Estamos en los últimos días de 2016 y como cada año los medios de comunicación tradicionales y los blogs se llenan de predicciones económicas y financieras para 2017. Dichos medios nos dan respuestas a preguntas como las siguientes para que “posicionemos” nuestras carteras de cara al año entrante:
- ¿Qué políticas adoptará a la hora de la verdad la administración Trump?
- ¿Cómo evolucionará la economía China?
- ¿Saldrá Japón de sus ya décadas de estancamiento y deflación?
- ¿Subirán y a qué velocidad los tipos de interés en las distintas zonas monetarias?
- ¿Seguirán las materias primas en su senda alcista?
- ¿Se estabilizará el sector bancario de Italia y se evitará el contagio a Europa?
- ¿Resurgirá una crisis en Grecia?
- ¿Quién ganará las elecciones en Francia, Holanda y Alemania?
- ¿Qué efectos tendrá el Brexit para Reino Unido y para la Unión Europea?
Y así la lista sigue: inmigración, guerra en Siria, terrorismo, Oriente Medio, Israel, independentismo en España, precio del petróleo…
A partir de predicciones en estos temas se pretende predecir la evolución de los mercados mundiales y obtener una rentabilidad superior a la del resto de inversores. Fácil ¿no?
Pues no. Mi predicción para cada una de las cuestiones anteriores y para otras muchas que me queráis plantear es la misma: “No tengo ni la más remota idea”. Ya expuse en otro artículo que acertar es difícil, deducir las consecuencias también y además nuestra “apuesta” debe ser distinta a la del resto de inversores para ser verdaderamente rentable. Por cierto, me rechinan los dientes cada vez que leo “apostar” y sus derivados en comentarios sobre inversión.
Otro error muy común es analizar las rentabilidades de mercados y fondos de inversión para el año que concluye. Primero porque el año empieza y termina en momentos arbitrarios. Si el año comenzase en Marzo los datos serían muy distintos. Segundo porque la rentabilidad de un año no significa nada. En renta variable los resultados anuales son erráticos, casi aleatorios. A diez años se empieza a apreciar “la tendencia al alza” de la bolsa y a treinta cuesta encontrar un periodo con rentabilidad real negativa.
No me malinterpretéis, yo soy el primero que consume ese tipo de artículos. Son divertidos, entretenidos, ligeros, ideales para estos días festivos. Los leo con enorme disfrute con una actitud escéptica. Son artículos de ficción. Mientras no nos influyan no tienen nada de malo.
El inversor que va siguiendo a las predicciones es como el perro que intenta morderse la cola. Los cambios de dirección permanente generan gastos, impide que maduren las inversiones y generan un gran nivel de ansiedad. Nada como la definición de economista (aquel que explica hoy como ayer no sucedió lo que predijo anteayer) para ilustrar el concepto.
Lo que proponemos en este blog para invertir con éxito es:
- Largo plazo, muy largo plazo. Mínimo 10 años.
- Invertir en todos los activos “deseables” que existen. No se sabe a priori cuales lo harán bien y cuales lo harán mal.
- Rebalanceo de porcentajes para comprar barato y vender caro.
- Vehículos de inversión baratos. Evitar costes de transacción (operar muy poco).
- Manejo de la liquidez para aprovechar oportunidades.
- Eliminar acciones “activas”. De ese modo el rumbo no se altera con nuestro humor del día, la última opinión que hemos leído o nuestros múltiples sesgos psicológicos.
- Equilibrio y descorrelación. Una cartera que dé prioridad a nuestra divisa, con cobertura mundial y con activos de evolución dispar en el tiempo. Esto suaviza vaivenes y permite aprovechar el rendimiento de activos diversos.
Hablaremos en otros artículos sobre los activos que pensamos que son deseables y que deben estar en toda cartera que se considere equilibrada.
De momento, desearos una feliz entrada de 2017 y una feliz inversión en 2017-2037.