El Gobierno oficializa la crisis

Después de más de dos años de parón inmobiliario, de casi un año desde la crisis de las hipotecas subprime, de varios trimestres seguidos de caída en los índices macroeconómicos y de tres meses después de las elecciones generales, ZP ha acabado por reconocer lo que resultaba una obviedad para el más común de los mortales: la situación económica es mala. Si bien, acto seguido la volvió a cagar diciendo que esto se arregla para el segundo semestre de 2009. Aunque el dicho popular diga que más vale tarde que nunca, mucho nos tememos que poquito le queda ya por hacer al Gobierno sino es verlas venir. La situación es irreparable: no habrá el tan ansiado relevo de la construcción hacia la industria (bastante tendrá ésta en mantener el tipo), lo mismo sirve para el sector servicios y el turismo, el consumo interno se desploma y ya no hay crédito para reanimarlo, el gasto público será irrisorio después que ZP se haya pulido parte del superávit con sus 400 € y que la recaudación del Estado se esté desplomando, a medio plazo se harán evidentes fuertes turbulencias en el sector financiero español con algunas cajas de ahorro que se irán al garete cuando los índices de morosidad se disparen, la inflación seguirá alta por la crisis de las materias primas y el petróleo, el paro irrumpirá con fuerza, y así un largo etc. En fin, tan mal lo ve Solbes, que está vez ni tan siquiera se ha atrevido hacer de pitoniso con el PIB y ha soltado que estará por debajo del 2%, o lo que es lo mismo, reconocer que la cosa está tan peliaguda que ni se pone suelo a esta caída libre en las previsiones del PIB. Fijo que ahora sí que acierta. Todo ello afianza nuestra tesis de hace meses de que el batacazo será más duro que lo que se esperaba, y que nos encaminamos a una severa crisis estanflacionaria que desembocará en crisis sistémica de larga duración. Mientras tanto, ZP difundió un conjunto de medidas de corte liberal parar intentar apaciguar la tormenta que nos viene encima, pero llegan tarde y son de escaso calado por lo que a duras penas servirán para mitigar la crisis que ya nos acecha. Con ello, el Gobierno vuelve a dar la impresión de marchar a remolque de los acontecimientos y de carecer de un plan coherente para hacer frente a la situación. En fin, que nos espera una larga travesía por el desierto.