SALVADOR SOSTRES
28-01-11
El problema de la izquierda española es que todavía no ha hecho la transición hacia la democracia, mientras que la derecha sí: sus fundamentos siguen siendo marxistas y totalitarios.
Esta frase, un poco recreada a nuestro gusto pero en el fondo literal, la ha escrito hoy Salvador Sostres (SS) en el diario El Mundo, ese periódico que en su día rechazó nuestras inigualables (y ya legendarias) columnas.
No sabemos muy bien por qué: o son demasiado malas, o son demasiados buenas, y entonces dejaríamos a los colegas columnistas o columneros un poco en ridículo. Mira que hay peña que escribe mal, previsible y aburrido, y encima les pagan.
A estas alturas del partido de nuestra vida, ya casi todo nos da igual. Total, si dentro de unos cuantos millones de años nuestro planeta ya no existirá, devorado por la obesidad del Sol.
Sol, coño: deja de comer, que vas a acabar con nuestro planeta.
SS es catalán, y está emparentado con los propietarios de un restaurante también catalán de Madrid, Semon, un clásico infalible que nosotros solíamos frecuentar mucho en los noventa con nuestro querido padre, ya que estaba al lado de nuestras entonces oficina. Cerca, en la Castellana, está La Garriga, una charcutería que tiene servicio de barra y de pie, y donde hemos tomado el mejor bocadillo de butifarra a la plancha que hemos comido.
Hoy no queremos hablar de política, y a pesar de la cita parafraseada de SS con la que hemos empezado.
Nos preciábamos de conocer y leer los mejores columnistas de España, entre otros motivos para aprender. De forma extraña, la mayoría escribe en el diario El Mundo: Arcadi Espada, maestro supremo a su estilo muy conceptual; David Gistau, que escribe como mea y con un talento insondado; Carmen Rigalt, muy perezosa pero temible y tan cínica para ser tan sólo una mujer, porque las mujeres no saben ser cínicas, nos copian a los hombres; Raúl del Pozo, heredero de la columna de Paco Umbral, genial a veces, intermitente otras.
Y de repente un día, hace unos pocos meses, en las páginas interiores, inadvertido, escorado, ocultado, descubrimos a SS.
Y nos preguntamos: Quién es este tío que escribe tan bien?
Dos cosas nos han impresionado de la prosa de SS.
La primera: la libertad de su pensamiento, inclasificable, inetiquetable.
Es SS de derechas o de izquierdas? No se sabe. Es SS como catalán nacionalista/soberanista o no?. Pues tampoco se sabe.
Por qué no se sabe?
Porque sus columnas rezuman verdadera libertad de opinión y criterio propio, en contra de la muy fascista y actual tendencia de la izquierdona de lo políticamente correcto, moda importada de la todavía muy calvinista USA, país que queremos y admiramos (sobre todo cuando el dólar está bajo y nuestra mujer nos obliga a ir de compras), excepto en eso del calvinismo.
La segunda. Pues tiene que ver con su estilo literario.
No sólo SS demuestra su cultura y sus lecturas, nada en sí mismo admirable, porque siempre hemos pensado que la erudición, si no tiene un fin estético, es tan sólo un banal ejercicio de narcisismo. Hay algo mucho más interesante y más precioso.
SS ha conseguido que sus columnas se lean de corrido, sin meandros inútiles. SS ha logrado una sintaxis casi perfecta para un género tan corto pero complejo como una columna, imprescindible para que el lector de diarios, un poco vago y siempre ajetreado excepto los jubilados o así, la lea de principio a fin.
SS no lo sabe, pero es ahora uno de los mejores columnistas que escriben en castellano.
Como no podía ser de otra forma, olfateamos en sus columnas la imperial influencia de Paco Umbral, sumo sacerdote del género (tanto, que si Quevedo hubiera vivido en el siglo XX/XXI, hubiera escrito columnas como Umbral).
SS: un aire fresco y limpio que nos salva de la mediocridad diaria. Y encima escribe muy bien, el cabrón.