Así comenzaba nuestro artículo de hace un año y medio titulado "El Circo de la Bolsa". Y como ya temimos en aquel entonces, unos meses después "...los contorsionistas, equilibristas, ilusionistas, fieras y payasos, dejaron de ser un espectáculo para convertirse en pesadilla surrealista." Lo mismo le ha sucedido al Circo de la Banca:
En verano de 2008 publicamos este artículo en el que veíamos claramente cómo barrían para casa todas las recomendaciones para invertir 30.000 euros que hacían diversas entidades en Expansión. Resulta curioso leer ahora, casi un año después, las recomendaciones que realizan otras entidades para invertir 20.000 euros. Esta vez el artículo lo publica Cinco Días, y ni que decir tiene que se sigue incurriendo en el mismo error garrafal y pandémico del café para todos, pero esta vez conscientemente y desde una perspectiva periodísticamente algo mas crítica. Hace un año, la condición solicitada por el presunto inversor/periodista fue algo tan surrealista como un genérico "sin asumir elevados riesgos". Esta vez la consigna reportera ni siquiera alcanza el nivel de lo absurdo y se solicita textualmente "sacar partido a 20.000'- €". Algo así como enviar un correo electrónico al farmacéutico diciéndole: "Deme algo que me cure". Demencial.
En realidad a los protagonistas y lectores de éstos artículos, no les importa en absoluto la utilidad de los mismos ni conocer la recomendación adecuada a cada inversor. Entre otros muchos motivos, porque se ignoran las circunstancias de esos inversores y de esos 20 o 30 mil euros (y quien diga que la correcta aplicación de la inútil Mifid solventa el problema, miente interesadamente). Ambos artículos sólo realizan un trabajo de campo, crítico en el caso de Cinco Días y vergonzoso en el caso de Expansión, para conocer qué urge vender más a las entidades que entrevistan. Y el que pretenda obtener algo más de su lectura se equivoca temerariamente.
¿O es que alguien piensa que se debe hacer lo mismo con los 20.000'- € de unos y de otros inversores? Pues aparente y tristemente sí, ya que semejantes sandeces se escriben, se publican y se leen, y casi nunca en clave crítica como en este caso de Cinco Días. Y lo que es peor, influyen en el comportamiento de los inversores menos preparados. Para poner unos ejemplos fáciles de comprender por todos: No se deben invertir del mismo modo 20.000'- €, que suponen los ahorros de toda una vida de un jubilado; o los 20.000'- € de un jóven con una brillante progresión laboral por delante y una capacidad de ahorro potente y creciente. Ni los de una heredera con capacidad de formarse financieramente, o los de una ama de casa procedentes de cualquier lotería. Ni los de un profesional mediocre y jóven, o los de un empresario de mediana edad. Ni los de quien tenga un patrimonio de 50 mil, o 1 millón... Así podríamos seguir con infinidad de casos, porque cada inversor es un mundo y debe gestionar su patrimonio de forma adecuada a sus circunstancias. ¿Comprenden ahora por qué la única información que nos revelan estos estúpidos y/o peligrosos artículos de prensa económica, es el tipo de inversión que más le conviene vender en ese momento a las propias entidades? Lo malo es que la mayoría de lectores buscan (¡y encuentran!) en ellos, indiscriminadamente, consejos que beneficien los intereses de sus familias (sic).
Curioso también ver cómo las entidades financieras aún querían vender el verano pasado fondos de RV (propios, claro) y de "inversión alternativa". Sin embargo, este año se conforman con captar pasivo desesperadamente a base de ofrecer todo tipo de depósitos estructurados para mejorar su Tier2, y participaciones preferentes para reflotar su Tier1. Atrás quedó el afán por vender fondos que generen comisiones. El beneficio de la entidad ya no es la prioridad, sino que ahora lo vital es maquillar la quiebra técnica en la que se mueve la banca española. Por eso se venden las preferentes mintiendo a todo aquel que quiera creer que son una alternativa al IPF, entre otras múltiples y comercialmente efectivas patrañas.
En este ejercicio periodístico deformativo, se transcriben conversaciones propias de vendedores de enciclopedias que juegan vilmente con la economía de las familias. Desde nuestra experiencia podemos asegurarles que la opacidad y las mentiras perpetradas por los trabajadores de las entidades suelen ser directamente proporcionales a la ignorancia financiera de sus víctimas, y a las consignas comerciales recibidas según la gravedad de la quiebra técnica de la entidad. En ambos artículos mencionados también se evidencia que las entidades siempre hacen recomendaciones en su propio interés exclusivamente. Y también que hace tiempo que ya no pretenden tener beneficios y que sólo les preocupa sobrevivir a costa de nuestro dinero. Nos daríamos por satisfechos si, después de leer este artículo, se mirasen de otra manera las recomendaciones de inversión que se publican a diestro y siniestro. A ver si entre todos acabamos con el amarillismo generalizado de la prensa salmón.