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El ejemplo de Paula Leyes, la estudiante española admitida en Harvard

Paula Leyes obtuvo un 10 en Bachillerato y estudia un doble grado de Matemáticas e Informática en la Universidad de Harvard. Tiene 18 años y es una de los cuatro alumnos españoles que se han matriculado en Harvard este curso. Todo un récord, ya que jamás antes tantos españoles habían accedido iniciar sus carreras en esta prestigiosa universidad estadounidense, que cada año admite solo a unos 1.6oo nuevos estudiantes de todo el mundo. Sólo un 4% de los candidatos acaban siendo admitidos, y creedme si os digo que el 96% restante también son estudiantes excelentes y fuera de serie, la mayoría de los cuales obtienen también la nota máxima durante el rigurosísimo proceso de selección. Pero además, a Paula, nada menos que otras 14 universidades prestigiosísimas de Estados Unidos también le han ofrecido sus respectivas cartas de admisión, entre ellas Stanford, Princeton, Columbia y Georgetown.

Paula es evidentemente un caso de éxito excepcional pero ¿significa esto que solamente los chicos y chicas con notas excelentes y/o con mucho dinero pueden ir a estudiar a universidades norteamericanas? NO, en absoluto. Tan solo un escalón por debajo de esas universidades elitistas existe un abanico de centenares de universidades magníficas donde cualquier alumno con promedios de 6, 7 u 8 y un presupuesto razonable puede acceder, si así lo quiere realmente y dispone del asesoramiento adecuado.

Con dicho asesoramiento se llevará de la mano a las familias interesadas a través de todo el proceso de aplicación a las universidades. Un largo camino que debe empezarse entre 15 y 18 meses antes de acabar el 2º de Bachillerato, es decir que debemos comenzar la preparación del alumno/a para los exámenes de acceso norteamericanos durante la primera mitad de 1º de Bachillerato.

Pero, ¿qué ocurre si se nos ha pasado el arroz y ya estamos cursando 2º de bachillerato? Pues no es el fin de las esperanzas de estudiar en USA. Simplemente habrá que correr más, y probablemente se deba aplicar para iniciar la universidad en el Spring Term y no en el Fall Term. Es decir, que todavía está a tiempo y no se va a perder todo un curso sino simplemente comenzará un cuatrimestre después. Porque en las universidades norteamericanas cada cuatrimestre llegan nuevos alumnos/as para empezar sus carreras. La flexibilidad, tanto respecto al calendario como respecto a los cambios de una carrera a otra, convalidando créditos, es enorme en el sistema universitario de los EE.UU.

Hoy en día más y más colegios e institutos españoles ofrecen cursar trimestres o cursos enteros de secundaria e incluso primaria en escuelas y high schools públicos y privados en USA. Está de moda enviar a nuestros hijos a escuelas americanas acogidos por familias locales. Y ese sistema en muchos casos supone una experiencia personal poco agradable. Un sacrificio personal de toda la familia que lleva a la mayoría de alumnos a no querer volver en absoluto a los EE.UU. para cursar sus estudios universitarios, según confiesan off the record algunas empresas especializadas en vender estos cursos. Es decir, un resultado contrario a lo que precisamente se buscaba, que es una integración y aclimatación a un entorno estudiantil y de vida norteamericano, para que quieran después graduarse en universidades de USA. Por eso nuestra recomendación es guardar el dinero para cuando deban iniciar la universidad, ya que el nivel académico del high school en norteamérica es inferior al nuestro. En cambio, la formación académica, la vida universitaria y los recursos económicos de los que disponen las universidades en USA es muy superior a nuestro sistema universitario, nos guste o no reconocerlo.

¿Pero como vamos a "acostumbrar" a nuestros hijos a un entorno norteamericano si no les hemos llevado previamente a estudiar allí? Sin ese rodaje o inmersión temporal previa, es poco probable que un adolescente de 16-17 años de repente quiera dejar su entorno conocido en España para irse a una universidad americana. Desde nuestra experiancia como consultores (y padres de alumnos que han pasado por ese proceso y estudian actualmente en universidades norteamericanas) nuestra recomendación es clara: Utilizar algunos veranos de su pre-adolescencia para enviarles a campamentos de 2, 3 o hasta 7 semanas en USA. Esos summer camps, además de ser entornos de naturaleza exuberante, saludables y tremendamente divertidos (foto inferior), suponen la inmersión ideal en un ambiente norteamericano perfecto, donde el deporte y las actividades de ocio conforman la agenda diaria, y que les hará desear con todas sus fuerzas ser admitidos en universidades norteamericanas en el futuro. Además, estas estancias veraniegas cuestan bastante menos que los cursos de secundaria en high schools americanos que hoy en día ofrecen tantas y tantas escuelas españolas.

Por tanto, ya tenemos a nuestros hijos aclimatados, integrados y motivados para querer estudiar sus carreras universitarias en los EE.UU. Ahora es el momento de hacerse la pregunta del millón:

¿Cuanto cuesta enviar a los hijos a estudiar en una universidad norteamericana? Ya lo explicamos detalladamente en "¿Puedo enviar a mis hijos a estudiar a una Universidad en los EE.UU.?", pero a continuación os copiamos de nuevo los costes totales, mínimos y máximos anuales, segmentados:

  • Coste de matrícula:
    • Entre 10 y 55 mil € dependiendo del prestigio y calidad de la universidad.
  • Coste de habitación y comidas:
    • Entre 8 y 15 mil €
  • Libros, material, viajes y gastos varios:
    • Entre 2 y 3 mil €
  • Seguro médico para estudiantes internacionales:
    • Entre mil y 2 mil €

Fijaos que los costes de habitación y comidas dentro de los propios campus universitarios son comparables a lo que nos costaría enviar a nuestros hijos a estudiar a cualquier universidad española lejos de nuestra propia ciudad. O sea que cuesta lo mismo que la manutención en Madrid, Barcelona o cualquier otra ciudad europea (o incluso menos).

En cuanto a los costes de matrícula, como véis más arriba, son muy variables en función del prestigio, localización, etc. Pero para hacernos una idea, los precios parten de lo que costaría cualquier universidad privada española, aunque la mayoría de universidades de buen nivel rondan los 18-20.000 euros/año.

El universo de becas y ayudas es extensísimo, por lo que dependiendo del nivel académico y/o deportivo del alumno, se pueden muy fácilmente reducir dichos costes totales. Obviamente para ello el alumno debe destacar respecto a la mayoría de compañeros/as con los que va a compartir universidad. Además existen otras ayudas económicas que no dependen ni del nivel deportivo ni académico, y que solo de la mano de unos consultores expertos se podrán exprimir. Por ejemplo, algunas universidades ofrecen becas simplemente por el hecho de que la familia del alumno resida en una ciudad hermandada con la de la universidad, o por cumplir características y requisitos personales variopintos.

No obstante, aún sin ningún tipo de beca ni ayuda, y con un expediente académico muy normalito (promedio de 6 sobre 10 por ejemplo) se pueden encontrar universidades norteamericanas con un coste desde los 20-25.000 euros anuales, incluyendo TODO (matrícula, vivienda, comidas, libros, seguros, etc.).

Una vez aclarados los costes, hablemos del porqué es recomendable enviar a nuestros hijos a graduarse en universidades norteamericanas. Y me vais a permitir que ahora os hable, no sólo como US university admissions consultant, sino también desde la perspectiva de padre de dos hijos que estudian actualmente en sendas universidades norteamericanas.

En los EE.UU. lo habitual es que los hijos se marchen de casa para vivir en la universidad con 17 años y sólo regresen a casa durante sus vacaciones de Navidad y de verano. De hecho la mayoría de alumnos norteamericanos suelen elegir universidades suficientemente lejos de sus domicilios como para no tener que ir todos los viernes a casa y perderse así el ambiente del campus los fines de semana. Además como, a diferencia de España, el paro allí es prácticamente inexistente, lo habitual es que una vez graduados empalmen sus estudios con su vida profesional (y amorosa) y ya no vuelvan a vivir permanentemente con sus padres en el futuro. Por eso allí no es nada habitual ver hijos en edad universitaria y post-universitaria que todavía no hayan volado del nido, como sí que sucede tristemente en España, con jóvenes de 30, 35 e incluso más años de edad sin posibilidad (y algunos ni siquiera voluntad) de emanciparse.

La experiencia que supone para un adolescente de 17 años marcharse de casa para vivir un ambiente 100% universitario las 24h del día, los 7 días de la semana en los USA, marca absolutamente la diferencia en la madurez de la persona en ese paso de adolescentes a jóvenes. Como padres no sólo les estaremos brindando a nuestros hijos la posibilidad de graduarse con títulos universitarios que les abrirán las puertas allá donde vayan (mucho más que los títulos españoles), sino que les estaremos ofreciendo la mejor manera de aprender a volar por el mundo, de emanciparse no solo física sino también mentalmente. En definitiva, les estaremos preparando para moverse sin problemas por un mundo global como nunca hemos visto.

En cualquier entrevista de trabajo suele verse una enorme diferencia entre los candidatos que han estudiado en la universidad de su propia ciudad mientras siguen viviendo con papá y mamá, y los que lo han hecho en universidades en el extranjero viviendo rodeados de otros estudiantes y lejos de sus padres. En la mayoría de casos los primeros tienen menos posibilidades de conseguir el puesto, ya que la propia entrevista de trabajo les situa fuera de su zona de confort, a lo cual no están en absoluto acostumbrados y todo les viene grande. Y no digamos si además el puesto al que optan les va a exigir viajar a menudo o vivir en el extranjero. Sin embargo, para los que llevan fuera de casa desde los 17 años y se han graduado en buenas universidades como las de USA, una entrevista de trabajo no es más que otro desafío de los muchos que han tenido que superar desde hace varios años. La diferencia es abismal y evidente para cualquier responsable de recursos humanos o empleador.

Es cierto que enviar a los hijos a universidades norteamericanas tiene un coste que no todas las familias pueden permitirse (aunque como hemos visto es mucho más asequible de lo que muchos creían). Pero darles una herencia como esa, en especie, les va a resultar infinitamente más útil para el éxito en sus vidas que por ejemplo heredar un pisito en el pueblo, o medio piso en la capital, o el dinero suficiente para comprarlo. Sin embargo, muchos padres siguen aún pensando en legar sus ahorros a los hijos en forma de inmuebles, que difícilmente podrán mantener a lo largo del tiempo si su currículum no les facilita conseguir un buen trabajo. O se los dan en efectivo, con el riesgo de que lo dilapiden en cualquier capricho para ellos mismos o para sus parejas (viajes, coches, etc.), en lugar de usarlo unos años antes en una formación que va a determinar de su futuro éxito.

Ya lo dijo el economista Gay de Liébana en el artículo ya citado: Tal y como está el panorama económico para los jóvenes en España, las familias que puedan enviar a sus hijos a estudiar a universidades prestigiosas en países receptores de talento les harán un enorme favor, puesto que tendrán muchas más herramientas y contactos para brillar en su futuro profesional. Por el contrario, los talentos que se queden en el sistema universitario español, lamentablemente, lo tendrán mucho más difícil y probablemente se apagarán, pasando a formar parte de la multitud de jóvenes que acaban realizando trabajos muy inferiores a los que les correspondería por sus completísimos currículums universitarios.

 

 

 

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