Ya está aquí la abolición silenciosa de la libre circulación del euro. Y eso, añadido a que los euros de la periferia europea cotizan a tipos de interés distintos que los euros prestados en el norte de Europa, y la insolvencia de depósitos bancarios y deuda soberana del sur, hacen que de facto estemos ya ante dos euros distintos. Y como distintos que son, su valor también lo es.
El NY Times ha publicado la historia de un empresario chipriota que no pudo comprarse un apartamento en Atenas, porque sus euros no pueden circular libremente, es decir que su dinero no vale para comprar, como el de cualquier otro chipriota que lo tenga fuera del país y no pase a través del sistema bancario de Chipre. Os recomiendo leer esta historia titulada "El Experimento Chipre", que probablemente se acabe aplicando a todos los países de la periferia cuyas economías ya no se puedan mantener por más tiempo dentro de la mal llamada moneda única.