Me temo que esas palabras quedarán en sólo eso. No parece que la banca en general entone el "mea culpa", ni que se vaya a concertar ninguna reacción que atienda a criterios más allá de los puramente comerciales. De hecho, está costando mucho implementar cualquier cambio regulatorio, por cobarde que éste sea. De momento está todo por hacer, y las buenas intenciones del presidente del HSBC, no son más que eso, además de un hecho aislado promovido por una conciencia sucia con destellos de sinceridad (o de brillantez comercial, puestos a ser malpensados).
No se trata de que la banca se disculpe concertadamente en un gesto de humildad único en la Historia (que tampoco estaría mal), sino de sentar las bases para que la regulación más importante de la Historia del Capitalismo pueda avanzar. Sin corporativismos, sin trabas, sin miedo a perder el dominio sobre el Sistema por parte de los "too big to fail", perque esa influencia dominante es precisamente lo que hay que extirpar. Pero como es insano delimitar el tamaño de las corporaciones, las entidades que tengan el tamaño suficiente para influír decisivamente más allá de lo comercial, deben asumir también criterios públicos por una razón de Estado y sistémica obvia, tal y como explicamos en Bonus y Risky Business: "Si la zanahoria que ponemos frente al burro que tira de nuestro carromato para que avance es demasiado suculenta, podemos romper el eje por velocidad excesiva, volcar en la primera curva o descoyuntar fatalmente el convoy entero. Y es que en ese carro no viaja sólo nuestra familia o empresa sino que, a remolque, lo hace también la estabilidad del sistema financiero en su conjunto, y por tanto ese riesgo no debe existir". Las zanahorias deben elegirse bajo criterios sistémicos, y no sólo corporativos, cuando se trata de entidades globales que ejercen un sensible efecto sobre el Sistema financiero.
Las disculpas estaría bien oirlas de forma sincera, corporativa y concertada, sin duda. Pero es mucho más vital que la regulación se lleve a cabo de la forma más brillante y menos maquilladora posible. Y a pesar de ello, tan sólo hemos visto de momento un conato de disculpa individual, inútil e intrascendente a través de las palabras de Green. Algunos dirán que se trata de un incipiente gesto que debemos potenciar con el agradecimiento general. Mientras, otros clamarán que se metan el gesto donde les quepa.
Pero no nos engañemos, los culpables del tambaleo del Sistema no son sólo los bonus ni la avaricia de la banca. También sus clientes somos corresponsables. Del mismo modo que la responsabilidad de la existencia de la telebasura debe compartirse entre los productores, los pseudo-periodistas que la realizan, los protagonistas-basura, pero también entre la audiencia que consume esa bazofia. El "amarillismo" del uso del sistema financiero lo hemos creado entre todos: Vendedores perversos sin escrúpulos; y también clientes ludópatas, analfabetos financieros, aprendices de promotores, buscadores del pelotazo, y adictos al consumo, que han pretendido vivir lujos virtuales con dinero debido que jamás prudujeron. Un cóctel de Financos e Inversópatas, con grandes dosis de crédito y consumismo, que ha explotado en la cara del Sistema. Conceptos, éstos, que creamos hace ya casi dos años y medio en un premonitorio artículo del 20 de Junio de 2007, cuando el mundo era todavía virtual y vivíamos en un perfecto Matrix con el estómago lleno de píldoras azules.
La regulación necesaria puede suponer algún cambio en el modelo de negocio de determinadas entidades influyentes. Ese es el único y doloroso camino. Y las disculpas o la ausencia de ellas no son más que superflua cortesía o descortesía.