Con raras excepciones (si acaso hay alguna) todos los productos y servicios que crea una economía van destinados al consumidor final. No directamente, sino a través de distintas etapas intermedias.
La información económica que ayuda a los distintos agentes a tomar decisiones se propaga desde el consumidor hacia atrás a través de las etapas de la producción, y no al revés.
El consumidor es soberano y tiene un gran poder. Posee el bien más líquido que es codiciado por todos: el dinero. Como consumidores “votamos” cada día influyendo decisivamente en las decisiones que se toman en toda la economía.
Juan Cogollos
Responsable de Comunicación de Impassive Wealth