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El braguetazo

EL BRAGUETAZO

05-07-10

Dice el diccionario que braguetazo es casarse por interés con una mujer rica. Pues vale, porque resulta que es un aumentativo de bragueta. Ay las braguetas: que haríamos nosotros sin ellas, pero aún más, que harían las mujeres sin braguetas, de cremallera, botones o hasta velcro.

Según Freud, como la mujer no tiene polla, pues la echa de menos. Eso es por lo visto el complejo del falo ausente. Señores: tengan cuidado con su polla, a ver si alguna pervertida freudiana se la quiere quedar. Nosotros apreciamos tanto nuestra polla, que no la dejamos en manos de cualquiera. Mucho menos en boca de cualquiera, pues resulta que las bocas suelen tener dientes, y una mujer cabreada o despechada puede llegar a ser un arma dentada de destrucción masiva. Ojo con las mujeres despechadas, que te pueden desde envenenar hasta dejarte sin tu  útil y práctica polla.

Por extensión, y porque es la común, ya que quién suele tener la pasta es el hombre, no nos pregunten por qué, es más apropiado decir de braguetazo que es casarse por interés con un hombre rico.

Entonces, lo mejor sería inventarse una nueva acepción para la palabra coñazo: casarse por interés (y bien encoñado) con un hombre rico. Eso a lo mejor merece otra columna. Vamos a centrarnos en el braguetazo.

Nosotros cuando jóvenes, intentamos dar un braguetazo. Sospechábamos entonces que eso de trabajar sería un aburrimiento. Pensábamos, con razón, que ganar dinero trabajando es una absoluta ordinariez. Uno se puede poner un cómodo traje hecho a la medida, por ejemplo de brillante alpaca pero que no sea muy cantosa, que si no pareces un rumbero gitano cantando en un concierto, y una bonita pero discreta corbata de seda (mejor de Loewe, que las de Hermès están muy vistas, son más caras y encima más cursis), para ir a una cena o un cóctel. Pero cómo es posible que haya que ponerse un traje y corbata todos los días para encima ir a trabajar? Eso es esclavitud, alienación o alineación, que siempre nos confundimos y ya no sabemos si estamos hablando de fútbol o del materialismo dialéctico o así.

Como único hijo varón, nuestra madre siempre estuvo ojo avizor (deliciosa expresión hecha) en tratándose de posibles novias serias para nosotros. Resulta que las posibles candidatas que nos gustaban, o eran más pobres que nosotros o incluso de peor familia que la nuestra, cosa bastante fácil por cierto. Y las candidatas que le gustaban a nuestra madre, eran todo lo contrario, ricas, de buena familia pero, ay, bien feas y muy peludas por todos lados. Entonces no existía la depilación láser.

Y nosotros que pensábamos que todos las ricas de buena familia eran guapas, como si fuera un mundo a lo Guermantes de Proust. Y una leche, que todavía recordamos con pavor estético (y escénico) el careto de alguna de aquellas vírgenes (seguro que lo eran, porque qué macho se podría haber acercado a ellas).

Con el tiempo, desistimos de nuestra primera intención de dar un braguetazo, ya que nos dimos cuenta que no éramos un hermoso príncipe italiano arruinado que pretendía a una riquísima heredera norteamericana, como en la inolvidable novela de Henry James, La copa dorada.

Aceptamos estoicamente nuestro destino, y decidimos que era necesario trabajar, a pesar de que es realmente  muy aburrido. En lugar de dar un braguetazo, nos dieron  por tanto un coñazo.

Ahora nuestra mujer anda todo el día de gimnasios y cosas así, sin currar,  mientras nosotros nos rompemos a trabajar nuestros muy probables cuernos.

Coño: eso nos pasa por leer a Proust y a Henry James. Nos hubiera ido mejor incluso leyendo al inefable Antonio Gala.

El braguetazo, o por qué nunca hay que escupir para arriba. En vez de nosotros dar un braguetazo, no dieron un coñazo. Qué se le va a hacer. 

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  1. #1
    3...s
    07/07/10 03:06

    El braguetazo...que bueno...el bragetazo supremo español, es el que dio Rajoy y el coñazo es tener que escucharlo...jejeje

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