Europa puede aterrorizarnos pero los signos de que la boyante economía china pueda descarrilar es incluso más grave.
Estudios recientes sobre el sector manufacturero sugieren que el crecimiento en el sector se está contrayendo, el crecimiento de la masa monetaria del mes pasado fue el más lento de la última década y las exportaciones se han desacelerado notablemente, especialmente a Europa. Los precios del sector inmobiliario están en declive y en algunas ciudades principales, a gran velocidad. Por ejemplo, un estudio sobre vivienda nueva en Beijing indicaba un descenso de más de un tercio para el mes de Noviembre únicamente. Los constructores, afectados por las restricciones de préstamos y tipos de interés más altos, han sido empujados a buscar una venta agresiva de los nuevos complejos construidos en un momento de sobre oferta. En muchas ciudades las tasaciones se han vuelto totalmente insostenibles si valoramos ratios de precio/ingresos.
Como es normalmente el caso, el exceso de apalancamiento amplifica el deslizamiento chino. Según el FMI el valor de los préstamos en relación al porcentaje del PIB se ha doblado desde 2006. Vemos que existe una justificada inquietud de que, el tamaño de deuda mala que mantienen las instituciones financieras crezca. China puede pronto descubrir la dificultad de gestionar la combinación de un desapalancamiento generalizado y una gran deuda.
Al mismo tiempo, hemos de decir que China dispone de un cierto grado de flexibilidad en su política. Los ratios de reserva de los bancos pueden rebajarse en caso de necesidad y cuentan con un margen significativo para hacerlo; la política fiscal necesita ser suavizada y se debe permitir que la divisa se deprecie, especialmente con una demanda de dólares tan fuerte. Este último punto puede ser controvertido y sin duda suscitará enorme expectación en “Washington ( especialmente en un año de elecciones), pero sería defendible, especialmente si China se encontrara con déficits comerciales. Los inversores offshore han venido reduciendo su exposición a China en los meses recientes- véase el descenso de 30% en el Shanghai composite en los últimos 6 meses- además de la presión reciente sobre el yuan y el declive de las enormes reservas de divisas chinas en los meses recientes.
Este año Europa ha dominado el panorama para los inversores y traders. El próximo año China absorberá mucha de esa atención.