LA ANDRÓGINA MUJER
29-11-12
Alguien dijo que las mujeres quieren estar delgadas para gustar a otras mujeres.
Ante lo inesperado e inquietante de tal apotegma (que significa dicho breve y sentencioso, que lo acabamos de mirar), decidimos preguntar a nuestra mujer, que nos contestó un tanto airada y mosqueada: Qué estupidez. Yo quiero estar delgada para gustarme a mí misma.
Esta contestación nos sumió todavía más en la perplejidad, y entonces decidimos escribir esta columna para poder investigar un poco sobre el asunto.
Es absolutamente enternecedor observar los tremendos esfuerzos que hacen las mujeres para cuidarse. Alguna ya no sólo se opera las tetas, los morros y las piernas, sino que se operan hasta el chocho, que ya es decir.
(Verídico. No es trola, que lo hemos leído en internet).
Nuestra favorita es la mujer madura, más o menos de nuestra edad. Como tenemos una hija guapísima de veinte años, consideramos algo ridículo y hasta delictivo eso de que hombres maduros salgan con mujeres mucho más jóvenes. De hecho nos parece un delito de pederastia, aunque formalmente no lo sea. Debería ser punible.
Es encantador observar a la mujeres en una lucha, mejor, una guerra que ya tienen perdida de antemano: la vejez, el paso del Tiempo.
No hay nada más patético y triste que mirar en una mujer el resultado de la falta de pericia de un cirujano plástico. No hay nada menos erótico que, estando en plena faena, tocar el bulto duro de la silicona de un pecho operado (con la salvedad de aquellas que, por enfermedad, hayan tenido que reconstruir su tan femenino atributo, porque entonces las adoramos más aún si cabe).
Nosotros somos hombres y nos gusta estar delgados, pero no andróginos. Mariconadas, las justas. Y queremos estar delgados para estar a gusto con nosotros mismos (no hay nada más deprimente que probarse un pantalón del verano pasado y que no nos entre). En esto va a ser que nuestra mujer tenía razón, por extensión y analogía.
Pero sospechamos que si las mujeres llevan bolsos y zapatos y cinturones y accesorios a los que los hombres jamás prestamos atención, lo hacen para gustar, en el buen sentido, a otras mujeres. Si no, para qué?
Por tanto, nos identificamos con el apotegma más arriba dicho. Misterio resuelto después de nuestra investigación.
El problema es cuando la mujer, ya da igual la edad, de tal delgada que quiere estar, se convierte en algo andrógino: la miras por detrás, y no tiene culo, sino el culo de un hombre delgado. Por no hablar de las tetas, que con tanta dieta creemos que hasta se les empequeñecen y hasta se les caen, con lo bonitas y útiles que son unas buenas tetas.
Pues nada, dale que te pego: quiere ser hombre cuando los hombres deseamos que sea mujer, y cuanto más maciza, mejor.
La española caucásica o como se diga, tiene un problema: que España se ha llenado de latinas, que al contrario que la nacional, no desfallecen en mostrar sus femeninos atributos: unos culos, unas caderas, unas tetas, que nos hacen temblar a los hombres.
Los hombres en público somos unos esnobs, y preferimos que nos vean con mujeres delgadas/andróginas y con bolsos de marca, aunque nos sepamos cuál.
En secreto, preferimos las latinas.
Entonces, señoras, para qué tanta dieta? Sufren ustedes y encima no nos dan gusto a los hombres.
La verdad, no hay quien les entienda.