Un ejemplo muy sencillo.
Yo soy el Banco Central.
Un día, paseando, me encuentro en una zona que usan esa moneda que vosotros teneis por dinero. La moneda de los romanos, la del patrón oro, la de Marx, la de Ricardo, la de Smith... La que enfrentó al mundo en la 1ª guerra mundial.
Estos señores tienen una moneda de zinz, o de cobre, o de plomo, o de aluminio... o de oro o plata. Su valor está garantizado por el precio del metal del que está hecha.
Doy un golpe de estado. Me convierto en DICTADOR.
Dicto una ley de pagos. Esa ley dirá que a partir de ¡ya! se usará una moneda de papel. Haré que sea muy bonita, para que no se enfaden. Que toda la moneda que tengan la traigan al BANCO CENTRAL, donde estarán mis socios en el golpe de estado, y se la cambiaremos por moneda papel.
Previamente me habré comprado una impresora; la mejor, para que nadie pueda falsificar el dinero. Es decir, para que nadie pueda hacer una moneda igual. Aunque estaré vigilante para que nadie pueda hacerlo.
Les cambio la moneda. No me ha costado nada. Me he quedado con la otra, la que tiene valor.
Los empresarios cuando necesiten moneda vendrán a pedírmela. Yo controlaré que la que les doy, mejor dicho, les presto, se corresponda con lo que vale lo que han producido, para que no se produzca inflación. Me quedaré como garantía con un documento de propiedad sobre dicha producción. Exigiré un interés por el dinero prestado. No me ha costado nada
Si alguien quiere dinero, que me traiga una propiedad; una casa o finca me valdrán. Me quedaré con propiedad como garántia y les daré su valor, bueno el 80% de su valor, en moneda. Les exigiré un interés. No me ha costado nada.
Que alguien quiere crear un negocio. Que me traiga una propiedad como garantía que yo le presto la moneda. A cambio de un interés. No me costará nada.
¡¡Señores!! ¿De donde ha sacado el dinero este Banco Central?
Me convierto en demócrata. Pues nada. Seremos 2 o 3 dictadores que nos repartiremos el negocio del Banco Central. Para no pelearnos, haremos elecciones para que el pueblo, que es imparcial, decida quien de nosotros debe ser el que organice el cotarro. Nosotros, entre nosotros, nunca nos pondríamos de acuerdo. Y nos forraremos los tres, los de la derecha, los de la izquierda y los comunistas.
Otro día os hablo de los impuestos.
Un saludo.