A todos los que nos marcaron las míticas retransmisiones de Andrés Montes, recordaremos dentro de sus "chascarrillos" recurrentes aquello de "porque la vida puede ser maravillosa". Y claro que puede serlo. Y la bolsa también. Depende mucho de los ojos con que uno la mire.
Para mí la bolsa no es algo etéreo, donde se intercambian títulos de empresas sin más. Para mi la inversión en bolsa es mucho más que eso. Es tener la oportunidad de ser dueño de una empresa. Cuando interiorizas esto de verdad no hay marcha atrás.
Seguro que todos los que lean estas líneas se verán representados en la siguiente situación: Típico negocio de tu barrio o ciudad, que ves que funciona de forma excelente, tiene muchos clientes, buena reputación, y lo que es más importante, ves que tiene que darle importantes beneficios al dueño. Todos pensamos: "si tuviera oportunidad entraba como socio de cabeza". Y este razonamiento es tan lógico como altamente improbable de materializar. Pero, ¿en qué consiste realmente invertir en bolsa? ¿Acaso no es precisamente comprar acciones de una sociedad cotizada, y ser dueño de la misma en una parte proporcional? Es algo tan poderoso y tan sencillo a la vez que podemos asociarnos, a simple golpe de click, con Tim Cook, Amancio Ortega, Coca Cola o cualquier compañía que cotice a nivel mundial.
Los que ya conozcan mi trayectoria inversora, saben que una de mis inversiones y compañías favoritas es Apple. Yo me considero socio de la compañía de la manzana. En una proporción infinitesimal, pero aún así esa ínfima parte de la compañía es mía. Y lo serán sus beneficios futuros en la misma proporción.
La bolsa por tanto nos brinda la posibilidad de, desde nuestra casa, en pijama, con sólo darle a un botón, convertirnos en socios de los negocios más rentables del mundo. Muchas veces, se transmite mejor el mensaje con un ejemplo. En uno de los podcasts de nuestros amigos de @MasDividendos, entrevistaron al conocido jugador de baloncesto Fernando San Emeterio. Cuenta que es muy habitual dentro del mundo del deporte, que los jugadores inviertan en restaurantes, con la idea de gestionarlo cuando se retiren. San Eme (como se le conoce en el mundo del deporte) contaba que en los vestuarios les decía a sus compañeros que él invertía también en restaurantes, pero en, posiblemente, la mejor cadena del mundo, y sin tener que hacer ningún esfuerzo: Era accionista de McDonalds. La mayoría no lo entendía.
Esta forma de inversión tiene muchas ventajas, sobre todo psicológicas, que es muchas veces lo que tortura al inversor de a pie:
- Yo no invierto una cantidad monetaria, sino que compro un número de acciones. Parece lo mismo pero no lo es. Por ejemplo: No invierto 10.000 euros en Inditex. Compro 400 acciones. Si se está en fase de acumulación, digamos que, como poco, no nos disgusta en demasía las caídas. Mientras más caiga el precio de las acciones que nos gusta, más de las mismas podremos comprar con la misma cantidad de euros.
- No miro a diario las cotizaciones. ¿Qué nos aporta esto de positivo? Si confío en una compañía para invertir en ella en un horizonte de, por ejemplo, 10 años, ¿qué más me da su variación de precio diario? Para mí es un dato muy secundario. Puede fluctuar el precio de la acción, pero lo que no lo hará es mi porcentaje de participación en la empresa.
Por consiguiente, ahí va mi consejo: no inviertan en bolsa. Compren empresas.