MARÍA DOLORES DE COSPEDAL
28-05-11
Ayer finalmente comimos con María Dolores de Cospedal (MDC). Y en Horcher, claro. Dónde va a ser, si no.
Resulta que MDC es seguidora de nuestras ya legendarias e inimitables columnas, y llevaba muy mal eso de que nosotros una vez le hayamos llamado estreñida en una de ellas.
Le intentamos explicar que lo decir estreñido era un tropo, y que en absoluto tenemos ninguna gana de saber de sus rutinas fisiológicas.
En verdad, teníamos dudas en aceptar la comida con MDC.
Pensamos: Esta mujer, estreñida o no, es capaz de fostiarnos en público. Va a ser que no.
A nosotros no nos gusta que nos regañen, ni hombres ni mujeres. Además de darnos pereza, nos sentimos incómodos, como el pato Donald cuando se hace muy pequeño porque ha metido la pata.
Y así, la llamada en persona de MCP nos sorprendió.
Primero pensamos que era una broma de algún amiguete. Luego, gravemente, la cosa se confirmó.
Uy, qué susto.
Para empezar, el sitio propuesto, Horcher, no nos gustaba demasiado. Mira que hemos ido por temas profesionales y hasta personales.
Encima, y después de que nos enteráramos que Leire Pajín, esa regresión mental y física en la evolución femenina, lo suele frecuentar, como suelen hacer todos los horteras y nuevos ricos con algo de pasta (ajena), encandilados (encandelabrados) con la clase y el lujo del verdadero dinero antiguo (el nuevo no es lo mismo, huele peor), pues menos ganas teníamos de ir a Horcher, y además con la compañía a solas de MDC. Si hubiera habido más gente, nos podríamos haber escaqueado, ocultado, mimetizado o así.
Si algo nos decidió aceptar la invitación a Horcher de MDC fue la siguiente reflexión:
Esta señora es probable que mande mucho dentro de un año. En la Administración hay una cosa terrible que se llama Agencia Tributaria. Y si ésta mujer, despechada por nuestra descortesía, decidiera investigarnos a fondo?
Tan sólo de pensar en una carta certificada de la tal Agencia, nos entraron tales sudores fríos y temblores, que sólo lo pudimos aliviar con seis gin tonics muy seguidos de Seagram’s, nuestra ginebra favorita, además de buena, bonita y barata.
Acudimos puntuales a la cita con MDC. Además de por ella, íbamos con cierta aprensión, porque el año pasado discutimos con el maître, y todo porque tuvimos el capricho de comer en invierno dos especialidades de la casa frías. Y el muy petulante del maître nos insinuó, con supuesta fina ironía, que cómo íbamos a comer dos platos fríos en el invierno de Madrid. Y le contestamos: Porque nos da la gana. Menuda desfachatez del servicio ahora, en democracia. Encima se creen esa trola de la igualdad.
MDC ha sido todo un descubrimiento. No como el de América, que está muy lejos, sino como el de Albacete (ella nació allí), ese sitio en el que los madrileños paramos a comer algo camino de la costa. Las provincias, que son muy socorridas (con nuestro sincero cariño a los albaceteños o albaceteros o albaceas o como se diga).
De estreñida nada, MDC. Con buen apetito y evitando las innecesarias grasas (salvo las grasas sanas del jamón ibérico de aperitivo) nos cautivó con su cultura, clase y discreción. Que sea abogada del Estado nos impresiona mucho, sobre todo porque en su día nosotros nos consideramos física y metafísicamente incapaces de estudiar de memoria no sé cuantos temas, ocho horas al día durante al menos tres años. Menudo rollo. Por eso lo estimamos algo meta-físico, sobrenatural.
Hicimos buenas migas con MDC. Nosotros casi no hablamos y a todo asentimos, pensando en la Agencia Tributaria ésa, por si acaso. No es que tengamos nada que ocultar. Es que somos así, aprensivos e hipocondríacos para ciertas cosas.
Mujer coraje, madre soltera, muy atractiva en su principio de madurez (45 años), como casi todas las maduras, que nos ponen mucho más que una docena de perfectas veinteañeras, hizo que una pequeña e injustificada fobia se convirtiera en toda una filia.
Hasta sopesamos la posibilidad de coquetear con ella, ya animados por el vino y con nuestros infalibles encantos, y llevarla al huerto (o a Albacete). Pero la discreta (pero inmutable. Creemos que le caímos mal) presencia de uno de sus temibles y enormes escoltas, y el hecho de que parece que está más o menos felizmente casada, nos persuadió de ello.
En esta comida intuimos algo histórico: que esta mujer va a ser la primera presidenta del Gobierno español, que desde luego y a Dios gracias no va a ser la Chacón esa (pobrecita. Una pardilla rodeada de una manada de despiadados lobos. Eso le pasa por jugar a las casitas de la política sin tener ningún talento para ello. Hala, niña, a tu casa a hacer calceta o así).
Mucho más meritorio que sus oposiciones a la Abogacía del Estado, es su triunfo en Castilla-La Mancha.
Si el devenir de la historia fuera lógico (que a veces se fuerza, como en el 11 M), después de una o dos legislaturas de Rajoy, sobrevendrá la presidencia de MDC.
Hasta entonces, esperamos volver a comer con ella. Pero por favor, no en Horcher, no vaya a ser que nos indigestemos por haber visto a Leire Pajín y haber tratado con ese maleducado maître.
Hasta pronto, MDC: Acuérdate de lo mío.
Con que la Agencia Tributaria jamás nos envíe una de esas cartas certificadas, nos conformamos.