Afortunadamente a estas alturas ya hay suficiente información en Internet para que cada uno juzgue a Ajram, la lástima es que si la gente dispone de toda la información del mundo en Internet al alcance de una búsqueda y no la hace, ¿como no van a seguir existiendo los engañados y los gurús? ¿Cómo pierdes horas de tu vida en cursos o conferencias y no pierdes 30 minutos en leer cuatro artículos por Internet previamente?
Para mí Ajram fue en su momento un paradigma de lo que muchos anhelan: ser joven, tener éxito socialmente y dinero (mujeres e independencia) y practicar deporte (ser activo, enérgico y transmitir que eres un volcán de testosterona). En definitiva ser un semidios en el renacimiento moderno.
Fue de los primeros en comercializar la imagen de gurú en España que luego otros muchos imitarían. Un origen exótico y la hazaña de superarse a los fracasos académicos completarían el resto de la leyenda.
17 años después poca gente se conoce que viva del método Ajram pero la figura del gurú ha explotado y los hay a miles.
Las redes sociales como Instagram son un hervidero de jóvenes que intentan vender su misma imagen de "lo soy todo", tengo éxito social, dinero, mujeres, y estoy cachas/soy un atleta, hago lo que quiero, soy el mejor en todo y no renuncio a nada.
Fotos de coches y sacando bíceps, viajes, fotos de ordenadores haciendo day-trading, referencias a negocios y vida de jóvenes ejecutivos, cava y puros, hago lo que quiero con mi pelo y hasta el culo de la novia durmiendo.
No soy de Barcelona pero Barcelona es un ejemplo de cantera y caldo de cultivo de estos personajes, la mayoría hijos de papá para los que la vida discurre entre Pedralbes, la ESADE, el gimnasio y los masseratti. Sólo es un ejemplo.
La mayoría es apariencia, la Visa de papá financia estas muestras de orgías de auto-superación y muchos no llegarán a vender ni enciclopedias.
Luego con la edad supongo que todo el mundo vuelve a su sitio, y algunos ya no serán jóvenes, ni buenos escritores, ni habrán ganado nada como deportistas, y a lo sumo habrán tenido negocios del montón.
La fórmula del éxito no lleva nombre, y menos cuando el nombre de la fórmula es de alguien cuyo éxito y méritos son muy discutibles.