Boswell, aquí tienes el articulo de Sostres que me pediste. Aunque va en la direccion contraria a lo que has escrito en tu columna...
SALVADOR SOSTRES
20/09/2011
HICIMOS UNA PROMESA
Éste es un artículo para mis amigos los hombres. Las mujeres pueden también leerlo, y seguro que van a disfrutar haciéndolo, pero no va dirigido a ellas. Este es un artículo de hombre a hombre o, más exactamente, de hombre casado a hombre casado, o comprometido en cualquier grado.
Si alguien cree que lo peor que le ha pasado a Dominique Strauss-Kahn estos días ha sido su detención es que no entiende absolutamente nada de cómo funciona el alma. Yo defendí que no fue una violación, porque se veía a la legua que aquella camarera quería sacar tajada de un revolcón.
Pero que hubo tomate estaba también clarísimo -el mismo DSK lo ha reconocido- y tenerle que contar a tu mujer que te has tirado a una camarera de hotel es bochornoso, terrible. Si, además, el mundo entero se ha enterado de lo que has hecho, la humillación que la pobre tiene que soportar por tu falta de control te desacredita no sólo como marido o compañero, sino como hombre. Lo peor que le ha pasado a Strauss-Kahn en todo este asunto es que se ha visto puesto ante la evidencia de su mezquindad.
No soy nadie para dar lecciones, ni pretendo darlas, pero lo que arriesgas cada vez que le eres infiel a tu mujer es mucho. Es tanto, que resulta a todas luces demasiado y más si es a cambio de un placer efímero y muy sobrevalorado, en especial por la izquierda inconsistente, esa izquierda tan poco elaborada intelectualmente que sólo es capaz de hallar gozo en los mecanismos más simples y menos sofisticados.
Lo sé, sé que a los hombres se nos llena de esperma el cerebro cuando queremos meterla; y las neuronas, abrumadas, se inhiben y dimiten temporalmente de su función inteligente. Pero incluso en estas situaciones tan extremadamente vulgares, tan animales y tan poco personales, hay que recordar lo mucho que está en juego: la preservación de la intimidad de la pareja; la robustez del círculo familiar, sobre todo si hay hijos de por medio, ser capaz de mantener tus promesas y poder reconocerte cuando te miras en el espejo.
Hicimos una promesa y fue una promesa para siempre. Evidentemente, las pulsiones nunca cesan, pero ya somos mayorcitos para saber que todos los cuerpos se parecen, que el sexo no aporta ninguna información trascendente y que pierde la mayor parte de su interés cuando se concreta.
No hay nada tan ordinario como un enredo, nada tan bajo como que te pillen con la secretaria o con la camarera. No sé qué idea tienes de ti mismo ni qué imagen de ti quieres que tengamos los demás, pero pocas cosas hay de tan mal gusto como aprovecharte de la confianza de la mujer que te quiere para engañarla, y hacerlo además con un propósito tan lamentable.
Nos podemos resolver nosotros solos el ímpetu de cualquier urgencia y, con un poco de imaginación, el viaje puede ser muy sugerente. Ser un hombre no es una cuestión genital, sino honorífica y moral. Eres un hombre cuando cumples lo que has prometido, cuando actúas con clase y con buen gusto, cuando eres inteligente y controlas tus instintos para proteger a los tuyos y a ti mismo.
La próxima vez que tengas alguna tentación incandescente piensa que al final todo se sabe, que tus hijos van a juzgarte por la ligereza con que pusiste su paraíso familiar en peligro, y que tendrás que asumir ante tu mujer y ante tus amigos que eres un irresponsable y un cretino. Y, total, por la mamarrachada de ceder a lo más básico e irte a hacer el cerdo con aquella otra cerda en lugar de calmarte como un ser civilizado, o pasar al baño un momento y arreglártelo tú solito