Acceder
Blog Fresh Family Office
Blog Fresh Family Office
Blog Fresh Family Office

La prueba del algodón patrimonial

Hace un año os propusimos hacer balance patrimonial respecto a años anteriores. Alcanzado ya el 2010, será muy interesante releer ese artículo y volver a echar cuentas sobre nuestro patrimonio. Pero lo más lamentable no es obtener un resultado negativo y lamentarse, sino reflexionar sobre lo que pudimos hacer durante todo este pasado 2009 para evitar las pérdidas y no hicimos. A ver si cuando llegue el fin del 2010 no tenemos que volver a lamentarnos:

"¿Quién se ha llevado mi valor?"
Esta frase bien podría definir la situación global por la que estamos atravesando. Si hacemos algo así como un examen de conciencia, pero en lugar de repasar pecados contabilizamos el valor de nuestro patrimonio, pocos, muy pocos superarán el mediocre benchmark de no perder. Sólo algunos Elegidos para la Gloria.



Muchos ya han perdido en los últimos 6, 12 o 18 meses porcentajes del valor de sus activos pre-crisis muy importantes. Pero los que hasta hoy se hayan salvado de la quema, van a tenerlo muy difícil para evitar las disminuciones patrimoniales en el negro horizonte que tenemos ante todos. Y cuando nos referimos a pérdida de valor patrimonial lo hacemos a valor liquidativo, como criterio de valoración comúnmente utilizado y cuyo optimismo desciende a niveles de realismo.

Hagamos pues un ejercicio sano y lúcido de valoración de todo nuestro patrimonio en este final de 2008. Anotémoslo convenientemente y comparémoslo con el valor que le calculamos de fin de 2006 y 2007. Y cuando hayamos vuelto en sí y estabilizado nuestras constantes, hagámoslo también en el futuro, al fin del 2009 y 2010, sin ir más lejos.

Antes de comenzar os recomiendo que os exijáis un concepto clave para este ejercicio: Rigor. Y sobre el resultado final, cada uno que aplique la dosis de ilusión, distorsión, optimismo y maquillaje que coronariamente necesite. Aquí tenéis una simple guía para clasificar los activos:

  1. Activos mobiliarios: Son de fácil valoración, ya que las entidades financieras están obligadas a ponerle cifras diarias al descalabro o la excepcionalidad.
  2. Activos corporativos: Son más complejos de valorar. Aquí englobamos la empresa familiar o no familiar, si la hay. Pero también las participaciones en empresas y asociados diversos en forma de acciones generalmente no cotizadas (la compra de acciones cotizadas las excluiremos, ya que deben estar ya contabilizadas como activo mobiliario y formarán parte de los saldos y valoraciones de las entidades financieras con las que trabajemos).
  3. Activos inmobiliarios: Son también relativamente fáciles de valorar, aunque en los tiempos que corren deberíamos afinar más, y sobre todo aplicar a estas valoraciones criterios de mercado rigurosos.
  4. Activos diversos: Aquí englobaremos todos nuestros activos materiales que no pueden incluirse en los tres anteriores. Por ejemplo obras de arte, vehículos o maquinarias que no consten en los balances de los activos corporativos, y activos diversos de valor significativo y que sean líquidos.
A partir de aquí una simple suma. Respiramos hondo y lo comparamos con los mismos criterios de valoración de hace un año y dos. Aunque la memoria nos falle, conseguiremos (si realmente lo queremos hacer) obtener cifras aproximadas, que siempre deben seguir criterios de rigor y moderación, huyendo de un optimismo muy peligroso en tiempos difíciles.

Nótese que estamos hablando de valoración patrimonial y no de cuantificación de ingresos o gastos. Buscamos en este ejercicio la pérdida, mantenimiento o aumento de valor en nuestro patrimonio. Como ya hemos dicho, a esta valoración final, cada uno que aplique la dosis de ilusión, distorsión, optimismo y maquillaje que coronariamente o anímicamente necesite.

Muchos, la mayoría, estarán en este fin de 2008 ya por debajo de los años anteriores. Pero si este ejercicio lo realizamos dentro de 12 y 24 meses, me temo que los resultados serán mayoritariamente dramáticos. La pregunta que muchos se harán es si es posible crecer patrimonialmente en un entorno en el que los inmuebles caen de precio, las bolsas se desploman y las facturaciones y beneficios empresariales penden de un ERE y de una morosidad presente y futura nunca vista.

Pues bien, la respuesta la debemos encontrar en el mismo enunciado de la pregunta. La estrategia a seguir debe huir temporalmente de los activos perdedores. Pero esta obviedad es algo muy difícil de llevar a cabo de forma suficientemente sustancial y ágil. Es más, el principal problema no es ni siquiera la agilidad en la ejecución de la estrategia patrimonial que debe modificar totalmente la seguida durante muchos años de bonanza. Sino que el principal escollo es mentalizarse y asumir que no estamos ante una crisis cíclica conocida que podemos capear sin modificar radicalmente nuestra estrategia original, la única que muchos han conocido y utilizado.

Esta vez estamos ante una probable larga depresión, con multicrisis poliédricas y no ante un simple ciclo bursátil o inmobiliario bajista o ante un aumento del paro o deterioro económico circunstancial. Y por lo tanto, mantener la estrategia compatible o conveniente con una era de crecimiento global es, cuando menos, muy temerario. Si mantenemos los mismos inmuebles en un escenario de fuertes depreciaciones, reducimos los beneficios empresariales (con problemas de liquidez, endeudamiento y de morosidad o sin ellos) y no eliminamos riesgos financieros en nuestros activos mobiliarios, este escenario global y macroeconómico depresivo se llevará por delante una parte importantísima de nuestro patrimonio en los próximos años. De hecho ya lo está haciendo con el de la mayoría, aunque muchos prefieran pensar en valoraciones y escenarios de un futuro inmediato adaptados a su capacidad coronaria o depresiva.

Pero atención, incluso tomando las decisiones adecuadas para timonear en la buena dirección nuestro patrimonio en este escenario, la agilidad y margen de maniobra dependerá de numerosos factores, ponderables e imponderables. Algunos patrimonios serán como una lancha deportiva, en la que un golpe de timón modifica su rumbo inmediatamente, pudiendo sortear los peligros con una agilidad envidiable. Pero otros, aún bien capitaneados, sufren inercias propias de su tonelaje. Y a pesar de que las decisiones sean correctas y expeditivas, no evitarán ciertas afectaciones, sencillamente porque sus estructuras y/o volúmenes hacen de un cambio de estrategia algo lento y complejo con múltiples derivaciones económicas y sociales.

Sólo unos pocos Elegidos para la Gloria obtendrán los frutos de haber sido capaces de adaptarse al nuevo escenario en el que hemos entrado, conscientes o no, desde hace más de año y medio. El resto pagarán, están pagando, las consecuencias. En el periodo 2007 hasta previsiblemente el 2012, 2017 o 2022 (¿quién sabe?), no perder valor en nuestro patrimonio va a ser la radical diferencia entre unos y otros. Y dentro de los que no sólo no van a perder valor sino que van a ganarlo tendremos, por supuesto, a aquellos que habrán sabido aprovechar las oportunidades que en todo escenario de crisis se presentan. Éstos serán realmente "The Right Stuff", mientras el resto deberán luchar con uñas, dientes y neuronas para mantener el valor de sus patrimonios y/o para intentar recuperar el valor perdido ya en el último año y medio.

Si realizamos el ejercicio de extrapolar estos cálculos al valor patrimonial que conocemos o intuimos de personas de nuestro entorno social, familiares o simplemente conocidos, veremos que la pérdida presente y futura de valor patrimonial está y estará muy generalizada. Quizás así algunos se conciencien del calibre y la trascendencia de lo que le está pasando al mundo, ya que en la medida en que bajamos el listón de riqueza y realizamos dichos cálculos entre la clase media-alta y media, la devastación comienza a ser, pero sobre todo será, dramática. Demos un golpe de timón y, dentro de las posibilidades patrimoniales de cada uno, pongámosle rumbo a lo desconocido evitando en lo posible la tormenta perfecta.



El mundo ha cambiado y el valor, al igual que el queso, se lo han llevado. Sabio librito y vigente como nunca en un momento en que la creación de valor tradicional ha desaparecido, previsiblemente, por muchos años.

3
¿Te ha gustado mi artículo?
Si quieres saber más y estar al día de mis reflexiones, suscríbete a mi blog y sé el primero en recibir las nuevas publicaciones en tu correo electrónico
  1. #3
    Anonimo
    14/01/10 15:28

    En mi caso concreto tengo mucho mas patrimonio que el año anterior. Si las cosas no se tuercen el año que viene pasara mas de lo mismo.

    Tengo unas pocas acciones que han perdido la mitad de valor. Pero debo menos al banco (la hipoteca) y tengo capacidad de ahorro (que voy metiendo en depositos para tener un rendimiento adicional)

    El saldo es positivo respecto al año anterior.

    Saludos.

  2. #2
    Anonimo
    07/01/10 09:38

    Enhorabuena por la reflexión: en la gestión de nuestro patrimonio (poco o mucho) debemos estar encima, o pasan cosas como las comentadas, y si no queremos que nos pase de nuevo ¿qué podemos aprender de esta situación?...

    Pero además conviene reflexionar otra cosa: aún habiendo bajado dicha valoración de patrimonio, ¿el flujo de caja que nos proporciona sigue siendo positivo?¿Y tenemos margen de maniobra para seguir asegurándolo? Si es que sí para las dos preguntas, aún no está todo perdido. Pero si es que no o es una incógnita, debemos estudiarlo seriamente, si no podemos caer en una depreciación aún mayor: la de nuestro disponible en un corto futuro, lo cual comprometería el nivel de vida actual.

    Álex, ¿te has preguntado detenidamente por qué perdiste todo en bolsa? ¿Tenías una estrategia de entrada y salida? En otras palabras ¿habías cuantificado cúanto querías ganar o estabas dispuesto a perder y el tiempo máximo de inversión? Se podría decir aquello de "Las pérdidas son los adoquines con los que construimos nuestra carretera hacia el éxito y madurez como inversor".

    Saludos!

  3. #1
    Anonimo
    04/01/10 17:39

    Me parece muy sensato y razonable. Por otra parte, desde que lo perdí todo en bolsa, he descubierto que cuanto menos pienso en mi patrimonio más feliz soy.

Sitios que sigo
Te puede interesar...
  1. ¿Cuánto ganarán quienes inviertan hoy?
  2. Las mentiras del gobierno y las autoridades sanitarias españolas respecto al coronavirus
  3. Las miserias y trapos sucios de los ETFs y fondos indexados.
  4. Invertir en Medallion y Renaissance. Los secretos de los mejores gestores del mundo.
  5. Adiós al Patrón Solvencia. El dinero infinito es el nuevo Patrón.
  1. 15 frases geniales de Warren Buffett
  2. La muerte de la rana
  3. Kaizen. El control de calidad de nuestras inversiones.
  4. Pero... ¿qué es una Agencia de Aduanas?
  5. Si te toca la lotería tienes tres opciones.