La confesión es del pasmado de la foto, un tal David Lereah, ex-presidente de la asociación nacional de agencias inmobiliarias de los EE.UU, que a toro pasado ha reconocido que forzado por su cargo, manipuló la información tan optimista que ofrecía del sector inmobiliario. Bufff, menos mal que lo ha dicho ahora, porque si no nadie se habría dado cuenta. En fin, nada nuevo bajo el sol y otro flagrante ejemplo de la bajeza moral imperante en los negocios o política, en donde lo importante es hacer negocio y acabar salvando tu culo.
Pero tampoco no hay que irse tan lejos para encontrar ejemplos como el de este tipejo. En España también fueron muchos los que negaron la existencia de una burbuja inmobiliaria (... y algunos siguen aún hoy en día empecinados con la misma cantinela). Hace falta citar nombres?, alguien se acuerda de los Cascos, Montoro, Rato, Caruana, Botín, Trujillo, Fernando Martín, Enrique Lacalle, Enric Reyna, Gregorio Tamayo, Standar & Poor's, las Cajas de Ahorro, API's, Asociaciones de Tasaciones e Hipotecarias varias, patronales del tocho y un largo etc. Si alguien quiere seguir con una lista inacabable de mentirosos, aconsejo este hilo de Burbuja.info . Al menos este sinvergüenzón yanqui reconoció que mintió. En España ni esto.
En todo caso agradeceríamos que algún día la Justicia en este país dilucidase si toda esta panda de desalmados hubiera podido incurrir en algún tipo delito con sus declaraciones que sirvieron para estafar y engañar a miles de familias megaendeudándose en un activo sobrevalorado (ahí p.ej. tenemos el art 284 del código penal: sec. 3ª "delitos relativos al mercado y a los consumidores"). Si bien, lo más sangrante acaba siendo el silencio de los grandes mass media que publican tales noticias sin objeción crítica alguna, sin cuestionarlas, ni relativizarlas o ponerles un contrapunto con otras previsiones o análisis. Así les va a muchos que ya han perdido la partida frente a medios libres de difusión por Internet. En fin, seguiremos ilusoriamente esperando que algún día actue la justicia o los códigos deóntologicos del periodismo