Según el Instituto Nacional de Estadística, durante el primer semestre de 2025 se batió récord de llegada de turistas a España con 44,5 millones de personas; lo que supone un 4,7% de turistas adicionales con respecto al mismo período del año anterior.
En términos económicos esto supone otro récord en cuanto al desembolso de esos turistas, que se dejaron un 7,5% más de dinero (concretamente 59.600 millones de euros) que en el mismo período del año anterior. Esas serían “las luces” del incremento de visitantes a nuestro país durante el primer semestre.
Lo que podría considerarse como “las sombras” de ese incremento de turistas, es la saturación de personas en algunos puntos de España, el malestar que eso ha generado entre algunos vecinos de las localidades afectadas, la masificación de bañistas en las playas, el posible encarecimiento que provoca el aumento de turistas en los precios de la vivienda, el incremento en los precios de los viajes (transporte y alojamiento), incremento de la contaminación acústica y medioambiental, entre otros efectos.
Es evidente que en la mayoría de las ocasiones, para aumentar el bienestar de unos es necesario sacrificar el bienestar de otros, y a su vez, ese aumento de bienestar se logra mediante el consumo de recursos limitados; o lo que es lo mismo, mediante la destrucción de recursos.
Recuerdo hace ya algunos años visitando las playas de Cuba, en una excursión formada por un amplio grupo de turistas de diferentes nacionalidades para practicar buceo, uno de los buceadores salió del agua con gran alegría, alzando las manos y mostrándole a su familia el coral que había arrancado como “trofeo” para llevárselo de recuerdo. Allí pude ver cómo un coral que podría tardar miles de años en formarse, y que representa la esencia de la vida marina en los trópicos, fue destrozado en un instante tan solo por capricho de un turista que probablemente jamás vuelva por aquel sitio, pero que habrá dejado su huella por unos cuantos años. Y lamentablemente esos episodios son frecuentes, si se tienen en cuenta los miles de turistas que pasan por allí anualmente.
Esa anécdota reafirmó mi convicción de que no podemos apelar solamente a la buena voluntad de la ciudadanía y su concienciación sobre el cuidado del medioambiente para preservar nuestro entorno, porque lamentablemente de esa forma no lograremos los cambios necesarios para lograr los objetivos de sostenibilidad, o de poder dejarles a las generaciones futuras un planeta más o menos en condiciones.
Si bien es necesaria esa pedagogía que busca un cambio de mentalidad en la sociedad, también será necesaria la elaboración de normativas y directrices que marquen el camino a seguir, y el desarrollo de tecnologías que agilicen esos cambios tan necesarios para el medioambiente y la sociedad.
Desarrollos como drones adaptados para reforestar grandes áreas de manera eficiente mediante la siembra (esparciendo semillas) de miles de árboles en tan solo un día, o sensores y sistemas de riego inteligentes para optimizar el uso del agua en la agricultura, permitiendo que los cultivos reciban la cantidad exacta de agua que necesitan para reducir su desperdicio, o barreras flotantes que utilizan las corrientes marinas para concentrar y recoger plásticos y otros desechos de los océanos, son solo algunos ejemplos esperanzadores.
Pero es importante destacar que esos desarrollos tecnológicos provienen del sector privado, dado que el sector público carece de los recursos suficientes para llevar a cabo ese gran cambio de rumbo necesario para los sistemas productivos o de consumo. En manos del sector público estará la elaboración de leyes, o la aplicación de políticas que favorezcan el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS); pero la mayor parte de los recursos económicos provendrán del sector empresarial, y en mayor medida, del sector financiero.
Debido a esos cambios en los modelos productivos y de consumo, la industria financiera también ha tenido que adaptarse, y a su vez ha detectado nuevos nichos de negocios sobre los que invertir. Es así como los flujos de fondos comienzan a reorientarse hacia otro tipo de industrias, permitiendo el desarrollo de nuevas tecnologías que aceleran el alcance de los ODS.
Por lo tanto, si tienes intenciones de destinar tus ahorros o parte de ellos, a invertir en industrias o tecnologías que promuevan el alcance de esos ODS de la Agenda 2030 establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas, a estas alturas dispones de un abanico muy amplio sobre el cual elegir. Pero eso también podría suponer un inconveniente, dado que probablemente no sepas por dónde empezar o en qué empresas invertir.
Para ello, una vez más te recomendaría apoyarte en los expertos de la industria de inversiones sostenibles, e invertir directamente en un Fondo de Inversión que destine el capital a esa temática, para que sean ellos (los expertos) quienes realicen la labor de análisis y selección de los activos que consideren más adecuados.
Vontobel Fund – Global Environmental Change
En esta ocasión quisiera presentarte el Fondo Vontobel Global Environmental Change, el cual tiene como objetivo la obtención de rendimientos financieros a largo plazo, además de incidir de forma positiva en cuestiones medioambientales. Ambos resultados son considerados por la entidad gestora igualmente importantes, por lo que se refieren a ellos como un «doble dividendo».
Para lograr ese objetivo, los gestores intentan disponer de una cartera de alta convicción y sin restricciones; lo que requiere de un proceso de inversión centrado en una disciplinada selección de valores bottom-up, basada en exhaustivos análisis de las empresas que integran criterios financieros, de impacto y de sostenibilidad.
Este Fondo de renta variable global del sector ecología apoya, a través de sus inversiones, a empresas que tratan de abordar los retos representados por los siguientes seis pilares de impacto:
1. Infraestructuras de energía limpia.
2. Agua limpia.
3. Tecnología de la construcción.
4. Transporte de bajas emisiones.
5. Industria eficiente en el uso de los recursos.
6. Gestión del ciclo de vida de los productos.
Con fecha de lanzamiento en Abril de 2017, y cuatro estrellas Morningstar, el Fondo presenta una beta de 1,12 y un nivel de riesgo 4 en escala del 1 al 7, donde 7 es el nivel de mayor riesgo.
El Fondo está gestionado por Pascal Dudle, gestor de Vontobel Asset Management SA quien cuenta con una amplia trayectoria en la gestión de carteras, y Fondos temáticos.
En el siguiente cuadro resumen, te expongo los principales datos de la clase más barata del Fondo, si lo contratas a través del Supermercado de Fondos de Inversión de EBN Banco:
En cuanto a su rentabilidad, el Fondo utiliza como índice de referencia el MSCI World Index TR net. La evolución de la rentabilidad puedes verla en el siguiente gráfico:
Las rentabilidades anuales alcanzadas por el Fondo y su índice de referencia son las siguientes:
Al 31 de julio de 2025, la cartera del Fondo presentaba las siguientes principales posiciones:
Y recuerda que antes de tomar cualquier decisión de inversión, siempre es recomendable consultar con un asesor financiero de confianza.
Será entonces hasta la próxima semana en que nos volvamos a encontrar. Y mientras tanto, puedes valorar la idea de invertir en sectores y proyectos alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ¡pero sin descuidar la rentabilidad de tu inversión! Ya que en este tipo de inversiones, también es posible conseguir un doble beneficio: para ti y para el planeta.