LO POLÍTICAMENTE CORRECTO
17-08-10
Hemos tenido que buscar en el pozo afondado y afortunado de la Wipedia de Diderot, Voltaire y D’Alembert (hubieran estado encantados y orgullosos de haberla conocido. Sus geniales intuiciones e inspiraciones fueron su origen, al fin y al cabo), para asegurarnos del significado de la expresión políticamente correcto.
Sospechábamos que su génesis (qué bien escribimos, qué propia queda este palabra en este momento) estaría localizada en USA, y atribuíamos su autoría a los calvinistas. Así es.
Para ser un verdadero calvinista, hay que ser blanco y anglosajón (tautología). Nunca hemos visto un calvinista negro, o latino u oriental, que para nosotros, todos los orientales y por defecto son budistas. Un lío esto de las religiones. Con lo fácil que sería que sólo hubiera una.
Casi todo los que no nos gusta de la mentalidad norteamericana (hay muchas más que nos gustan), se lo atribuimos oscuramente y sin razón a los calvinistas, para nosotros una bestia negra, peor que los anglicanos y mucho peor que los papistas, que al menos los papistas tienen al Papa, la Capilla Sixtina, un ciudad eterna y bellísima como Roma (nunca hemos estado. Sólo lo sabemos por las películas y algún documental de viaje), buenas pizzas y algún queso y vino aceptables, exceptuando eso que llaman lambrusco, un vino propio de mujeres tacañas. Un caballero de verdad jamás bebería un lambrusco, que es una especie de mosto con alcohol y muchas burbujas. Para burbujas, las del cava o el champagne y sobre todo la tónica, la amante ideal de una buena ginebra, a ser posible inglesa, que los ingleses, si algo saben hacer bien, son zapatos cerrados, de cordones, y ginebras. Lo demás vamos a dejarlo.
Nuestra fobia por los calvinistas seguramente es injusta y desproporcionada. Nosotros vemos a un norteamericano y anglosajón y pensamos enseguida: Este cabrón es un calvinista encubierto, aunque se declare católico e irlandés. A ver qué nos dice. Nos ponemos de inmediato a la defensiva.
Es obvia la influencia de USA en todos los ámbitos, en expresión hecha y tópica y propia de un columnista perezoso y sin talento. Se puede ser perezoso, pero al menos tener talento. En general, la peña que escribe no tiene talento y encima son unos vagos redomados o sin domar. Pues que se fastidien. Haber tenido talento y que dejen de escribir de una vez.
La gente ya a penas lee libros que merezcan la pena, y dedica su ocio a tocarse las bolas, navegar por internet, chatear con la maldita Blackberry o jugar con el ordenador o con video consolas, como el friqui de nuestro hijo. Pero al él se lo consentimos, primero porque es nuestro hijo y con él no se mete nadie, y segundo porque es un buen lector e incluso escribe sorprendentemente bien para sus todavía tiernecillos dieciséis años. Es muy friqui pero buen chico.
Así, cualquier cosa que ocurra en el gran Imperio del Mal (o del Bien) como algunos llaman a USA, influye en cualquier parte del mundo, y sobre todo en la decaída y decadente Europa, y su miembro (o miembra) todavía más decante, España. Nos llevamos decayendo como país unos cuatro siglos, más o menos, y ahora ZP ha sido llamado por la Historia para darle la puntilla, como a los pobres toros. En fin.
Unos de los conceptos importados del bastante y aún muy calvinista imperio (y aunque no haya más colonos. Todos los norteamericanos anglo son unos colonos en potencia, y no ponen persianas en sus malditas casas, para que así te tengas que levantar con el sol y te pongas a trabajar. Caramba con la ética del trabajo), es lo políticamente correcto. Pues menuda gracia, menuda mierda de importación hemos hecho. Ni los coches norteamericanos son tan malos. Mira que son malos, comparados con unos sólidos y fiables coches alemanes, que es prácticamente lo único bien que saben hacer, además de tuneladoras y alguna guerra, de vez en cuando.
Lo políticamente correcto es el recurso del cobarde, y el peor cobarde de todos, el cobarde moral. Escondido en la masa y en el pensamiento único (porque no tienen nunca pensamiento propio), se arroga la propiedad, ortodoxia, canon y decisión de lo que se puede decir o no. Es inseguro, rencoroso, aburrido, envidioso y manipulador. Una joya, vaya.
Es taimado y amargado, y quién no esté con él, está contra él.
El políticamente correcto quiere hacerse amigo de todos, y al final, debido a su hipocresía y mentira, no es amigo de nadie.
El consuelo es que al final se queda solo, cuando sus mentiras y vergüenzas y desvergüenzas quedan al aire. Pues que se joda, por capullo. Fuera! lo políticamente correcto, como la prohibición de no auto halagarse. Quién nos halagaría si no.