LA CAMA
02-04-11
Más o menos nacemos en una cama, y también morimos en ella.
La cama es el vientre materno, pero con sábanas, colchón y almohada. Sábanas han de ser de algodón, que las de seda son propias de putas o de horteras. Edredones como único arropo, también son aceptables, sobre todo si uno vive en la dorada y adorada Munich, y está nevando. Calentitos y cómodos, los edredones. Acompañados de una dulce muniquesa (ojo, pija y con las piernas depiladas), mejor.
De jóvenes pensábamos que dormir era una pérdida de tiempo. Saber eso de que pasamos durmiendo un tercio de nuestras vidas, da como miedo, o al menos da sueño.
Y ahora han descubierto que dormir bien es salud. No sólo uno tiene mejor aspecto y se levanta con mejor humor, sino que además vive más tiempo y el sueño es imprescindible para que nuestro cerebro se reinicie todas las noches, ordene y procese todas las experiencias del día y se alivie con ese misterio incontrolado que es soñar.
Dormir bien es casi un arte, o al menos un oficio.
Por ejemplo, no conviene acostarse empalmado, por lo que pueda ocurrir después. Si uno está soltero, porque está solo. Y si uno está casado, como si estuviera solo, o peor aún, mal acompañado, que en eso consiste estar casado, más o menos.
No conviene tomar café ni excitantes antes de acostarse. Al menos eso dicen. Hombre, un gin tonic no creemos que sea un excitante. Es más bien un gin tonificante, un tónico. Este juego de palabras es demasiado obvio para nuestro casi ilimitante talento, pero nos da igual. Uno no puede estar siempre a su misma altura. Servidumbres que tiene uno, al escribir a veces (muy a veces), a tal nivel.
La cama es nuestro cobijo ante las miserias de la vida.
Da igual como haya ido el día, pero siempre tenemos una cama en la que acostarnos y pensarnos.
De vez en cuando hay que pensarse un poco, como hacían los filósofos clásicos. Muchos no se piensan ni una sola vez en su vida, y se acaban muriendo igual de gilipollas que nacieron.
Resulta que una persona normal (también hay anormales), en durmiendo, se cambia de posición unas setenta veces por noche. Y por qué es esto? Pues porque el cuerpo es sabio, y así evitamos que alguna parte del cuerpo se adormezca o le falte la circulación.
En el verano del 2006 nos invitaron a la final del Mundial del fútbol en Berlín. Veníamos de USA y padecíamos un horroroso jet lag o como se diga. Pues para poder dormir (por cierto, el hotel era una mierda y a EUR 600 la noche!. Cómo abusa la peña), decidimos tomarnos unos cuantos gin tonics y una pastilla para dormir que nos dieron. Horrorosa combinación, ya que caímos en tal letargo que no nos movimos ni una sola vez de esas setenta. Consecuencia: nos dolió una costilla (como la de Adán) varios días.
Nosotros solemos dormir de lado, en posición fetal, o boca arriba. Jamás dormimos boca abajo. No sabemos cómo hay mujeres que pueden dormir boca abajo. Y las tetas qué? No les duelen luego? No se les quedan aplastadas y más feas?
Sobre todo en invierno, y ya que no ponemos la calefacción por la noche debido a la trola esa del no cambio no climático, nos encanta arrebujarnos (precioso verbo). Nos encogemos en posición fetal y soñamos cosas bonitas para poder arbitrar el sueño cuanto antes.
Nos sentimos niños y protegidos por nuestra madre la cama, que nunca nos falla y siempre está ahí. Otra cosa es hacer la cama, que eso no nos gusta y nos aburre y nos la hacen, faltaría más. No nos gustan ni los trabajos manuales ni las labores domésticas.
La cama es como una cueva, como una vagina: acogente y acogedora.
Al final morimos en una cama. Pero también vivimos y soñamos en ella.
La cama, o cuando uno deja de ser lo que es, y es por fin lo que siempre soñó.