LA EXCELENCIA Y LA EXCEDENCIA DE LOS TORPES
07-04-11
Hay políticos torpes e incompetentes, como ZP. Hay políticos malos y malvados, como Rubalcaba. Hay políticas horteras y zafias (debe ser la vulgar genética. En la genética, menos mal, todavía hay clases), como Leire Pajín, la de Horcher. Hay políticas pardillas, charnegas (uy, perdón) y arribistas, como Carme Chacón.
Y hay políticas estiradas y estreñidas, como Cospedal. Y hay políticos falsos y en exceso ambiciosos, como Gallardón. Y hay políticos cobardes, acaso el peor pecado de todos, como Rajoy.
Menos mal que nos queda la Espe, la lideresa, y a pesar de sus errores, como su odiosa y mandona intervención en el nombramiento del presidente de Caja Madrid.
Espe: la cagaste, Burt Lancaster, con Caja Madrid.
Tampoco es que hoy queramos hacer una hagiografía de la llamada lideresa. No.
Sólo hacemos eso con nuestro no difunto padre (es polvo enamorado de estrellas. Simplemente, ha cambiado de estado y de aspecto físico. Ahora reside tan contento en una estrella. Encima no tiene que pagar el recibo de la comunidad. Lo malo es que no sabemos qué estrella, y dónde mirar).
Con sus errores, lo que nos gusta de la Espe (y eso que hace años era para nosotros una irresistible fobia. Cómo cambia uno. Nosotros es que somos dúctiles, adjetivo precioso), es su valentía, su apuesta por el riesgo, y aunque se equivoque.
El mundo es de los valientes, dijo alguien.
Bueno y a lo mejor, no lo dijo nadie, y nos lo acabamos de inventar. Pero queda como aparente.
Ahora la Espe propone que en la CA de Madrid, donde ya un tercio de los colegios públicos son 100% bilingües español/inglés (Hala, que las provincias tomen nota), se constituyan centros escolares especiales donde estudien el Bachillerato sólo aquellos estudiantes que tengan una media de 8.
El argumento es premiar la llamada excelencia, y procurar que los mejores estudiantes puedan desarrollar mejor todas sus capacidades.
Reconocemos que, como casi en la vida (menos cuando miramos las buenas tetas y el redondo culo de ciertas mujeres latinoamericanas), no tenemos todavía una opinión formada sobre tan importante y trascendente asunto.
Por un lado, la idea de la lideresa (y su preciosa Consejera de Educación, Lucía no sé qué), nos parece bien: meritocracia: aquél que trabaja/estudia más, obtiene una recompensa y un mejor medio para el desarrollo de sus capacidades.
Por otro lado, dudamos de la justicia y conveniencia de esta propuesta.
Tenemos un hijo de 16 años con el síndrome del TDAH (Trastorno del Déficit de Atención con o sin Hiperactividad).
Algunos rancios docentes no creen en el trastorno. Dicen que es una trola y una excusa. Claro, ellos saben más que neurólogos, psiquiatras y psicólogos. Por supuesto. No te jode.
Nuestro hijo está medicado todos los días con Concerta 54 mg. Una pasada, ya que y por lo visto, tiene algo de anfetaminas (qué miedo, leches). Vale una pasta la medicina (EUR 100, treinta pastillas. Es la única vez que vamos a la Seguridad Social. Por la receta, claro)
El TDAH es un síndrome hace poco diagnosticado y asociado al fracaso escolar, y aceptado finalmente por profesores y demás cuerpo docente (o adocenado, depende), que eran muy escépticos.
El TDAH no supone ninguna minusvalía intelectual. En un 80% se debe a la herencia genética. Y al contrario y como nuestro muy querido hijo, suelen ser niños (es más frecuente en varones, no se sabe por qué) muy inteligentes y que rozan la genialidad.
Lideresa, coño: está usted segura de esa propuesta?
No pueden esos niños o jóvenes aventajados influir muy positivamente en la media de la clase?
Espe: nuestro hijo roza la genialidad (de hecho es casi un genio con un CI intelectual pasmoso, y mira que nosotros no creemos mucho en éstas pruebas) y no ha repetido curso.
Debemos segregar a los mejores?
Sinceramente no lo sé.
Para mí todos son hermanos e hijos, más o menos dotados.
Uno quiere a su hijo (o un amigo) sin tener en cuenta sus posibles talentos.
El mejor y más brillante talento es ser buena persona.
Muchas personas ni saben lo que es.