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Buscando el valor refugio

http://images.sodahead.com/polls/000492301/polls_GimmeShelterMovie_1013_880534_answer_4_xlarge.jpegNota: A pesar de la longitud de este artículo hemos preferido publicarlo completo para que los lectores tengan una idea global menos dispersa de las reflexiones que en él se incluyen. 
 

Mucho se ha hablado en los últimos meses de la búsqueda casi desesperada de un valor refugio por parte de los inversores de todo el mundo. Ante un escenario donde las reglas de la Economía se han vuelto del revés y en el que el futuro aparece oscuro y enigmático, todos los habitantes del planeta buscan la forma de preservar su patrimonio de los peligros económicos y financieros que acechan por todas partes.

 

Los inmuebles pierden valor día tras día, sobre todo en países como España. Las empresas familiares sufren como nunca para sobrevivir en un entorno recesivo en el que ya es muy complicado el mero hecho de evitar un concurso de acreedores. Y el dinero en efectivo, el poco que la mayoría de familias se han atrevido a manejar después de que sus asesores les hicieran verdaderas carnicerías en 2008, aún arrastran pesadillas en forma de estructurados y traumas diversos que les impedirán volver a pensar con claridad (si alguna vez lo han hecho) en renta variable o cualquier forma de inversión financiera durante muchos años. A los inversores, el haber sido escaldados les hará confundir justos por pecadores, es decir que no distinguirán durante años (o quizá nunca lo hayan hecho) el Valor de la Especulación en los mercados de bolsa. 

A su vez, los bancos ya no son la viva imagen de la seguridad donde resguardar el dinero para que esté a salvo de los peligros financieros sino más bien todo lo contrario. Son muertos vivientes que deambulan desesperadamente en busca del dinero de los ahorradores a cambio de tipos de interés espeluznantes. Con la burbuja inmobiliaria, en sus balances se filtraron enormes cantidades de hormigón que ha solidificado y comienza a resquebrajarse por todas partes.

Pero ahí no acaba el problema, ya que una cosa lleva a la otra, y las cuentas del Estado también están quebradas a causa de unos fundamentales que no han soportado ni el primer asalto de esta crisis económica y financiera. Bastante hace el BCE y el resto de la UE con imprimir billetes y tratar de mantener la aparente normalidad en una Eurozona que se desmorona por culpa de la divergencia de sus economías.

 

 

En definitiva nos encontramos en unos años post crash bursátil donde la recesión económica y los reventones de las burbujas inmobiliarias y de crédito suponen unas arenas demasiado movedizas para la mayoría de mortales. Donde el valor patrimonial se pierde de forma generalizada y vertiginosa en inmuebles y empresas españolas. Y donde el dinero en efectivo busca a la desesperada un lugar donde sentirse seguro. Un valor refugio donde pueda atrincherarse en estos años venideros para que no se vea afectado por devaluaciones, defaults, quiebras, hiperinflación ni pérdidas irrecuperables de valor a causa de la especulación. Ahí es nada, bienvenidos al mundo real.

Ante un escenario tan desolador, desconocido, imprevisible y peligroso vamos a realizar algunas reflexiones que espero que sean reveladoras para muchos. Porque debemos cambiar y adaptar al nuevo escenario el concepto tradicional de riesgo que nos enseñaron en la facultad. Veamos:

  • Hoy en día tener nuestro dinero dentro de los balances (comprando sus emisiones de renta fija) de empresas con alto nivel de apalancamiento supone un grave riesgo, dada la potencial incapacidad para refinanciarse en un futuro próximo. Y no olvidemos que la inmensa mayoría de empresas con emisiones de deuda no podrían hacer frente a sus vencimientos sin conseguir que el mercado les compre sus nuevas emisiones (o sea más o menos como la típica pelota del descuento de letras, pero a lo bestia). Es precisamente esa facilidad, que las empresas han venido teniendo en las últimas décadas, para recolocar nueva deuda, la que podemos ver peligrar en los próximos años. Resultará interesante releer nuestro artículo de antes del verano titulado "Cuidado con la renta fija"
  • Lo mismo podemos decir de los balances de la banca española (y de buena parte de la banca de otros países), por su altísimo nivel de apalancamiento y morosidad latente, que van a hacer aún más quebradiza su solvencia. El maquillaje en forma de renegociaciones de la deuda de los morosos (que si se debieran provisionar como lo que realmente son, o sea incobrables, se llevarían por delante la solvencia de la mayoría de las entidades); y la tasación irrealmente elevada de los inmuebles que la banca se come con patatas día tras día (que si se tasaran a precio real de mercado también harían quebrar a la mayoría de la banca española), ese maquillaje como decíamos ya tiene un aspecto de zombie indisimulable, tal y como venimos escribiendo desde hace más de un año: "Aquí huele a muerto" y "Aquí sigue oliendo a muerto"
  • En cuanto a prestarle nuestro dinero al Estado español, tres cuartos de lo mismo. Las cuentas públicas hacen tantas aguas que la UE, Obama y los mismísimos chinos tuvieron que coger el teléfono para obligar al Gobierno español a tomar medidas radicales ante un default al que íbamos de cabeza. Y las medidas tomadas, a pesar de una huelga general que merece un artículo antropológico aparte, no garantizan en absoluto que se pueda evitar dicho default o renegociación de la deuda (eufemismo donde los haya). A poco que el grifo de la liquidez (facilidad cuantitativa o quantitative easing) se cierre, la banca española se secará y dejará de comprar deuda del Estado. Y si bancos y agentes internacionales dejan de comprar a manos llenas la deuda española (de ahí los road-shows desesperados y continuos de banqueros como Nin, la ministra Salgado y el presidente Zapatero a la City londinense y los EE.UU.), el default sería imparable. Comprar pues deuda española (o de cualquiera de los PIIGS) es más un acto de fe devoto de una UE tal y como la conocemos que un acto racional, ya que el riesgo que conlleva es más que considerable. Además, ante cualquier contingencia geopolítica de la Eurozona, tener nuestro dinero en manos de intereses españoles (o PIGS) conllevaría una más que probable pérdida de valor.

Estamos pues ante un escenario en el que prestar nuestro dinero a empresas con deuda, bancos o Estados (sobre todo PIIGS, pero también muchos otros por sus inconfesables vasos comunicantes), es más peligroso que nunca.

Por otro lado, buscar refugio en materias primas como los metales preciosos es un recurso con un fortísimo componente especulativo. Pensemos en un escenario en el que hayamos invertido en oro buscando un refugio que quede al margen de los peligros anteriormente mencionados, y que navegue de forma razonablemente aceptable en un potencial mar de inflación. Si pensamos en un futuro totalmente negro, obviamente podemos ver la desaparición del sistema financiero tal y como lo conocemos y haber acertado en nuestra elección, ante un panorama que nos haría retroceder muchas décadas en el tiempo. Pero si pensamos en un escenario menos apocalíptico, en el que el horizonte se vaya aclarando (por haber conseguido un crecimiento suficiente por parte de los principales actores del planeta, por haber purgado lo suficiente los excesos y/o haber anclado el valor del dinero a algún patrón sea o no el propio oro) el componente especulativo de su valoración caerá de forma muy brusca, como en cualquier otra burbuja. Es del todo imposible calcular que parte de la cotización actual, y sobre todo futura, corresponde a valor refugio real y que parte es pura especulación. Pero precisamente esa parte especulativa es la que se perderá, quizá de un modo irrecuperable, cuando la incertidumbre se reduzca. Y lo más importante que debemos tener en cuenta es precisamente eso, que se perderá definitivamente, ya que no podremos esperar que se recupere el valor especulativo perdido hasta que no se den de nuevo unas condiciones parecidas a las actuales. Es decir, que posiblemente la pérdida del componente especulativo sea irrecuperable durante muchos años.

 

 

Recapitulemos. Hemos visto pues que muchas empresas familiares e inmuebles en España han perdido muchísimo valor y siguen perdiéndolo día tras día. Y en cuanto al dinero en efectivo, demos un repaso a lo dicho anteriormente: El riesgo existente en la búsqueda de refugio invirtiendo en renta fija de empresas con altos niveles de endeudamiento, en tener nuestro dinero en los balances de la banca y/o en deuda pública española es mucho mayor de lo que lo era cuando vivíamos en el "old normal", que definió perfectamente el gurú de la renta fija Bill Gross. Y también lo es el riesgo de perder, de forma difícilmente recuperable, la proporción especulativa del precio de los metales preciosos ante una explosión de su burbuja.

Llegamos pues a la pregunta del millón: ¿Dónde debemos buscar el refugio de nuestro dinero en el escenario actual con el horizonte que tenemos ante nosotros? Lógicamente la respuesta no puede ser única ni mágica, sino compleja e incierta, pero la podéis encontrar por simple eliminación, y también revisando lo sucedido en situaciones de defaults recientes como el de hace tan sólo 9 años en Argentina. La cotización en bolsa de las acciones de buenas empresa, con negocios consolidados y crecientes, sin deuda (por tanto lejos de los previsibles problemas de refinanciación) y con intereses globales, parecen un buen refugio, que históricamente han venido demostrando su capacidad para mantener y/o recuperar su valor de la mejor manera. También prestando nuestro dinero comprando deuda de empresas saneadas y florecientes de mercados emergentes conseguiremos evitar previsibles incapacidades de refinanciación global, dado su potencial crecimiento en países cada vez más desarrollados (y por tanto con primas de riesgo cada vez menores). Y también, aunque con mayores reservas y prudencia, la deuda soberana de algunos de los países emergentes puede suponer una opción válida. Aunque ahí encontramos posibles complicaciones por la comunicación de sus vasos hacia otras deudas soberanas que no cumplan nuestros criterios de selección.

   

En definitiva, la inversión en buenas empresas, sea en forma de acciones a nivel global, o en muy seleccionada deuda corporativa en entornos emergentes, supone una buena manera de preservar el valor de nuestras inversiones en un futuro tan incierto como el que se avecina. No obstante, un escenario tan cambiante como el que nos está tocando vivir, nos exigirá un permanente control de dichas inversiones, ya que los deterioros y las expansiones de sus modelos de negocio pueden ser muy rápidas. Tanto como la economía globalizada, y especialmente la de los países emergentes. 

En definitiva, no debemos buscar refugio donde hay especulación y ausencia de Valor, y viceversa.

Gimme Shelter... It's just a shot away...

Mick Jagger - Keith Richards

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