No sé por qué, pero desde muy joven tuve afición por el mundo de la bolsa. Desde entonces sigo con verdadero interés las noticias relacionadas con el vaivén de la bolsa. Aprendí a que era un termómetro infalible de la temperatura de la economía. Que adelantaba el signo de los ciclos económicos y su duración.
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Mientras he leído a bastantes analistas o estrategas. Actualmente, algunos muy buenos para mi, como pueden ser Josep Prats, Samuel Sierra, Carlos Doblado, Tomás García Purriños, Joan Cabrero, etc. Especialistas que analizan el mercado, que nos ofrecen su trabajo y su perspectiva para nuestra libre y responsable interpretación, que nos traspasan sus conocimientos sin contraprestación alguna, para que cuando tomemos decisiones de inversión lo hagamos con el mejor de los criterios. Que por supuesto tienen o trabajan en agencias financieras y gestionan patrimonios, para el que quiera. Pero sus consejos los hacen públicos, sin otro interés.
Por el contrario, hay otros seudo-analistas que han encontrado en este difícil mundo de la bolsa un “modus vivendi” al estilo de aquellos charlatanes que rodeados de público, vendían su mágico crecepelo. Y que aprovechando su presencia en los medios, no se cortan tampoco de hablar de política de forma partidista, despotricando contra todo lo que no sea su ideal político. Opiniones distintas de las suyas, las descalifican sin más argumentos que el de su febril locura. Alguno hay, que escribiendo u opinando en medios de escasa y nula difusión, piensan que son estrellas de la comunicación y solo son eso, pseudo-analistas o charlatanes que venden humo. Solo humo.
Mi agradecimiento aquí, en mi blog de Rankia, a todos esos que desde su profesionalidad y modestia, nos ofrecen todos los días sus opiniones para una mejor gestión de los ahorros.