1984 Banca Catalana 2003 Eurobank
Hablando del pasado menos reciente, cómo ve ahora, veinte años después, el caso Banca Catalana, cuando Villarejo y usted se querellaron contra Jordi Pujol y otras personas. Siempre le ha incomodado hablar de aquello.
R. La única incomodidad que recuerdo es la dificultad para entender la trama. Era una gente mucho más lista que nosotros que había organizado muy bien su trama y con un nivel de perfección dificilísimo de desentrañar. Lo demás tenía que ser lo que fue -la Audiencia Territorial de Barcelona archivó la querella-, y era inimaginable que fuera de otro modo. Lo que no tiene sentido es que una institución tan respetable, y tan de derechas, como el Banco de España presente un informe en el que deja clavadísimas las cosas, dice los autores, y que la fiscalía se tire para atrás o meta el informe en un cajón. Eran dos y dos son cuatro y había que hacer lo que se hizo, porque para eso están los fiscales. Luego vienen más historias. Se acaba de publicar un libro sobre Pujol, Què direu de mi, en el que se entrevista a cien personas. Uno soy yo, pero otros son Narcís Serra y Felipe González, y se desprende muy claramente lo mucho que les desagradó la posición de la fiscalía en el caso Banca Catalana. A Villarejo y a mí nos llamó el fiscal general de entonces, debatimos el asunto con el teniente fiscal del Tribunal Supremo y otros tres fiscales, y al acabar, Luis Burón dijo: "Es mi decisión que se interponga la querella". Nosotros volvimos y al día siguiente se publicó en la prensa. Y ahí es donde se produce la cortina de humo de estos casos. El verdadero debate es si la querella era acertada y veraz en su relato de hechos, pero eso no lo ha vuelto a debatir nadie. Sólo se ha hablado de la filtración. Me ha alegrado leer en ese libro que Felipe González llamó a Pujol para ponerle en guardia y advertirle que se le estaba investigando. La cúpula del PSOE pensaba que les hicimos una faena, y pienso que les desagradó mucho no poder controlar la situación.
P. ¿Cuál fue el momento más delicado de aquel proceso?
R. El interrogatorio de los fiscales fue el momento más aparatoso. Supongo que para el president fue humillante ser interrogado. Yo comprendo que el president no nos tenga simpatía. La rabia que da eso no prescribe y la guardará siempre, pero nosotros a él no le tenemos ninguna antipatía. Somos unos profesionales que hemos hecho lo que nos toca. Nosotros contra él no tenemos nada, ni personal ni institucionalmente. Para nosotros solamente es un señor que sale en unos papeles, que, según los datos que nos dan, ha hecho eso y le tenemos que acusar. En las películas, los fiscales hacen del caso un asunto personal y tienen mucho afán de perseguir. Nosotros no tenemos esos problemas, nos pagan igual. Si no hubiéramos llevado el asunto de Banca Catalana, esos meses habríamos cobrado lo mismo y habríamos vivido notablemente mejor. .
Ambos se hicieron cargo en 1984 de investigar un caso que les ha perseguido desde entonces como una sombra: Banca Catalana. La falsa leyenda sobre ambos fiscales difundida por círculos interesados es que actuaron a las órdenes del Gobierno del PSOE. "Nada más lejos de la realidad. La orden de querellarse la dio el fiscal general Luis Burón tras varias horas de reunión, y mucho antes, Felipe González ya advirtió a Pujol que le estábamos investigando. A los socialistas nunca les gustó aquella querella", recuerda Mena. "Además, se olvida que ninguno de los dos pedimos ese caso, sino que nos lo encargó el fiscal jefe de entonces, Alejandro Sanvicente".
De aquella época quedan las pintadas en las calles de Barcelona "Volem fiscals catalans" ("Queremos fiscales catalanes"). Y la imagen de Mena, con su inseparable pipa de entonces saliendo de interrogar a Pujol en la casa del Canonges, la residencia oficial. En 1996 regresó al Palau de la Generalitat, en una breve visita de cortesía institucional, al ser nombrado fiscal jefe de Cataluña, pero Pujol no perm