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Linde: el gigante invisible que sostiene el aire que respiramos


Cuando se habla de las grandes multinacionales que mueven el mundo, la mayoría de la gente piensa en bancos, gigantes tecnológicos o petroleros. Sin embargo, existe un grupo de empresas sin escaparates, sin anuncios de televisión ni productos de consumo masivo, pero sin las cuales la vida moderna sería imposible. Una de ellas es Linde plc, líder mundial en gases industriales y medicinales.

Su importancia es tan invisible como el aire que respiramos. Cada vez que un paciente recibe oxígeno en una UCI, que se abre un envase de comida envasada o que una fábrica de coches suelda con argón, ahí está Linde. La multinacional no fabrica productos de consumo visibles, pero sostiene industrias enteras: del acero a la microelectrónica, de la alimentación a la sanidad, y ahora también de la transición energética al hidrógeno verde.

Linde plc está legalmente domiciliada en Dublín (Irlanda), mientras que su sede operativa principal se encuentra en Woking, Surrey, en el Reino Unido. Esta doble configuración responde a la reorganización que siguió a su fusión con Praxair en 2018.

En los mercados financieros, Linde cotiza desde 2023 de manera exclusiva en la Bolsa de Nueva York (NYSE), bajo el ticker LIN. Antes mantenía una cotización paralela en Fráncfort, formando parte del índice DAX, pero decidió concentrar su presencia bursátil en EE. UU. Hoy forma parte del S&P 100 y del S&P 500, reflejo de su peso estratégico en la economía mundial.

Carl von Linde y la conquista del frío

Carl von Linde, nacido en 1842, fue un pionero de la ingeniería moderna. En 1876 desarrolló la primera máquina de refrigeración por compresión de amoníaco. Gracias a ese invento, la industria cervecera alemana pudo fabricar cerveza durante todo el año, sin depender del hielo natural. El impacto fue enorme: la producción dejó de ser estacional y se convirtió en una actividad continua y exportable.

Su técnica de licuefacción de gases abrió puertas inesperadas. La aviación temprana utilizó oxígeno líquido en vuelos experimentales de gran altitud. Las expediciones polares pudieron conservar alimentos durante meses gracias al frío artificial. El frío industrial y los gases licuados revolucionaron desde la vida cotidiana hasta la exploración científica.

De guerras mundiales a empresa global

Durante la Primera Guerra Mundial, los gases industriales se convirtieron en recurso estratégico. En la Segunda, Alemania desarrolló su industria química en parte gracias a estas tecnologías. Tras la guerra, Linde se consolidó como un actor europeo esencial en la reconstrucción.

Mientras tanto, en Estados Unidos, la filial Linde Air Products, que acabaría convirtiéndose en Praxair, creció de forma independiente. Durante más de ocho décadas ambas compañías siguieron caminos separados, hasta que se reencontraron en la fusión de 2018.

Una fusión compleja y vigilada por reguladores

La unión entre Linde y Praxair no fue sencilla. Se trató de una de las mayores fusiones del sector químico, valorada en 87.000 millones de dólares. Reguladores de Estados Unidos, Europa y Asia impusieron condiciones estrictas: ambas compañías tuvieron que vender activos en gas industrial para evitar concentración excesiva.

En Europa, la Comisión Europea exigió la venta de activos en varios países. En EE. UU., el Departamento de Justicia impuso condiciones duras: Praxair tuvo que ceder parte de sus plantas a Messer y CVC Capital. En China, la operación se aprobó tras meses de consultas.

La fusión solo pudo cerrarse en 2018 tras una de las reestructuraciones regulatorias más complejas del sector químico. El esfuerzo mereció la pena: el nuevo grupo se convirtió en líder global indiscutible.

España: la batalla del oxígeno y el papel de Juan Abelló

En España, los gases industriales tienen nombre propio: Carburos Metálicos, fundada en Barcelona en 1897. Durante casi un siglo fue líder indiscutible. La pugna por su control en los años noventa acabó con la victoria de Air Products, que la absorbió.

En ese escenario apareció Juan Abelló. El empresario madrileño firmó con Linde la creación de Abelló Linde, joint venture que introdujo al gigante alemán en España. Desde entonces, la compañía compite de tú a tú con Carburos en hospitales, fábricas químicas, metalurgia y automoción.

Hoy ambos grupos dominan el mercado español y aseguran el suministro de oxígeno medicinal a los hospitales, algo que quedó en evidencia durante la pandemia.

El oxígeno en tiempos de COVID-19

En 2020, el mundo vivió una crisis sanitaria inédita. El oxígeno hospitalario se convirtió en un recurso vital para salvar vidas. Linde fue uno de los grandes proveedores globales de oxígeno medicinal durante la pandemia, garantizando el abastecimiento a hospitales europeos, americanos y asiáticos.

La compañía instaló sistemas de emergencia, aumentó producción en plantas locales y reforzó la logística con camiones cisterna dedicados exclusivamente a oxígeno. Muchos países dependieron de este suministro para mantener sus UCI en funcionamiento.

En India, la filial de Linde transportaba más de 2.000 toneladas diarias de oxígeno en plena crisis sanitaria. En Brasil instaló sistemas provisionales en hospitales colapsados. En España e Italia reforzó la red en cuestión de días. La pandemia visibilizó el papel silencioso de Linde: sin su red global, miles de hospitales habrían colapsado.

El corazón del negocio

El modelo de Linde se basa en la estabilidad. La división Linde Gas representa tres cuartas partes de los ingresos y abastece a hospitales, industrias pesadas y fabricantes de microchips. Los contratos suelen durar entre 15 y 20 años, lo que asegura ingresos estables.

En 2024, Linde Gas alcanzó márgenes superiores al 30 % en todas las regiones, llegando al 33,3 % en Europa.

La otra división, Linde Engineering, construye plantas para hidrógeno, separación de aire y captura de CO₂. Sus márgenes son más volátiles, pero permiten a Linde ser protagonista en la transición energética.

En conjunto, en 2024 el grupo alcanzó un beneficio operativo de 9.700 millones de dólares, con un margen del 29,5 %, una cifra excepcional en la industria química.

Una década de crecimiento rentable

En 2015, antes de fusionarse con Praxair, Linde facturaba unos 23.400 millones de dólares. Diez años después, en 2024, alcanzaba 33.010 millones. El beneficio neto pasó de 3.100 a 6.565 millones.

En una década las ventas crecieron un 41 %, pero los beneficios se duplicaron más de un 110 %. El secreto: mejorar márgenes y asegurar contratos estables.

El margen operativo subió del 20 al 30 % en diez años. El margen neto pasó del 13 al 20. Y la rentabilidad sobre capital empleado saltó del 13 al 25 %.

Linde se ha convertido en una máquina de generar caja: en 2024 obtuvo un flujo de caja operativo de 11.500 millones, con capacidad de financiar inversiones, dividendos y reducción de deuda simultáneamente.

La deuda y la confianza del mercado

La deuda neta de Linde ronda los 30.000–32.000 millones de dólares, frente a unos fondos propios de 38.090 millones. El ratio de flujo de caja sobre deuda, entre 45 y 50 %, es cómodo y sostenible.

El 65 % de la deuda es a largo plazo, con vencimientos escalonados hasta 2035. El coste medio es del 2,8 %. Esto permite que el servicio de la deuda sea holgado y que la empresa mantenga flexibilidad financiera.

Por ello, Moody’s otorga a Linde una calificación A2 (estable) y Standard & Poor’s un A (estable). Se trata de notas de grado de inversión alto, que garantizan acceso privilegiado a financiación barata.

Los mercados bursátiles: una apuesta segura

En 2018, tras la fusión con Praxair, Linde tenía una capitalización de unos 90.000 millones. En 2025 supera los 225.000 millones.

La acción pasó de 160 dólares en 2018 a más de 440 en 2025. En siete años, se ha revalorizado un 175 %, casi el doble que el S&P 500.

En 2024, Linde pagó 6 dólares por acción en dividendos, un total de 3.000 millones, y recompró títulos por 4.100 millones. La devolución total a los accionistas fue de 7.100 millones. Además, lleva más de 30 años aumentando su dividendo cada ejercicio.

Quién manda en Linde

El accionariado está dominado por los grandes fondos institucionales. Vanguard posee el 9,4 %, BlackRock el 5,5 % y State Street el 4 %. Les siguen Fidelity y Geode Capital.

La presencia de estos gigantes garantiza estabilidad y disciplina financiera, aunque también refleja la concentración del poder económico mundial en pocas manos.

Competencia y geopolítica del aire

El sector de gases industriales está controlado por un oligopolio: Linde, Air Liquide, Air Products y Nippon Sanso.

Air Liquide, con sede en París, factura 28.700 millones de euros y centra su estrategia en hidrógeno. Air Products, estadounidense, factura 12.600 millones y apuesta por megaproyectos energéticos. Nippon Sanso, japonesa, factura 7.800 millones y domina en semiconductores.

Linde es el único grupo que combina liderazgo global, diversificación regional y márgenes superiores al 29 %. Es, con diferencia, el más rentable.

La guerra en Ucrania y las sanciones obligaron a abandonar Rusia, perdiendo 1.000 millones de dólares de negocio. A cambio, reforzó Asia y Norteamérica. En China, la demanda de semiconductores e hidrógeno multiplica oportunidades. En Oriente Medio, participa en megaproyectos de hidrógeno verde.

El aire se ha convertido en un campo de batalla geopolítico: controlar oxígeno, hidrógeno y gases críticos es controlar el futuro industrial.

Transición energética: hidrógeno y CO₂

El siglo XXI es el siglo del hidrógeno. Linde lidera inversiones de 5.500 millones de dólares en 2025 para construir plantas de hidrógeno verde y proyectos de captura de CO₂.

En Texas, opera una de las mayores instalaciones de hidrógeno del mundo. En Alemania, participa en proyectos de electrólisis renovable. En Noruega y Canadá, desarrolla almacenamiento de CO₂. En Corea y Japón, construye redes de hidrogeno.

Su papel como socio de gobiernos y grandes empresas es crucial en la carrera hacia la descarbonización.

Linde y la cultura corporativa

Con más de 80.000 empleados en 100 países, Linde no solo es tecnología, también es capital humano. La empresa presume de su cultura de seguridad: manipular gases criogénicos y sustancias inflamables exige protocolos estrictos.

La tasa de accidentes laborales de Linde es una de las más bajas de la industria química global, un logro que la compañía exhibe como prueba de su compromiso con la seguridad.

Además, promueve diversidad e inclusión. En 2024, el 30 % de sus puestos directivos estaban ocupados por mujeres, y su objetivo es alcanzar el 40 % en 2030. En sostenibilidad social, financia programas educativos en India, Brasil y Sudáfrica para formar técnicos especializados.

Mirando más allá de 2030: los retos de 2040

Los analistas ya piensan en la próxima década. Linde deberá enfrentarse a retos colosales.

En primer lugar, el hidrógeno como combustible de la aviación. Airbus y Boeing trabajan en prototipos de aviones de hidrógeno, y Linde será proveedor clave de las infraestructuras de repostaje.

En segundo lugar, la industria de semiconductores, que requiere gases de ultra pureza. Con la carrera tecnológica entre EE. UU. y China, Linde se posiciona como socio estratégico en la construcción de fábricas de chips en Europa y Norteamérica.

En tercer lugar, la movilidad eléctrica y la captura de CO₂. Las plantas de baterías demandan gases especiales en sus procesos. Y la captura de carbono será imprescindible si se quieren cumplir los objetivos climáticos de 2050.

Los expertos estiman que en 2040 Linde podría superar los 60.000 millones de dólares de facturación, con beneficios cercanos a 15.000 millones, si consolida su liderazgo en estas áreas.

Conclusión: el gigante invisible

Linde es invisible para el consumidor final, pero sin ella no podrían funcionar hospitales, fábricas, laboratorios ni proyectos de transición energética. Su modelo combina contratos a largo plazo, márgenes elevados, una presencia global diversificada y un papel central en la descarbonización de la economía.

Con grandes fondos como Vanguard, BlackRock y State Street en su accionariado, con calificaciones A2 (Moody’s) y A (S&P), y con una deuda controlada en torno a 30.000 millones frente a fondos propios de más de 38.000 millones, Linde es la fuerza discreta que sostiene la economía moderna.

Invisible como el aire, pero vital como la vida misma: así respira Linde por todos nosotros.

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  1. en respuesta a ErickSpace369
    -
    #2
    16/12/25 10:52
    Muchas gracias por tus palabras. Un saludo.
  2. Top 100
    #1
    15/12/25 20:07
    Tenía un artículo pendiente de esta compañía desde el 2024, pero ya con este completísimo análisis, ya no hace falta, muy buena compañía Linde.

    s2
Se habla de...
Linde AG (LIN)

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