Dicen que quién no recuerda su historia, está condenado a repetirla. Pues bien, los paralelismos entre la crisis inmobiliaria de principios de los 90 y la que sufrimos actualmente resultan asombrosas. En ambas crisis, las similitudes se repiten, resumiendo: subidas espectaculares en el precio de la vivienda, entrada en recesión económica, subida de la morosidad, estancamiento en las ventas, impagos de hipotecas, restricción severa en la concesión de hipotecas y todo ello acaba por formar un cóctel explosivo que tira los precios con fuerza hacia abajo. Tres lustros después, la repetición de la crisis es real y parece haber atrapado a los mismos actores: las familias. Pero que nadie se engañe, no está pasando nada que no estuviese en los manuales de teoría económica. Y del mismo modo que antaño, los ultraliberales de las épocas de vacas gordas se reconvierten por arte de birli birloque en acérrimos keinesianos cuando vienen mal dadas, pidiendo que todos cubramos sus excesos y errores cuando sus ganancias fueron privativas. Pero también es cierto que son muchos los que se esperan que pase la tormenta para volver a comprar barato, especular, etc. y ...vuelta, o no?, porque en los 90 no existía la globalización económica para entrar en mercados emergentes inmobiliarios de Europa del Este o Sudamérica como hoy en día sí existe. Quizá por ello, el bucle del tiempo ya no se repita otra vez para principios de 2020, o sí, porque el humano es el único animal que tropieza tres veces con la misma piedra.