Solemos esperar que todos los problemas tengan varias causas con la misma importancia. Aunque cuando hablo de problemas no sólo me refiero a corregir algo que esté mal si no que también incluyo el problema de tomar una decisión como, por ejemplo, elegir una inversión o el problema de conseguir un objetivo. Por tanto, cuando tenemos un problema solemos tener en cuenta todas y cada una de sus causas y muchas veces nos vemos, realmente, desbordados de información o de tareas que realizar para llegar a buen puerto.
Sin embargo, está más que comprobado que no todas las causas tienen el mismo peso en el resultado final, es decir, las causas y los efectos están desequilibrados, lo más beneficioso es actuar haciendo incapié en unas pocas causas fundamentales.
Y entonces nos encontramos con otro problema: ¿cuales son esas causas fundamentales?Aquí la intuición puede ser nuestra gran aliada o nuestro mayor enemigo porque si es algo que conocemos, la intuición nos indicará cuales son esas grandes causas pero si es un problema en el que no tenemos experiencia, la intuición nos puede llevar a engaño.
Ya que el tiempo es oro, antes de actuar basándonos en las ideas preconcebidas que tenemos, hay que buscar toda la información posible, estudiar otros casos de éxito, analizar todas las causas y reflexionar mucho para dedicarnos, sobre todo, a aquellas que realmente marcan la diferencia para conseguir nuestro gran plan cómodamente, sin desfallecer en el intento.