DOLORES DE COSPEDAL Y HORCHER
23-02-11
Leire Pajín (LP) y Horcher son conceptos antitéticos. No es lo mismo Ana Botella o Dolores de Cospedal. A lo Hegel o así, LP sería la tesis; Horcher, la antítesis; y no sabemos cuál sería la síntesis. Leire Pajín debe ir a la Taberna del Peine y dejar Horcher a Cospedal o a Botella, que seguro, pagan con su dinero.
Resulta que hay una anécdota, que no sabemos si apócrifa o maliciosamente inventada, a propósito de la mejor política española desde la Reina Isabel La Católica, es decir, LP.
Nos estremecemos sólo de pensar de qué sería de España sin la existencia de LP. Terrible posibilidad.
Vamos a la anécdota, que ha sido desmentida por el Ayuntamiento de Madrid y por el Portavoz del Partido Popular. Y por qué tenemos que creerlo? Nos suena creíble, plausible o como se diga.
Horcher es uno de los cuatro restaurantes de lujo tradicionales de Madrid, junto con el maltrecho Jockey, Club 31 y Zalacaín. Son restaurantes donde el lujo, el servicio, el ambiente y una cocina tradicional (Zalacaín más vasca, y Horcher, más centroeuropea) alcanzan cotas supremas. Claro, esto hay que pagarlo: en torno a los EUR 150 por persona y sin hacer extravagancias con el vino y los destilados y demás digestivos.
Pues va y dice la anécdota/leyenda que estaba la señorita DdC comiendo en Horcher. Otra comensal le empezó a increpar y reprochar que cómo se permitía comer en tal lujoso y caro sitio, siendo además popular y habiendo seis millones de parados, y encima a costa del erario público, porque es una verdad cartesiana e irrebatible que casi todos los políticos (no todos) jamás pagan nada de su propio bolsillo. No como ella, que estaba pagando con su propio dinero, el que heredó de su padre, que hizo una fortuna vendiendo terrenos para hacer urbanizaciones. O el que con tanto esfuerzo le costó ganar, polvo a polvo, en aquel local de lujo.
Avergonzada, y suponemos que inflamada por la ira que alimenta la soberbia de los políticos, que piensan en el fondo que los españoles tenemos que trabajar para ellos, y no al revés, DdC abandonó el restaurante, después de que sus chulescos escoltas intentaran sin éxito identificar a la comensal regañona y sus acompañantes.
Como en las peores épocas de Franco: Identifíquese. Y si no llevabas el DNI y tenías un aspecto de joven de izquierdas, acabas en los tristemente famosos calabozos de la Puerta del Sol.
No sabemos si la anécdota es apócrifa o no. Pero nos da igual, porque sí hemos visto políticos de todo signo almorzar en restaurantes parecidos o tan sólo un poco más baratos.
Está claro que para la casta política no hay crisis económica, y siguen con el mismo tren de vida que antes de la crisis. Media España desangrándose en la ruina, y los políticos comiendo y engordando como cerdos no ibéricos a costa del sufrido contribuyente. Muy ejemplar. Porque no sólo hay que ser honrado y austero (siempre pero más en estos tiempos de dolor y sufrimiento para millones de españoles), sino hay que parecerlo. Y si no, no haberse metido a político, que nadie les obligó.
Porque los particulares podemos hacer con nuestro dinero lo que nos dé la gana. Pero los políticos siempre deberían rendir cuentas, y nadie se las reclama.
Esta anécdota nos recuerda la larga polémica habida entre Arcadi Espada y Javier Cercas. Según Espada, la ficción nunca debe ser utilizada en el buen periodismo. Al contrario, Cercas piensa que sí es legítimo.
Y así, Espada escribe una columna diciendo que Cercas ha sido detenido en un puticlub en una redada policial contra la prostitución. La columna de Espada es enrevesada y uno creo al principio que es verdad, cuando tan sólo es ficción, mentira, y así quiere demostrar a Cercas en su propia carne que no es legítima la utilización de la ficción en el periodismo.
Interesante polémica. Nos da que el acomplejado Arcadi se ha pasado esta vez un huevo. Nadie es perfecto.
Pues lo mismo con la anécdota de DdC. Seguramente es mentira. Pero ya sabemos que la realidad supera muchas veces la ficción.
Además. Nosotros no hacemos periodismo, no queremos informar de forma veraz y objetiva. Nosotros queremos hacer literatura, mala, regular o buena, da igual.
Por tanto, podemos utilizar la ficción como nos dé la gana. Y nos leerá a quien le dé la gana.
Esto se llama libertad de expresión y opinión. Pero algunos a lo mejor nos quieren amordazar, cuando lo que decimos les irrita o molesta. Pues vale. Que les aproveche,en Horcher o dónde sea.