IGUALDAD DE OPORTUNIDADES. NO IGUALDAD DE RESULTADOS
15-08-11
Vivimos en una época justa en la que todos tenemos garantizada la igualdad de oportunidades, lo que de ninguna manera puede confundirse con la igualdad de resultados. Tú eres el único responsable de tu vida, y para los que no se comportan tenemos la policía.
Estas palabras son del columnista catalán antes soberanista (ahora enamorado de Aznar y seducido por Esperanza Aguirre, manda güevos), Salvador Sostres, acaso uno de los columnistas más interesantes de la actualidad, y aunque a veces se comporte como un misógino bufón, un payaso más joven que nosotros, con el que tendríamos unas palabritas al calor y fragor de unos gin tonics, y al que le diríamos que la egolatría y el envanecimiento ya están pasados de moda, y al que demostraríamos que, si él, columnista profesional, escribe muy bien, nosotros, columnistas aficionados, escribimos mucho mejor. No te jode. Todavía hay clases. Siempre hay alguien que escribe mejor que tú. Siempre. Sólo desde la humildad y la autocrítica se puede mejorar.
La columna, titulada Sin verte ir a trabajar, trata sobre los recientes disturbios y saqueos en la ciudad de Londres, y argumenta que hay toda una generación de NINIS (ni estudian, ni trabajan), que en nunca ha visto a sus padres ir a trabajar, porque se las han arreglado para vivir del Estado o de los sablazos a la familia o a los amigos.
Los ingleses son ajenos a la ética calvinista del esfuerzo y del trabajo. De hecho, los expulsaron de Inglaterra a base de hogueras y la Inquisición de la Iglesia de Inglaterra, que perseguía a estos apóstatas con más fruición y dedicación que a los llamados papistas, católicos. Hasta Shakespeare fue un papista encubierto y tolerado, dada su titánica (y tiránica) maestría.
USA nace gracias a una migración en un barco, el famoso Mayflower, repleto de puritanos y calvinistas que huían de la ferocidad de la Iglesia de Londres, tan cruel o más que la de Roma con su nada santa (maldita hasta el fin de los días) Inquisición.
Por tanto, y desde el punto de vista del esfuerzo y del trabajo, no es lo mismo un norteamericano blanco, anglosajón y protestante, que un inglés, que normalmente tiene la nariz y la cara sospechosamente roja de los miles de galones de cerveza que se pimpla; jamás aprenderá hablar bien inglés, porque lo que suele hablar es una especie de dialecto incomprensible; y suele ser una persona vulgar y que viste horrorosamente mal.
Otra cosa muy distinta es el dandi inglés, el gentleman británico, que aparte de hablar un inglés muy comprensible tipo BBC o Queen’s; ser muy educados pero en el fondo racistas y anti europeístas (un buen inglés odia a los franceses; tolera al español y teme al alemán); padecer de crónico estreñimiento (de ahí su cara tan estirada y angustiada), suelen ser gente muy civilizada, y han inventado cosas tan agradables como el gin tonic.
A raíz de los sucesos de Inglaterra, David Cameron, el premier inglés, ha dicho: Parte de la sociedad inglesa está enferma. Nos cae bien Cameron, casi tanto como el gran Tony Blair. Habla un inglés que se le entiende, y viste de forma austera pero pulcra (trajes oscuros sin rayas diplomáticas, que eso queda para los nuevos ricos o esnobs, y blancas camisas y corbatas de un solo color, vivo y alegre. Perfecto, David).
Comparada con la sociedad inglesa, la sociedad española no está tan enferma. De momento no ha habido saqueos, y eso a pesar de los cinco millones de parados. Acaso hemos padecido por un tiempo una panda de mugrientos perroflautas, que no han hecho nada serio en su vida, como cuidar de un viejo enfermo o irse a África a poner vacunas. Como por naturaleza los perroflautas son inconstantes y vagos, ya se han ido con la música (y la flauta) a otra parte. Menos mal.
Sostres tiene razón. Vivimos en una sociedad más justa que la de nuestros padres y nuestros abuelos. Hay igualdad de oportunidades para todos, afortunadamente, y ya la cuna no importa.
E incluso en casos extremos de falta de estructura familiar (Caso real que conocemos: niña adolescente con todo sobresalientes, siendo el padre cocainómano y la madre enferma mental y sin un duro en casa), la voluntad humana lo puede casi todo.
El socialismo (Sostres lo suele llamar socialdemocracia) pretende que todos obtengamos el mismo resultado con muy distintos esfuerzos.
Pues no. Y para los que no se comportan, tenemos a la policía.
Llámenlo ustedes fascismo. Nosotros lo llamamos justicia y equidad. Cuestión de gustos. Cuestión de colores, como siempre.