Hay algo peor que ser pobre e insolvente, y es que además se deba esconder la misera y simular opulencia y grandeza. ¡Ay de quien deba disfrazarse de rico, sin serlo, para poder subsistir en su negocio! Bankia no es más que la punta del iceberg de una tragedia surrealista en la que millones de ahorradores e inversores son los conejillos de indias:
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