La tasa de morosidad actual en España sobrepasa ya el 0.8%, y según varios estudios, se prevé que acabe el año por encima del 2.5%. La situación de la morosidad se agudiza si se analiza en el sector inmobiliario, puesto que como ya es público y notorio, la reacción del sistema financiero ha sido fulminante; cortar el grifo del crédito poco exigente a un sector muy voraz en el consumo de capital para la compra del suelo y para la construcción. Especialmente la situación se ha complicado para los promotores en donde la entrada de efectivo se ha volatilizado debido a unas ventas prácticamente nulas en el último año y medio, pasando a tener una dependencia del crédito a corto plazo concedido por las entidades financieras, sobretodo cajas de ahorro. En breve, todas estas promociones irán finalizando, y continuarán generando unos intereses y amortizaciones que van continuar corriendo por cuenta de las promotoras, pues no hay compradores a quien subrogar este marrón de crédito creciente por el Euribor. A más a más, el tema se complica por la pérdida de valor de uno de sus principales activos: el valor del suelo. Ante este panorama desolador, cualquier promotor en dificultades, tiene básicamente tres pautas de actuación:
1ª.-Si la obra no está demasiado avanzada, una opción que ya se empieza a vislumbrar es la de parar máquinas y que la promoción se quede en el esqueleto de la obra.
2ª.-Otra es la de asumir pérdidas (lo comido por lo servido en tiempos del boom inmobiliario), rebajar el precio hasta conseguir colocar el producto como sea, y así cancelar como se pueda la deuda.
3ª.- Resistir en esta situación de standbye, no bajando precios, y acabando lo más seguro en un proceso concursal como los que ya se empiezan a observar: la valenciana Llanera, la vasca Ereaga, la canaria Mazotti, la catalana Sánchez Romero, y largo etc.
Resumiendo: lo mejor que pueda hacer una promotora que no tenga fondos propios es cerrar el chiringo y esperarse a que vengan mejores años.
1ª.-Si la obra no está demasiado avanzada, una opción que ya se empieza a vislumbrar es la de parar máquinas y que la promoción se quede en el esqueleto de la obra.
2ª.-Otra es la de asumir pérdidas (lo comido por lo servido en tiempos del boom inmobiliario), rebajar el precio hasta conseguir colocar el producto como sea, y así cancelar como se pueda la deuda.
3ª.- Resistir en esta situación de standbye, no bajando precios, y acabando lo más seguro en un proceso concursal como los que ya se empiezan a observar: la valenciana Llanera, la vasca Ereaga, la canaria Mazotti, la catalana Sánchez Romero, y largo etc.
Resumiendo: lo mejor que pueda hacer una promotora que no tenga fondos propios es cerrar el chiringo y esperarse a que vengan mejores años.