El problema no son las tarjetas, es el uso que se hace de ellas, si solicitamos un préstamo sabemos la cantidad solicitada, los gastos, las cuotas y cuando acabaremos. La tarjeta es como la versión particular de una póliza, se va tirando de ella y muchas personas se dan cuenta que tienen que devolver el dinero cuando ya la han agotado.
En el préstamo hay una previsión de pagos, se solicita para un gasto concreto y normalmente para un mejor uso del dinero.
En mi profesión recibo muchos más clientes con problemas por culpa de tarjetas que de préstamos.