Tengo un amigo que es una persona con una inteligencia superior a la media. En serio, su capacidad de procesar informacion,de retener datos, de calculo...es impresionante. Incluso una vez en un casino se dedico a contar las cartas del juego de blackjack, lo que nos hizo ganar algo, aunque con precaucion por las medidas de seguridad del casino.
El caso es que mi amigo, a pesar de ser una de las personas más inteligentes que conozco, tiene una deuda enorme. Un agujero sin fondo porque los intereses que le generan esa deuda lo ahogan, lo relegan a seguir pagando solo esos intereses. No tiene tiempo para si mismo, no descansa, tiene dos trabajos y parte de su casa alquilada para cubrir el mes, y aun así no se recupera.
La verdad es que viendo su situación me siento triste de no poder echarle una mano, porque a pesar de haber hablado con el e intentar buscar soluciones sigue sin ver nada claro. He llegado a la conclusión de que su problema real no es la deuda en sí, que evidentemente es lo más acuciante, sino la forma en la que usa su inteligencia. El lo hace de una forma emocional, guiado por corazonadas en vez de por hechos objetivos.
Desgraciadamemte esto es común a muchísimas personas, el tomar decisiones consciente o inconscientemente de una manera emocional, incluso disfrazando estas decisiones de una forma lógica. Pongamos un ejemplo:
Mi amigo realmente necesitaba un coche, así que se compro uno. No se compró el coche que necesitaba, sino el que quería, y no solamente eso, sino que además y a pesar de que le ha salido tremendamente mal, porque tiene más averías que tornillos, sigue gastando en reparaciones en vez de deshacerse de el y comprar otro.
Dinero de mas en un capricho vestido de necesidad y mas gasto aun al aceptar esa necesidad como algo que ya no tiene otra solución. Utilizar la inteligencia de manera objetiva y basar las decisiones en hechos es la manera efectiva de poder darse llegado el momento un capricho, y no al revés.
Espero que mi amigo pueda leer esto y reirnos algun día de todo esto juntos, antes que su deuda lo devore.
Hasta la próxima entrada, amig@ lector.
