¿Qué tiene de bueno el riesgo? ¿Por qué es imposible mantener el capital en efectivo? ¿Cuál es la trampa de la inversión en oro? Todo esto y mucho más.
1. La naturaleza del “riesgo”
El riesgo es una palabra negativa para la mayoría de los profanos. Desde temprana edad se nos disuade de correr riesgos a toda costa. Pretendemos reducirlos al máximo en nuestras vidas; contratamos seguros, evitamos inversiones, trabajos “arriesgados”, etc. Intentamos evitar riesgos en nuestra vida personal también. No hacemos preguntas arriesgadas, no tomamos decisiones arriesgadas, no hablamos en alto por lo que pueda pasar después…
Lo que entendemos en finanzas es que el riesgo es igual a la recompensa. No se puede ganar sin estar dispuesto a renunciar a algo.
Hay un pasaje del Nuevo Testamento: “Todo el que quiera salvar su vida, la perderá”.
Qué más da si estamos o no de acuerdo con este pasaje, sigue siendo un pensamiento sabio. Si nos aferramos con firmeza a un status quo que no queremos que cambie, ¡nunca cambiará! Debemos estar dispuestos a perderlo para mejorarlo.
Hay que intentar arriesgar en nuestra carrera, en nuestras inversiones y en nuestras relaciones. Lo cierto es que el riesgo por definición implica un resultado incierto, las decisiones que tomemos puede que compensen o no, pero al final, queremos ser el tipo de persona que vive la vida asumiendo riesgos inteligentes.
2. Un precio bajo no significa un bajo coste
Hace poco me senté en una reunión con una persona increíblemente rica. Todos debatíamos sobre si contratar a un potencial empleado caro pero con una buena preparación, o externalizar la contratación del servicio a un tercero. Ese tercero era considerablemente más económico pero probablemente sin la experiencia ni la implicación con nuestro bienestar que tenía el potencial empleado.
Solo tenía una premisa: “un bajo precio no significa un bajo coste”.
Con el tiempo, las malas decisiones, los errores y una mala planificación pueden aumentar el coste más que si simplemente se paga a alguien que lo haga bien desde el primer momento. Esto no significa pagar por pagar, el argumento es simplemente lo importante que es pagar por el valor.
3. Puedes cambiar el mundo
El único consejo sobre finanzas a nivel particular que me han dado ha sido de gente verdaderamente rica. Una de las grandes diferencias que existen entre las personas muy ricas y el resto de mortales es esta: el mundo es flexible.
Con el suficiente esfuerzo, tiempo y capital – algo – se puede literalmente cambiar el mundo. Esto sirve también para nuestra situación personal. No es algo dado, puede cambiarse. Habrá que ser creativo, investigar muchísimo o invertir muchas horas, pero se puede cambiar drásticamente una situación.
Debemos dejar de pensar que nuestra situación es inamovible. Tiene la envergadura que nosotros queramos.
4. El dinero no es lo más importante
Es interesante que las mayores preocupaciones de los ricos no tienen nada que ver con el dinero. El dinero es como una lupa: aumenta tanto lo que es bueno como lo que es malo para nosotros.
Conclusión: el dinero va y viene. La riqueza es algo más que el dinero. Debemos cultivar las relaciones, la familia y los amigos.
5. El funcionamiento del mercado
Vivimos en la edad de oro de las inversiones. Todo lo que soñamos se hace realidad. Hay cierta tiranía en esa elección. Además, los estudios demuestran una y otra vez que los inversores particulares son muy malos a la hora de gestionar su dinero.
Entender mínimamente lo que son los mercados y cómo funcionan puede darnos mucha tranquilidad a la hora de participar en ellos. Y también da una sana dosis de cinismo.
Los mercados públicos fueron diseñados en primer lugar y sobre todo para sacar dinero del público. Esto no significa que no nos podamos beneficiar de ellos, solo que debemos ser extremadamente cautos.