Las noticias de las bajadas del Euribor y la Inflación también han servido para animar una fiesta efímera y cuya resaca será terrible. En fin, que nadie se lleve a engaño, esta volatilidad histórica en los mercados no puede presagiar nada bueno, y si bien se ha capeado la última tempestad en los mercados financieros, esto para nada se ha acabado y la pregunta será saber por cuanto tiempo durará esta calma chicha. Queda todavía mucha mierda por caer y poco por hacer para evitar que nos salpique lo menos posible.
Y para acabar de arreglar las cosas, que nadie se olvide que tras el apaciguamiento de esta última tempestad financiera se recrudecerá la crisis económica a la que incuestionablemente estamos abocados y cuyos síntomas empiezan ya a manifestarse desde hace meses. Lo más triste de todo es que entramos en esta recesión con el paso cambiado, con las arcas públicas saqueadas para lavarles la cara a las cajas y bancos de esta país. Poco o nada quedará para los últimos a sumarse a esta fiesta del despropósito. Sectores productivos enteros, que pasarán por ser los más necesitados de ayudas, caerán incapaces de ser reflotados por el Estado.
En cualquier caso esperamos que todo este embrollo haya servido para abrirles los ojos a muchos respecto que un sistema financiero no se puede sustentar bajo la premisa de sobreendeudar a la gente con inmuebles inflados de precio y que presuntamente se iban a revalorizar de por vida. Eso ya sabemos que nos ha llevado a donde estamos ahora, y si al menos todo este descalabro sirve para descuartizar y enterrar este sistema financiero, algo habremos sacado en claro de todo este follón.