Son el nuevo big foot, el nuevo monstruo del lago Ness, el nuevo chupacabras. Todo el mundo habla de ellos, se les asignan comportamientos humanos, siempre hay alguien que afirma que el hermano de un primo de un amigo ha avistado uno en la montaña, en sus vacaciones a Escocia, en una finca perdida en medio de ninguna parte.
Pero estos son diferentes: han estado aquí desde hace mucho tiempo, pero solamente ahora empiezan a parecer lo que son. Ahora aceptan su estado sobrehumano, sus emociones, sus debilidades. De un tiempo a esta parte han comenzado a aparecer en los titulares dejando ver lo que siempre han sido:
No se conoce a nadie que haya visto jamás a un mercado en libertad. Los estados, los deseos y los miedos de estos viejos seres llegan ahora de la mano de hechiceros que afirman que les hablan a ellos y sólo a ellos. Que les hacen gestos proféticos con sus manos invisibles.
¿Por que no los dejamos vivir en libertad? ¿Por qué los sometemos a la tiranía humana? Nunca olviden que un animal salvaje al sentirse acorralado y sin salida tiende a la furia, a la ira y a la destrucción de todo lo que le rodea. Estamos jugando con fuego y sufriremos las consecuencias.
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