El aspecto que ofrecen las Bolsas en estos momentos se parece bastante al que mostraban el pasado verano, en los meses de agosto y septiembre, cuando los índices bursátiles experimentaron su peor caída desde 2011.
La situación de China está generando un pánico financiero muy apreciable a través de tres vectores: el desplome de la Bolsa de Shangai por cuestiones regulatorias que trascienden las puramente económicas, la depreciación del Yuan y la incertidumbre de hasta dónde llegará, y las dudas de fondo que suscita el crecimiento futuro de la Segunda mayor economía del mundo.
Estos miedos tienen reflejo en todos los mercados, lo que no hace sino recrudecer el efecto bajista sobre la Bolsa, a través de las correlaciones que generan el crudo y algunas divisas.
Con todo, cabe recordar lo que sucedió en la última semana de septiembre del año pasado: tras caídas de entre el 15 y el 20% desde la segunda semana de agosto, las Bolsas iniciaron un rebote que se prolongó hasta finales de noviembre, cercano al 15%.
Es decir: hace unos meses, tras los fortísimos temores que despertaba la posibilidad de que China experimentara un fuerte frenazo en su crecimiento que enviase a muchas economías a la recesión, y redujese dramáticamente el crecimiento mundial, los mercados entendieron que esos miedos habían sido excesivos, y recuperaron gran parte del terreno perdido.
El cierre casi plano de ayer, y las subidas de hoy, contribuyen a mejorar el aspecto técnico de los índices, y dejan figuras de vuelta alcista.
En cualquier caso, la existencia de tres catalizadores de gran volatilidad (crudo, Yuan y Bolsa de Shangai), hace completamente impredecible lo que pueda suceder en los próximos días. Mañana conoceremos importantes datos de la balanza comercial China que podrían provocar un fuerte movimiento en estos activos.