Un apunte sobre volatilidad y decisiones económicas
Una de las preguntas más de difíciles de contestar de los últimos años está relacionada con las causas de la volatilidad económica y, en particular la financiera, en tiempos de crisis. Las afirmaciones que intentan contestar a esta consigna parecen intensificar la dificultad primera pero, no obstante, con cierto velo de consistencia, hacen al camino del fin último de tales ensayos: su respuesta.
Vivimos en tiempos donde muchas de las preguntas respondidas tiempo atrás para las economías en desarrollo, se han replanteado en todos los mercados. Es notoriamente interesante que con el transcurso del tiempo, en lugar de un avance hacia un modernismo más moderado estemos frente a una reencarnación de otros tiempos; recordando quizás la película protagonizada por Anthony Hopkins y Anton Yelchin (2001). Para los científicos sociales, la cuestión social ha corrido con velocidad pero, paradójicamente, se ha llegado a un estadío de gran similitud al ocurrido en los mercados emergentes (América Latina y Sudeste Asiático) en el último cuarto del siglo precedente.
Esto debe ser, se intuye, como consecuencia de problemas no resueltos y que muchos economistas teóricos los han enfocado casi con un carácter de inmortalidad. Hay mucho de verdad en este punto de vista. A pesar de avances en los arreglos institucionales y políticas económicas más prudenciales, las crisis siempre estarán muy cerca de ocurrir hasta que ocurren o se trasladan algo más allá del tiempo actual. Historiadores económicos como John K. Galbraith, Charles P. Kindleberger y Hyman Minsky han argumentado en sus trabajos, con más detalle e iluminación, cuestiones como las que se hace referencia.
En este sentido, con una vista macro, podemos afirmar que el sistema económico tiene situaciones dentro las cuales se encuentra una dinámica de carácter endémico: súbitas euforias y crisis abruptas.
Si solo nos quedamos con esta afirmación estaríamos olvidando otros aspectos que se han tornado relevantes luego de una gran producción académica en los últimos años. Los microfundamentos de la teoría macroeconómica, en alusión a los denominados Modelos Dinámicos Estocásticos de Equilibrio General (o sus siglas en inglés: DSGE), se enfrentaron a grandes cuestionamientos básicamente en referencia a las hipótesis de mercados eficientes en un entorno de perfecta previsibilidad (baja incertidumbre) y procesos de decisión racionales de los agentes.
Una serie de trabajos seminales como los de Herbert Simon, Daniel Kahneman y Amos Tversky han brindado un notable aporte para la discusión sobre la naturaleza de las decisiones económicas. El primero de ellos defendía la hipótesis de racionalidad limitada evidente en ciertos rasgos de la economía pero los trabajos más contemporáneos y radicales fueron los de Kahneman y Tversky. En el trabajo de estos investigadores, desde la denominada Economía Conductual o Behavioral Economics, se desarrolla el argumento acerca del cual los agentes no utilizan procesos racionales en la toma de decisiones sino que apelan a atajos mentales denominados heurísticas. A su vez, Kahneman (2012) plantea una división del cerebro, utilizada en psicología, y se denomina: sistema 1 y sistema 2.
- El sistema 1 funciona de manera espontánea y con gran rapidez. Requiere poco esfuerzo y sin premeditación racional alguna.
- Por el contrario, el sistema 2 se caracteriza por el esfuerzo cognitivo. Básicamente está asociado a cálculos complejos y decisiones que requieren cognición previa.
Las heurísticas están ligadas al sistema 1. En muchas ocasiones son muy útiles pero en otras pueden tener consecuencias no esperadas. Imaginemos el caso en el que estamos en nuestra casa sin medio de comunicación alguno con el exterior excepto por una ventana a través d la cual visualizamos la calle. Es primavera y decidimos dar un paseo por la tarde. Antes de esto, vemos a través de la ventana a dos personas pasear sin gran abrigo, solo en remera. Decidimos, sin más, salir de manera idéntica ya que inferimos que si el frío no atenta contra esas personas es porque no es tal. A los minutos de caminar notamos que nuestro cuerpo está destemplado debido al súbito fresco luego de que el sol comience a esconderse. Horas más tarde, los síntomas de gripe son evidentes. Este es un claro ejemplo del predominio del sistema 1 y la utilización de heurísticas en decisiones no muy relevantes como dar un paseo: observamos que dos personas caminaban en remera y decidimos hacerlo nosotros sin saber nada de la historia de aquellos ni salir a la puerta para averiguar cuán fresco estaba.
Las investigaciones de los autores mencionados muestran que las decisiones económicas están influenciadas por los mismos tipos de atajos. Muchos de nosotros nos endeudamos en las épocas de estabilidad económica sin ponderar la posibilidad de un hecho aleatorio que, ex post, denota la naturaleza de inestabilidad endémica de las dinámicas económicas: ante súbitas contracciones del crecimiento económico, las consecuencias de un endeudamiento exuberante previo se materializan en impagos sistémicos y, finalmente, en una revisión sistémica hacia abajo de la riqueza. No todo parece ser lo que era.
Seguramente el sistema 2, al utilizar la información de un prospecto adecuado de la situación, hubiera decidido con mayor prudencia. El sesgo del enfoque estático, en detrimento del dinámico, hace que la maximización de ganancias de bienestar inmediato pese relativamente más que el bienestar de mañana.
Esto se extiende a los mercados financieros. El boom en estos mercados como los ocurridos en los títulos tecnológicos hacia principios del siglo XXI y, años después, el generado por los mecanismos titularización de la hipotecas de baja calidad (Suprime), presentaron una coyuntura de grandes ganancias pero que en el mediano plazo fue insostenible. Los agentes financieros tendían a decidir por opciones más redituables en el corto plazo sin informar claramente a los inversores sobre cómo estaban manejando sus fondos. Si bien la ausencia de mecanismos de regulación y la opacidad intrínseca de estos mercados hace difícil los objetivos de estabilidad y prudencialidad, el sesgo de agentes en virtud del crecimiento abrupto de las ganancias de corto plazo configura una estructura de funcionamiento muy sensible a cambios no esperados o no ponderados en los escenarios analizados ex ante.
A pesar que las instituciones internacionales como el Grupo de los Veinte (G20), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) abogaron, luego de las disrupciones financieras de 2008, por un mayor control a los mercados; existe un reconocimiento de que esta empresa tiene grandes dificultades.
A nuestro modo de ver, entre los impedimentos de esa tarea los principales se refieren al Sistema 1 y las heurísticas. Esto se traduce en que los objetivos deben pasar por minimizar la utilización del sistema 1 con las herramientas institucionales que se disponen. En otros campos de la sociedad se ha avanzado en estos temas aunque no había tantos intereses en el medio como los que interáctuan en los mercados financieros.