Esto no es una columna. Es sólo un comentario con motivo de unas observaciones de Herrador en otra columna.
Ya sé que el tema es un coñazo. Uno no puede tratar siempre de escribir cosas divertidas y tonterías. El tema es serio, muy serio. No todo en la vida es cachondeo, desgraciadamente.
El tema del alcoholismo es muy complejo, y cada persona es un mundo, como se suele decir.
Si la afectada es mujer, todavía peor. Si un hombre alcohólico está mal visto, una mujer mucho más. No me preguntes Herrador por qué. Seguramente ese latente machismo que todavía persiste en nuestra sociedad en todos los niveles.
Un mujer no puede ir a la barra de un bar, porque sería considerada una alcohólica o una puta, o las dos cosas.
Los bares son territorios masculinos, y nadie te mira si pides un gin tonic y estás solo. Pero ay como lo haga una mujer. La mirarán de arriba abajo y con una cierta cara desprecio.
Por tanto, la mujer alcohólica conlleva un problema añadido: que suele beber a solas y a escondidas. Hasta terminan llevando una petaca en esos bolsos donde nunca encuentran nada.
Quién es alcohólico?
Hay muchas teorías, y ninguna es completa y que se pueda aplicar como principio a la toda la compleja y variada fauna humana.
Unos hablan de determinados gramos de alcohol al día. Otros que si se toma diariamente. Otros que si uno no es capaz de aguantar sin beber alcohol hasta la hora de la comida (es decir, cada día adelanta la hora de tomar la primera cerveza, por ejemplo). Y otros dicen que cuando el bebedor ya no disfruta con el sabor de la bebida (el vino), y solo busca los efectos que produce.
Yo me quedo con esta última teoría. Porque yo conozco gente que bebe mucho y a diario, y por su naturaleza o por lo que sea, pueden llevar un vida normal, y no los considero alcohólicos.
En cambio, otros no tienen esa tolerancia al alcohol, y sus efectos se le nota mucho más en su vida diaria (trabajo, familia, deporte).
Es típico que el alcohólico no reconozca su problema. “Yo controlo”, “Yo dejo de beber cuando quiera”. Mentira. Se engañan a sí mismos.
Pero para eso estamos los amigos y la familia, para indicarles el camino.
Terapias? Hay miles. Empezando por mi denostada de Alcohólicos Anónimos. Quizás fui injusto con ellos. Bienvenido sea si un alcohólico (o millones) deja de beber gracias a su sistema. Pero lo he hablado con psicólogos y tampoco están de acuerdo con su sistema, y que es menos propio para nuestra cultura mediterránea.
Ingreso en clínicas? Sí cuando los casos son extremos. Pero tampoco es la solución. Si el alcohólico no aprende a gestionar sus problemas y su depresión a través de una buena terapia psicológica, tarde o temprano volverá a recaer.
Para acabar con el alcoholismo de una persona, no hay que atacar/erradicar la consecuencia (el alcoholismo), sino extirpar de raíz la causa.
En los hombres la causa suele estar en el trabajo (despido, desempleo, problemas económicos). En la mujer, la causa suele ser de orden personal/sentimental: pareja, divorcio, muerte de un hijo o un familiar muy querido.
Conozco alcohólicos rehabilitados que llevan muchos años sin beber y ni se acuerdan, y no han ido a estos tortuosas y deprimentes sesiones de AA. Lo consiguieron con terapia psicológica y el apoyo de su familia, que en estos casos es esencial, ya que los alcohólicos suelen ser unos apestados, y la gente suele perder la paciencia enseguida. A veces hasta la familia más directa pasan de ellos, por egoísmo o por simple impaciencia debido a las recaídas y mentiras del alcohólico.
Hay cosas que no se curan, como la maldad y el egoísmo.
El alcoholismo se puede curar, y el alcohólico puede descubrir una nueva vida, que le parecerá maravillosa y plena comparada con la que ha tenido.
Hay que dar con la tecla adecuada, porque el alcohólico suele recaer muchas veces y algunas terapias no funcionan. Lo difícil es encontrar la tecla adecuada del piano de la vida.
No soy muy partidario de ingresarlos, porque el riesgo de recaída es mucho mayor después.
El alcohólico es un ser humano desorientado y abandonado por sí mismo y por todos. Tan solo necesita una mano amiga que le ayude a levantarse y seguir.
Ayudarles no es tan solo nuestra obligación, sino nuestra devoción.
Animo a cualquiera que conozca un caso, sea familiar, amigo o conocido, a que ayude a ese pobre hombre o mujer. No se arrepentirá de hacerlo, y aunque le cueste muchos disgustos.
Si los seres humanos no debemos juzgarnos entre nosotros (Quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra), mucho menos debemos juzgar a un enfermo como un alcohólico. A los enfermos se les ayuda, no se les condena al infierno.
Juzgar, o probablemente el verbo más odioso que existe.