El presidente alemán Horst Köhler ha tenido que dimitir
por exceso de sinceridad. Nuestra sociedad está tan aborregada y adoctrinada que dejar caer una perla que pueda romper ese equilibrio tiene sus consecuencias. Todas las guerras son por dinero, pero para reconocerlo hay que tenerlos bien puestos:
"Un país de nuestro tamaño, con su orientación hacia el comercio exterior y por lo tanto también dependiente del comercio exterior, tiene que ser consciente de que cuando peligren debido a una emergencia, el despliegue militar es también necesario para proteger nuestros intereses".
Y a la calle, por manifiesto estratega imperialista.
Hoy, sin embargo, la comunidad internacional critica el ataque israelí a los barcos de ayuda humanitaria y nadie habla de Köhler. Cinismo al poder en esta sociedad de borregos analfabetos.