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La edad de oro (XI) Wyckoff (IV): Una tipa dura

   

    El agua en completa calma. Una maravilla completa
    Bandadas de pájaros se mueven
    con inquietud. Hay misterio suficiente en esto. Dios lo sabe
    Entonces, en una milla de distancia vemos que el viento
    avanza sobre el agua. Nos sentamos tranquilamente a 
    verlo venir. No hay de qué preocuparse
    Solo es  viento. No demasiado fuerte. Aunque bastante fuerte
    Siento que me abanica la cara y las orejas. Siento que 
    me eriza el cabello - más dulce, me parece
    que los dedos de una mujer.
    Luego me giro y veo
    que entra por el Estrecho, 
    pilotando  las olas 
    Las olas baten contra
    el casco. Los pájaros se vuelven locos
    El barco balancea de lado a lado
    "Dios" me dices " Nunca había visto algo así"
    "Nunca verás esto en Manhattan, amigo mío"
    te contesto

 

 

Wyckoff, abandona Wall Street del bajo Manhattan, a sus 40 años y se pira del edifico que le acogió siendo solo un preadolescente  y desde donde se ha convertido en rico y en una figura referente de la inversión en el exclusivo mundo financiero de los años veinte. Y también es el editor del mejor periódico financiero de la época. El Financial y el WallStreet, siempre quedaron rezagados frente a The Magazine of Wall Street. 

Se instala en el antiguo territorio indio, pasado Queens, donde se acaba la ciudad, donde esos indios sobrevivían, dios sabe cómo, cazando y pescando en esos inviernos de dos dígitos bajo cero. Y lo hacían pescando y cazando aves, en torno a esa estrecha lengua de mar que conforma esta isla. Isla hecha península ahora, gracias a los agiles puentes que acaban en Manhattan. Al otro lado del extremo del Estrecho , donde la lengua marina toca ya el Atlántico   entran  gélidos y poderosos vientos del norte. Estos, barren la ciudad. En su fuga Wyckoff se lleva a su joven amante, la cantante ya convertida en esposa / socia y con ella la sede y editorial del mejor periódico financiero de esa edad de oro.

De esto va hoy el diario, de chismorreo, de periódicos financieros cerrados, de mansiones, de amantes deslumbrantes, de la belle epoque y los años 20, de NY , de tipas duras y de Long Island. Dejamos pues aparcados los artículos sobre Simons, que nos sobrecargo con tanta matemática avanzada en las finanzas.

Aunque ha sido él, el que nos ha contactado con Wyckoff otra vez, un Simons  al que le habíamos dejado, operando cinco anomalías estadísticas que lo estaban volviendo rico. Conociendo su falta de interés por la inconsistencia de los operadores financieros del pasado, Simons no se debe dar cuenta que en eso, en trasladarse, está haciendo y siguiendo los pasos de Wyckoff también. Del bajo Manhattan y Wall Street al antiguo territorio indio .

Entre las cinco anomalías que Simons opera entre el 89 y el 95 del siglo pasado, tres de ellas están relacionadas con operaciones de grandes volúmenes , de enormes tamaño de apuesta lanzadas a mercado. Luego ya solo es discernir quien está detrás. Utilizando la terminología de Wyckoff,  no es lo mismo las bandas de pececillos que los grandes peces. Los primeros son fácilmente previsibles, los segundos amigo, son otra cosa. En eso también, casi con un siglo de retraso Simons ha llegado a lo que Wyckoff se dedico a estudiar y analizar durante un año de su vida. De 1902  a 1903  , para ser concretos. Ya solo os faltaba iros a vivir y trabajar ambos a  solares casi idénticos en Long Island. Y al parecer indigestaros con alguna maldición india   de algún chaman cabreado por la invasión. No pensarías que ibais a llegar, desde la ciudad de la codicia, instalaros y empezar a ser felices en vuestras deslumbrantes mansiones a orillas del estrecho y su viento.

Este es el territorio. 

En el mapa, en el lugar llamado Glen Cove, dos pequeñas penínsulas mas a la izquierda, en la primera península en blanco, se instala Wyckoff y con él, el Magazine de Wall Street. Y 85 años mas tarde y al borde también de la ciudad existente que ha crecido, en el lugar que en el mapa figura como Stony Brook en la punta de esa mini península se instala Simons. Un poco más bajo esta Renaissance, el laboratorio de trading más importante del mundo con sus 300 científicos excéntricos y pagados como estrellas del futbol europeo.


 

La mansión del Magazine of Walll Street, no existe hoy en día , pero en el enlace se ve la original de Sloane, amigo de Wyckoff , con el que compro los solares  juntos. Sloane fue el director de General Motors, el responsable de su éxito  y la mansión de Long Island es ahora una fundación dedicada a la investigación, con más de 30 miembros de personal. La antigua vivienda está por tanto de acceso al público.
En este enclave se ven los solares.

Alejando la imagen, encima  de la casa de Sloan, se ve el solar donde se ubicaba Wyckoff y su periódico. Se tiene una foto de la mansión de Wyckoff antes de desaparecer.


La vivienda de Simons puede verse desde este enlace.

También se puede ver la carretera enfrente de la finca donde nada más llegar fue atropellado mortalmente su hijo mayor montado en una bicicleta.

La amante de Wyckoff era un chica de Detroit que sin cumplir los 20, emigro a la gran ciudad del espectáculo que era Nueva York. Una ciudad de bandas musicales, cantantes y cascos ligeros. Ella mientras daba clase de canto y baile se pagaba su estancia con el puesto de trabajo encontrado en la editorial del Magazine de Wall Street. Nueve  años despues ya era la tesorera y amante del jefe. Un año mas tarde es socia al 25% y esposa del  jefe, de Wyckoff  que le doblaba la edad y también era la directora del periódico. Cuando se caso con Wyckoff es cuando se traslado la editorial a Long Island.  No pasa un año desde el casamento y ya es socia al 50%.

Cecelia, que así se llamaba ella, no paro de  trepar.  Abandonadas sus ambiciones de vedette, se concentro en el mundo financiero y de paso en sus operadores. Nunca recogió el apellido públicamente de Wyckoff, porque lo primero que hizo engañando a todo el mundo es adoptar el seudónimo de analista masculino de Charles Benedict. Como los huevos Benedict para desayunar. Es entonces cuando se le conoce en el mundillo con el apodo de  "una tipa dura",  apelativo solo usado para hombres hasta entonces. Fue un cronista del mundo social y financiero quien lo levanto. Este fue  citado por el director del periódico en la mansión de Long Island y quedo impresionado cuando se le apareció en la mansión como en una película de novela negra  una mujer sensual con nombre de hombre. Una mujer que coqueteaba y no tenía remilgos en usar su atracción sexual como arma de poder con los hombres y además expresarlo públicamente. Esto último impensable hoy en día.

Dieciséis años le duro el matrimonio a Wyckoff. Ese es el tiempo que vivió en Long Island.  Allí dejo, su periódico, su mansión y su mujer, aunque finalmente parece ser que los tribunales, le hicieron pagar a ella una gran cantidad de compensación. Pero no consiguió volver a tomar el control de él, que era su pelea.  Murió cuatro años después de la separación, alejado del frio, en una California que mantiene una cátedra de finanzas a su nombre.  Las fechas de muchos libros suyos son de ese periodo. Queda de él sin embargo sus enseñanzas, sus libros y todos los ejemplares del The Magazine de Wall Street anteriores a 1925 . Una pena que no le hubiera conocido a mi abuelo, que era de su generación, y que poco habría tardado en soltarle eso de " donde está la olla, no metas la polla". Con eso quizás no se hubiera expuesto tanto a maldiciones indias y vientos desoladores.

De ella no quedo nada, ninguna canción o interpretación ni tan siquiera una foto para verla. Solo crónicas chismosas. Como esta.

Con la separación y el control del periódico ella pasa del apelativo de "una chica dura" al de "Prima Dona" de New York, y es entonces cuando aparece como Cecelia Wyckof.  Y es también cuando irrumpe el pope de los fundamentalistas , de los values, el profesor de Columbia Ben Graham, de una generación posterior  a los Wyckoff. Con él, The Magazine, comienza a ser un instrumento de difusión de una doctrina fundamentalista y con el también aparece otro Graham que hace su publicidad. Al Magazine le queda una corta vida de éxito.

Pero esto ya forma parte de otra época, de otra manera ya de vivir.
 

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