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La corrupción, mal endémico

 

Por todos lados proliferan noticias acerca de casos de corrupción en el mundo, cada vez más escandalosos, por cierto, pero vayamos por partes, para entender el tema empecemos con encontrar una definición del término.

 

Según la Real Academia Española la definición de corrupción es:

(Del lat. corruptĭo, -ōnis).

1. f. Acción y efecto de corromper.

2. f. Alteración o vicio en un libro o escrito.

3. f. Vicio o abuso introducido en las cosas no materiales. Corrupción de costumbres, de voces.

4. f. Der. En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.

5. f. ant. diarrea.

~ de menores.

1. f. Der. Delito consistente en promover o favorecer la prostitución de menores o incapaces, su utilización en actividades pornográficas o su participación en actos sexuales que perjudiquen el desarrollo de su personalidad.

corromper es:

(Del lat. corrumpĕre).

1. tr. Alterar y trastrocar la forma de algo. U. t. c. prnl.

2. tr. Echar a perder, depravar, dañar, pudrir. U. t. c. prnl.

3. tr. Sobornar a alguien con dádivas o de otra manera.

4. tr. Pervertir o seducir a alguien.

5. tr. Estragar, viciar. Corromper las costumbres, el habla, la literatura. U. t. c. prnl.

6. tr. coloq. Ar. y Nav. Incomodar, fastidiar, irritar.

7. intr. Oler mal.

Entonces tenemos reunidas varias acepciones del término y de eso modo entendemos que puede adquirir diversas formas. Pero si convenimos que corromper es alterar algo para sacar un provecho propio en contra de los intereses de los demás, creo que nos ayuda a acotar más el concepto y a ponernos un poco más de acuerdo.

La corrupción nace desde que el mismo hombre aparece en la Tierra. La Biblia nos remite a los primeros eventos de corrupción: Caín mató a su hermano Abel por envidia; Jacob compró la primogenitura a cambio de un plato de lentejas; Satanás intentó sobornar - sin éxito - a Jesús, Judas vendió a su maestro por unas cuantas monedas, etc. Y la historia también nos proporciona innumerables casos de corrupción, siendo, en épocas recientes, uno de los más notables el espionaje político que le costó la presidencia a Richard Nixon. Y ahora se habla de la FIFA, pero si tenemos memoria, la corrupción en ese organismo se ha dado desde hace tiempo, si no recordemos la fortuna que reunió Joao Havelange y que ahora no se queda atrás Sepp Blatter, que inexplicablemente logró la reelección en ese organismo, pero que tuvo que dimitir en cuestión de horas, y hasta se dice que es investigado por el FBI.

Se piensa que en los países subdesarrollados se practica con mayor asiduidad la actividad corruptora, sin embargo notables casos de corrupción en el mundo occidental desarrollado lo ponen en duda: Berlusconi; el yerno incómodo del Rey Juan Carlos; los escándalos de Rodrigo Rato y de Dominique Strauss-Kahn; el tema Irán-Contras; la empresa Enron; el colapso financiero de 2007-2008; etc. 

Sin embargo, el concepto de corrupción no nos indica por qué el ser humano se corrompe y aquí quizás nos ayude Lord Acton - historiador y político inglés – quien acuñó la célebre frase que "el poder corrompe, pero el poder absoluto corrompe absolutamente". Luego entonces, si existe la oportunidad de sacar ventaja sobre los demás, la persona se corromperá tarde o temprano  y ello invita a preguntarnos si la corrupción se puede evitar acotando el uso del poder y estableciendo contrapesos efectivos en su práctica. Indudablemente que ayuda, pero hay algo que también debemos de identificar: la corrupción se alimenta de la impunidad, porque ésta permite que los actos ilegales se multipliquen sin obstáculo alguno y para muestra, un botón: hace pocos meses se descubrió que el presidente de México, Enrique Peña Nieto, tenía en propiedad una casa valuada en varios millones de dólares que pertenecía originalmente a una de las principales empresas contratistas de su gobierno, cuestión que no fue debidamente aclarada en público, dada la falta de transparencia prevaleciente en el país, pero lo que sí es seguro que si el suceso se hubiera dado en una nación avanzada, donde hay más contrapesos de poder, el presidente no habría durado en su cargo ni siquiera 24 horas, y sin embargo, en México, donde la impunidad es rampante, no sucedió absolutamente nada. Por cierto que la conocida periodista que sacó el caso a la luz fue removida de la estación de radio a pocos días de revelado el reportaje.

Me he preguntado si los actos de corrupción están arraigados a la cultura de un pueblo, como parte de sus tradiciones, hábitos, costumbres, en su "modus operandi", y que es practicada a diario por la misma sociedad. Así, el soborno al agente de tránsito para evitar una infracción, o al funcionario público para agilizar algún trámite, o conseguir un mejor lugar en taquilla de un espectáculo, o bien, sobornar para eximir o disminuir el pago de impuestos, se convierten en comportamientos comúnmente aceptados, que como escalera van aumentando en gravedad. Si esto es así, no hay que extrañarse que los políticos se comporten de manera sucia, si ellos mismos provienen de una sociedad que, no sólo permite, sino que practica la corrupción de manera habitual. ¿Será que todos somos corruptibles, pero lo que marca la diferencia de unos a otros es la etiqueta de precio que nos ponemos?

Hoy en día, las actividades ilegales mueven cantidades inmensas de recursos y por donde pasa el circuito del dinero corrompe a todo lo que se le atraviesa. ¿Qué hacer? Sería la pregunta, pues la sociedad sencillamente se ha visto rebasada por este creciente vicio. Obviamente, nuestro sistema económico no ayuda, ya que procura a la competencia – que tiene sus méritos, sin duda, porque impulsa al ingenio del individuo, a la innovación y hacer las cosas cada vez mejor -, pero que a la larga deriva en la monopolización de las actividades, poniendo en desventaja a las mayorías. Además, de que no tiene respeto alguno sobre el medio ambiente, pues el principal motivador es el lucro, la ganancia.

Como apuntaba antes, si se colocan contrapesos al poder y si hay adecuadas medidas de fiscalización, más el combate a la impunidad, haciendo que las leyes se cumplan, habrá mejoría, sin duda, pero temo que el mal no se erradicará por completo, pues el mismo ingenio de aquel que tiene la oportunidad de corromperse, verá la forma de darle la vuelta a todos los filtros que se le pongan enfrente.

Afirmaría, entonces, que lo que habría que cambiar es el marco sobre el cual se mueven las sociedades, de tal manera que prevalezca un clima de colaboración y solidaridad, no sólo entre las personas, sino también con el medio ambiente que nos envuelve, de otra manera seguiremos navegando en un mar de competencia desgarradora que nos puede llevar a nuevas guerras entre las naciones.

Acabar con la corrupción es ya darle cerrojazo a la prehistoria del hombre y a entrar de lleno a una nueva era de paz permanente, sin embargo aún nos depara un largo trecho para llegar a ese estado imaginario, aún no conocido.

 

 

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