SEAGRAM'S
14-03-11
Hoy vamos a hacer un publirreportaje sobre una bebida espiritosa o espiritual, que más o menos es lo mismo.
Coño: que el Grupo Osborne, una multinacional propietaria de marcas como la cerveza Cruzcampo o los Mesones 5 Jotas, nos pague algo, aunque sea en especie: por ejemplo, una caja de Seagram´s.
En verdad, el boca oreja, boca a boca o como se diga funciona mucho. Incluso en la era de internet, vía esas chorradas que se llaman Facebook y Twitter, el boca oreja ese funciona, y de qué manera.
Y así y de esta manera, que es como una redundancia estilística o incluso con la categoría superior de tautología, pues nos enteramos un día de la existencia de la Seagram`s, que a partir de ahora la vamos a llamar la Sea, por eso de que somos un poco vagos y hasta perezosos, incluso en escribiendo, que nos encanta. Hasta solemos escribir en sueños. Lo malo es que al día siguiente no nos acordamos nada de lo que hemos escrito dormidos. Vaya, qué putada.
Nosotros y los destilados tenemos una relación tumultuosa, así de amor/odio.
En general, y salvo supuesta comida de negocios (todas las comidas de negocios son supuestas, porque al final ni comes bien, ya que te distraes y el género masculino sólo sabe hacer una cosa a la vez, y encima mal; ni cierras ningún negocio), no solemos beber nada entresemana.
Medida higiénica, profiláctica y hasta diurética. Es como lo de no comer carne los viernes o en Cuaresma o como se diga, que nosotros siempre hemos preferido los Carnavales a la Semana Santa, que tan sólo es una ocasión para escaquearse un poco del trabajo y que no se note demasiado.
Ni siquiera bebemos la rubia cerveza. Menos el tinto vino, que da mucho sueño. Mucho menos destilados, porque entonces y en trabajando, decimos todavía más tonterías y sandeces que las que solemos decir cuando estamos sobrios, que ya es decir.
El viernes es un día esperanzador, o al menos esperanzado. Es anuncio de fin de semana y de aperitivo, costumbre por lo visto muy madrileña y nada provinciana. Qué mal gusto tienen los provincianos. Ellos se lo pierden.
Ahora nuestro garito favorito para los aperitivos de los viernes (los sábados y los domingos no tomamos aperitivo porque nuestra mujer, con buen criterio, no nos deja) es precisamente un Mesón Cinco Jotas, el de la calle Padre Damián esquina Alberto Alcocer.
Dada nuestras naturales amabilidad y encanto para con el servicio, ya toda la peña de camareros nos conoce por nuestro nombre y nosotros conocemos los suyos. En general, les solemos llamar Pepe o Manolo, aunque no se llamen así, porque casi todos los camareros de Madrid se suelen llamar de esa forma, no sabemos por qué.
Nuestro predilecto es el maestro cortador de jamones. A veces nos ponemos a su lado y le pedimos permiso para mirar cómo corta el jamón. Él, un poco vanidoso, se deja querer, y como que se aplica más cuando le observamos. Además, coge las muy finas lonchas de jamón con unas pinzas especiales, en lugar de las manos. Muy pulcro él. Nos fascinan sus cuchillos, que parecen bisturís, y que por lo visto afila cada quince días. Hasta un día conocimos al afilador a domicilio, al que prometimos comprarle un buen cuchillo jamonero, promesa que no pensamos cumplir, como casi todas nuestras promesas (sólo cumplimos las que nos interesan), entre otros motivos porque en casa no tenemos jamón ni ninguna ganas de tenerlo. Menudo coñazo cortar el jamón, cuando lo puedes comprar envasado al vacío.
Rayos. Se nos acaba la columna y no hemos hablado de la Sea. Hablemos un poco de ella.
La Sea es la mejor compañera posible. Sólo son goces lo que te da. Generosa, dócil, leal y amiga, te procura los mejores placeres posibles. Encima, y de forma insólita para ser una mujer, no habla, y permanece todo el rato callada, algo realmente difícil para una mujer, permanecer callada.
Porque ya estamos casados, ya que si lo hubiéramos sabido antes, nos casamos con la Sea.
Se nos olvidaba. Y qué es la Sea? Pues qué va a ser: la mejor ginebra no inglesa. Y encima es barata. Es que lo tiene todo, mi niña.