuvimos y que siempre hemos deseado. Eso de tener sólo hermanas, y encima malas, es una gran putada.
La salud es un chantaje. Nos dicen que si no bebiéramos gin tonics viviríamos más años; pero no creo que viviéramos más, y simplemente se nos haría más largo.
Genial frase. Pero nosotros le responderíamos a Sostres que en el término medio está la virtud, frase tan manida pero no menos cierta. Tiene que haber un equilibrio entre el asceta y el esteta, porque si no, nada consigues en esta vida, ni siquiera que te quieran, y al final acabas más solo que la una, eso sí, con un gin tonic en la mano.
Y qué? Vinimos al mundo a gastarnos, a querernos y a hacer de cada amor el amor de nuestra vida…Si la ginebra mata, reír cura. No sabe hacer promedio la biología?
Cierto. El exceso de ascesis puede conllevar exceso de tristeza, de spleen. El spleen es algo puramente masculino, porque las mujeres con tan sólo una coca light ya están como motos, mientras que el misterioso metabolismo del hombre necesita de ciertos acelerantes. Por esos los hombres son más adictivos que las mujeres.
El mejor antídoto contra la muerte es la alegría…Luego, cuando ya nuestras chicas nos tienen, nos reprochan las euforias y no recuerdan que se enamoraron de nosotros por ellas.
Efectivamente. El gran problema de la relación de pareja hombre/mujer es que la mujer madura, se convierte en una responsable ama de casa que cuida a las crías conjuntas.
Mientras, el hombre añora el gamberro que fue, y a veces se le va la pinza. Y además las mujeres, secretamente, admiran y se enamoran de los hombres un poco canallas, porque como su pareja sea un aburrido burgués que a todo dice que sí, se ven obligadas (incluso contra su propia voluntad), a ponerles unos muy merecidos cuernos.
Como la columna de Sostres es muy buena y da para más, pues escribiremos esta noche una segunda columna con el mismo título. Hasta luego.