Fuertes rebotes en las bolsas en el último día de agosto, un mes para olvidar, en el que la renta variable absorbió los excesos alcistas de meses anteriores, añadiendo nuevas dosis de pánico provenientes del enfriamiento económico. Un rápido y duro ajuste, fruto del paso de la euforia al miedo. Pero, al contrario que en anteriores jornadas alcistas del mes de agosto, el movimiento de hoy tiene visos de anticipar un cambio de tendencia, por lo menos en el corto plazo.
El discurso de Bernanke en Jackson Hole el viernes pasado suponía el preludio de algún tipo de medida expansiva. Su rotundidad a la hora de señalar los problemas persistentes en la economía, unida a la no menos rotunda afirmación de que la Reserva Federal hará todo lo que sea necesario para fomentar la recuperación, eclipsaba la decepción inicial que suponía la falta de apelaciones directas al Quantitative Easing 3. Y la lectura de las Actas de la FED de ayer persistía en ese camino, elevando las posibilidades de que durante la próxima reunión del FOMC los próximos 20 y 21 de septiembre se vayan a establecer nuevas políticas monetarias.
Las fuertes bajadas que han vivido los índices durante el mes de agosto, peor mes desde 2008, habilitan un gran espacio que recorrer al alza. Si las agencias de rating y los políticos europeos colaboran durante las próximas semanas, septiembre será un mes mucho mejor que agosto.